Primaria es la Unidad, por Teodoro Petkoff
En los predios de la Mesa Democrática Unitaria comienza ya a despejarse el panorama. Aprobados los reglamentos y las comisiones que organizarán los procesos de selección de candidatos para la Asamblea Nacional, ya el país ha sido informado de que en 30 circuitos electorales los futuros diputados serán escogidos mediante elecciones primarias y que el resto de ellos lo serán por la vía de los acuerdos entre los distintos sectores, partidistas o no, que integran el universo opositor. No es difícil inferir que esta no es una disposición dogmática sino flexible. Si en el camino que procura acuerdos hubiere sitios donde, por distintas razones, no fuere posible acordarse en torno a un candidato, pues se recurrirá a primarias para resolver el problema. Del mismo modo, si en alguno de los sitios ya señalados como escenario para primarias, previamente se alcanzan acuerdos, pues no habría necesidad de llevarlas a cabo. Luce como una disposición sensata.
Lo importante es que la Mesa Democrática ha trazado las líneas de cal en el terreno y ha aprobado las reglas de juego. Como es obvio, el proceso de selección no será cosa de coser y cantar. Es natural que se produzcan fricciones, unas más intensas que otras, entre los actores del proceso. Lo contrario sería imaginar un universo de angelitos serenados. Pero importa mucho subrayar que siempre que las dificultades que surjan cuenten, para procesarlas, con procedimientos previamente establecidos y que comprometen a todos los participantes, aquellas serán solventadas. Si la regla dice que dos y dos son cuatro, nadie puede argumentar, para su ventaja que son tres o cinco. Quien lo haga puede estar seguro que la gente le pasará una factura muy gorda.
Las posturas extremas (todos por acuerdos o todos por primarias) son irreales e impertinentes. Lo importante es que haya candidaturas unitarias. El método para seleccionarlas es irrelevante. No importa el color del gato con tal que cace ratones. Con tal que los candidatos en las listas de los estados y en los circuitos nominales sean unitarios, la manera como se les haya escogido es lo de menos. Que un candidato haya sido escogido por acuerdo entre los partidos o vía primarias no lo hace mejor ni peor. En todo caso, si este debate bizantino se mantuviera, podría argumentarse que mucho más peso político y popular pareciera tener un candidato tan indiscutido como para servir de punto de encuentro a sectores disímiles, que aquel que debió ser escogido en un proceso primario, porque nadie sobresalía inapelablemente. Todo esto, sin embargo, es paja, sobre todo esa que atribuye poderes taumatúrgicos a la realización de primarias. Una vez escogidos los candidatos, por el método que aconsejen las circunstancias, se puede estar seguro que ninguno va a hacer campaña señalando entre sus «virtudes» el modo como fue nominado.
«Vota por mi, que nací de un acuerdo o nací de unas primarias». Ridículo. La única y verdadera virtud que le pedirán sus electores es que sea expresión de Unidad. Con mayúscula.