Precios de tiza, por Juan Vicente Gómez
El nuevo cono monetario tiene “vuelta loca” a la gran mayoría de personas que no logra reconvertirse mentalmente a esta orgía de ceros, herencia del pésimo manejo de la economía por el gobierno y del caos inflacionario que ha desatado.
La imagen que ilustra este artículo muestra a la gerente de un negocio cualquiera, puntualmente una pizzería, cambiando los precios sobre una pared sobrevenida en pizarrón por obra y gracia de la crisis: la carta con el menú impreso ya no existe. Los nombres de los productos están expuestos ante la mirada pública y sus valores son cambiados, sin pudor, cada vez que se modifica el precio de los ingredientes, de la harina, quesos, charcutería, etc.
Historias como esta ya nos habían llegado desde los deslaves económicos recientes en el cono sur del continente, precios que cambiaban incluso durante el mismo día, 30 en la mañana, 40 al mediodía y 50 en la tarde, casi igual a como ocurre con los extremos que nos toca padecer ahora
El colmo de lo perverso en esta reconversión lo generan los cinco ceros menos que le sacaron al bolívar fuerte. Llevamos justo dos semanas con la nueva moneda “soberana” y el trabalenguas con las cantidades que queremos expresar es constante. La torre numérica de babel tiene tantos ejemplos como anécdotas quiera sumarle, los dependientes en las tiendas siguen hablando con cifras de “la moneda antigua”, luego se echa mano de un convertidor, se tacha el quinteto de ceros por la derecha y –frecuentemente- sobreviene un susto.
El equipo de natación al que pertenezco canceló 100 millones de bolívares como alquiler de una piscina durante el presente agosto que culmina hoy. El contrato estaba expresado en bolívares fuertes y su presupuesto de renovación se calculó también en ese formato: se había estimado entre 400 y 500 millones de bolívares para septiembre, es decir entre 4.000 y 5.000 bolívares soberanos.
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Ayer nos enteramos que el arrendatario no va a poder cumplir con su pre-acuerdo. El incremento en el precio de los químicos necesarios para limpiar la pileta fue tan exagerado que se deben recalcular todos los presupuestos que se tenían hasta la fecha. (Tan solo uno de los productos necesarios en el tratamiento, un sulfato, tuvo un incremento de chorropotocientos mil por ciento, una cifra tan astronómica que ni siquiera calcularé.) Sólo ese sulfato, insistimos, apenas un producto entre muchos de los que se requieren, cuesta hoy BsS. 24.192.
Igual ocurre con los precios de casi todo, esto se lo llevó quien se lo trajo, la regulación sobre 25 artículos sólo traerá más desabastecimiento, la gente compra desesperada todo lo que consigue a “precio viejo” y será prácticamente imposible reponer inventarios sin romper la estratósfera con valores inmanejables.
Pizarrón, borrador y tiza. Que nadie imprima nada sobre precios. La volatilidad hacia el alza sigue siendo la tendencia dominante.
Nadie puede detener la hiperinflación en el contexto de las políticas económicas que impuso la Quinta República. O cambiamos de régimen o terminamos de naufragar ante la indiferencia de los mediocres que nos desgobiernan