Predicciones, crisis y realidades, por Luis Manuel Esculpi
En quince días el régimen ha regulado los precios de veintisiete productos tres veces, la primera en dólares, mientras aumentaba el salario mínimo en apenas cuatrocientos mil bolívares, en las otras dos ocasiones anuncia el aumento de los productos en bolívares, pero siempre tomando como referencia la divisa norteamericana.
En estos veinte años tanto Maduro como su antecesor, no perdían oportunidad de enunciar orgullosamente que poseíamos las reservas petroleras más grandes del planeta, sin embargo en la actualidad sufrimos una grave escasez de gasolina que afecta aún más la deteriorada economía venezolana.
Durante el ejercicio de la presidencia Hugo Chávez reiteraba insistentemente que a finales de esta década Venezuela se convertiría en una potencia Política, Moral y Económica, prediciendo que para el año 2014 produciríamos cuatro millones de barriles de petróleo, que en el 2016 seríamos la primera potencia petroquímica del Continente y para el año pasado deberíamos haber producido seis millones de barriles diarios y tendríamos seguridad y soberanía alimentaria.
No solo no se cumplieron las predicciones del expresidente en una entrevista de hace ocho años, sino que en julio pasado Maduro escribió en su tuiter:
¡Garantizamos la estabilidad económica de la patria! ¡Rumbo hacia la Venezuela potencia!
Entre tanto PDVSA continuaba realizando foros y conversatorios bajo el título de «Venezuela potencia energética», la reducción de la producción petrolera se venía produciendo en forma constante, sin embargo continuaban hablando como si las palabras tuvieran un efecto mágico, que solo al enunciarlas transformarían la realidad.
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El pretender evadir la responsabilidad en la destrucción de la que alguna vez fue una de las principales empresas petroleras del mundo, la multimillonaria corrupción en el manejo poco profesional de la industria, la ha conducido el nivel actual, donde hasta Colombia produce hoy por hoy, más barriles de petróleo que Venezuela.
Todo ese proceso de deterioro, de desaciertos y robos se desarrolló antes de las sanciones, por más que han intentado asignarle a la supuesta «guerra económica», las causas de la grave crisis que atravesamos, no han podido sembrar esa matriz en la opinión pública, la inmensa mayoría de los venezolanos están conscientes de la responsabilidad de la camarilla gobernante en el desastre actual.
Hablaban de un país potencia cuando la crisis del sistema eléctrico nacional se manifiesta en los continuos apagones en la regional occidental del país y ya se están haciendo frecuentes en todas las regiones, cuando la distribución de gas por bombonas es cada vez es más precaria, perjudicando a la mayoría de los usuarios, donde en abril la mayoría de las protestas fueron por la carencia de agua potable y donde la hiperinflación impide al acceso a los alimentos de la canasta básica. Sin pretender ampliar comentario alguno, sobre la promesa de la seguridad y soberanía alimentaria que ya debiéramos haber alcanzado.
Afirmar que poseemos las reservas petroleras más grandes, mientras paradójicamente no sólo importamos gasolina, sino que pasó de ser casi gratis a ser más cara que en Europa y los Estados Unidos, cuando en el mercado negro lo más barato que se consigue es a dos dólares el litro.
La realidad no se puede disimular con los discursos o la retórica seudo revolucionaria, no basta el voluntarismo para conservar el poder, no están en capacidad de afrontar con éxito la dimensión de la crisis, se auto engañan con aparentes avances o victorias en la esfera política, la alternativa está en la agenda: en la conformación de un gobierno de emergencia nacional, una fórmula viable que cuenta con amplio respaldo nacional e internacional, ella puede abrir canales para recibir ayuda a la crisis humanitaria compleja que confrontamos, y sentar las bases para la recuperación económica que nos posibilité progresar en paz .