Presionemos por condiciones elementales para acudir a Legislativas, por Griselda Reyes

No es fácil pedirle al país que trate de retomar la normalidad cuando, desde hace años, lo irregular se apropió de cada hábito, práctica y costumbre.
El venezolano sólo entiende que quiere salir de esta crisis generada por el desgobierno; sólo desea que ocurra “algo” extraordinario que le permita aterrizar para empezar otra vez.
Nada de lo que se nos ha vendido como solución espectacular a la crisis va a suceder: las sanciones contra Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y algunos funcionarios de Nicolás Maduro impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de la región, sólo han profundizado la crisis que lleva seis años consecutivos corroyendo lo que queda de institucionalidad y castigando severamente a la población.
Tampoco habrá intervención extranjera de marines estadounidenses ni llegará una flota armada de países amigos a liberar a Venezuela. Ya Washington descartó cualquier “opción militar”.
Y las cada vez más minimizadas marchas y concentraciones convocadas por sectores de la oposición solo arrojan un panorama desolador: los venezolanos están agotados de 21 años de desgobierno, maltrato y humillaciones, de violación de todos sus derechos fundamentales y de promesas incumplidas, quebrantadas tanto por quienes ostentan el poder como por quienes se han arrogado la conducción de la oposición.
Aunque a la gente no le guste escucharlo, la salida real a la crisis que atraviesa Venezuela – no la fantasiosa –, es la electoral.
Las elecciones parlamentarias son inminentes. Para ningún venezolano es un secreto que en 2020 corresponde elegir a los diputados a la Asamblea Nacional. La propia Carta Magna establece en cinco años el período de ejercicio de los diputados. Las últimas elecciones fueron en 2015.
Esto quiere decir que a los actuales diputados les corresponde ejercer sus funciones hasta el 5 de enero de 2021. Y en consecuencia, el evento electoral, de todas todas será en 2020, aunque desconocemos la fecha.
Lo que sí sabemos es que esta misma Asamblea sigue en mora con el país. A pocos días de concluir 2019 no ha avanzado más allá de la Comisión Preliminar que tendrá a su cargo escoger el Comité de Postulaciones Electorales. El tiempo corre y el chavismo se frota las manos.
Mientras las organizaciones políticas del denominado G4 y del Frente Amplio deshojan la margarita sobre si participan o no en las elecciones parlamentarias, el desgobierno ya está organizado y muestra públicamente su apuro por echarle mano al Parlamento. No es de extrañar que con las actuales rectoras del CNE agilicen el “cronograma electoral” para convocar esas elecciones y capitalizar el descontento que hoy siente la población en general.
El pasado fin de semana el ex rector del CNE Andrés Caleca, manifestaba que en una entrevista que “unas elecciones medianamente confiables requieren 10 meses de trabajo”, y que el actual CNE no es confiable para ningún venezolano, ni siquiera para los chavistas que aún abrazan el proyecto que les vendió Hugo Chávez.
¿Por qué? Porque el CNE perdió toda su legitimidad a partir del año 2016 cuando, ante el balde de agua fría que recibió el oficialismo por los resultados de las elecciones parlamentarias, comenzó a redactar resoluciones a la medida del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para garantizar su triunfo en cualquier proceso electoral.
En 2016 el árbitro electoral guardó silencio ante la desincorporación de los diputados electos por el estado Amazonas. Esa omisión aún tiene a Amazonas sin representación parlamentaria.
En 2016 el CNE impuso múltiples trabas para la celebración del referéndum revocatorio del mandato de Nicolás Maduro en 2016, activado por la oposición, que posteriormente fue anulado por parte de tribunales ordinarios.
En 2017 su imagen quedó por el piso cuando convocó para el mes julio de 2017 una Asamblea Nacional Constituyente, a sabiendas de que esta violaba flagrantemente la propia Carta Magna, instaurando además un írrito sistema de elección de segundo grado.
En 2017 convocó a elecciones regionales – sólo gobernadores – proceso al cual la oposición acudió dividida. Si bien se alzó con seis estados, inexplicablemente le quitaron el triunfo en Bolívar a Andrés Velásquez. El CNE guardó mutis, silencio sepulcral que mantiene hasta la fecha. El caso Zulia, ya lo conocemos.
Para finales 2017 convocó a elecciones municipales a las que, desafortunadamente, acudieron pocos electores porque el llamado de las organizaciones políticas agrupadas en la MUD fue a la abstención. El partido de gobierno y sus aliados se alzaron con 305 de las 335 alcaldías.
Para 2018, el CNE convocó las elecciones presidenciales. Simultáneamente en ese mismo proceso incluyó la escogencia de diputados a los Consejos Legislativos Estadales y Concejos Municipales. La abstención superó el pavoroso 53%, aunque la cifra pudiera ser mayor considerando que no hubo testigos ni miembros de mesa de los escasos partidos de oposición que acudimos a la contienda, para detectar la posibilidad de un fraude electoral.
Muchas irregularidades sumaron al desprestigio del CNE: la inhabilitación de candidatos, la ilegalización de partidos políticos, la migración de centros de votación, la reubicación de electores, la votación a través del Carnet de la Patria, el abuso del voto asistido…
Abiertamente a partir de 2016, el propio CNE ideologizado ha trabajado a lo largo de estos años para desvalorizar el voto como vía democrática para resolver diferencias.
Por eso no podemos tirar la toalla ahora y mucho menos seguir abandonando espacios. El único que nos queda es la Asamblea Nacional y debemos impedir que caiga en manos del desgobierno el año entrante.
¿Qué debemos hacer? Trabajar y presionar para conseguir condiciones electorales mínimas, y acudir de manera masiva a votar en 2020. Las elecciones van. Yo me niego a regalarle la Asamblea Nacional a Maduro y sus acólitos.
Desde #ACEP hemos hecho algunas propuestas:
1. Designar autoridades confiables, honorables, honradas y honestas en el CNE, no militantes como ocurre ahora. La Asamblea Nacional debe agilizar su trabajo y no seguir dilatando una decisión que debió asumir hace dos años. El tiempo juega en contra de Venezuela y a favor del desgobierno.
2. Depurar el Registro Electoral, si es posible de cero, a fin de evitar que “muertos”; doble, triple y cuádruples cedulados, y extranjeros que no tienen los años de residencia en el país exigidos para ello, aparezcan votando.
3. La capacitación de los miembros y testigos de mesa para evitar que se perpetren fraudes (los fraudes, señores, se comenten en los centros de votación) cuando no hay personal que vele por la transparencia del proceso.
4. Permitir que los observadores internacionales independientes, autónomos, no aliados al desgobierno de Maduro, puedan presenciar todas las fases del proceso electoral.
5. Escoger en sorteo abierto, público y transparente, a los miembros de los organismos subalternos (Junta Nacional y Juntas Regionales y Municipales) y a los miembros de mesa.
Andrés Caleca recomienda elaborar un estatuto electoral especial para acelerar los procesos. ¿Es posible? ¡Claro! Si hay verdadera voluntad política y unión en el parlamento.
Venezuela exige la resolución de sus conflictos. Esto puede lograrse a partir de la celebración de elecciones confiables e, inevitablemente, de un proceso de negociación que pasa por reunir al desgobierno con todos los sectores que nos oponemos a él para acordar un Pacto Político.
El radicalismo y la intransigencia nos han sumido en este caos. Los partidos políticos deben dar el paso y dejar de lado sus intereses en función del bien común. Hay que recuperar el valor del voto y la confianza en él. Muchos han trabajado por destruirlo y el desgobierno lo ha capitalizado.
Entendamos que no podemos regalarle la Asamblea Nacional al chavismo como hicimos en 2005. Hay que presionar y forzar la barra para lograr renovar el CNE y dejar de lado las excusas y frases hechas como aquella de que “dictadura no sale con votos”.
¡Hagamos la diferencia! Venezuela debe estar por encima de cualquier interés personal y de las mentes cuadradas. Logremos la unión real de todos los factores de oposición y presionemos por condiciones elementales para acudir al próximo proceso electoral que no es otro que las Legislativas.