Privatizaciones buenas y malas, por Jesús Armas

Twitter: @jesusarmasccs
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido había ensanchado el Estado de manera importante, creando empresas públicas y ahogando al sector privado con regulaciones. Esto ocasionó que un país que pocos años atrás era la economía que motorizaba al planeta, fuese un jugador menor en la dinámica financiera y política mundial. Sin embargo, en la década de los 80, Margaret Thatcher, impulsada por las ideas del think tank IEA y de economistas como F.A. Hayek, arrancó un proceso de transformación de la economía y la burocracia en el Reino Unido, que devolvería al país un rol importante en el escenario mundial y lo posicionaría hoy como la quinta economía del mundo.
Uno de los factores claves que ayudó a esa transformación fue el proceso de privatización. Este proceso fue clave en la construcción un Estado más eficiente; pasar de empresas deficitarias secuestradas por grupos de interés como sindicatos o directivas sin mayores incentivos, a unas empresas que motivadas por las ganancias ofrecen servicios de calidad, le restó poder a esos grupos y se lo dio a los usuarios. Muchos países copiaron este modelo, Ronald Reagan en Estados Unidos impulsó reformas similares, privatizaciones y desregulaciones. Sin embargo, no en todos los países fueron exitosas las reformas.
Luego de la caída del muro de Berlín, la Europa oriental empezó un proceso para desarmar las estructuras del Estado comunista.
En algunos de estos países, las empresas privatizadas quedaron en manos de las oligarquías del régimen anterior o, dicho en términos, locales: quedaron en manos de los “enchufados”.
En Latinoamérica pasó algo similar, en muchos países que intentaron privatizar se encontraron con resistencia de los grupos de interés, causando inestabilidad social y, además, la élite política favoreció a sus amigos en procesos muy opacos.
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Mucho se ha reflexionado sobre las razones por las cuales las privatizaciones funcionaron en algunas naciones y en otras no. Se ha atribuido a la cultura, al imperialismo, hasta al clima. No obstante, los profesores Daron Acemoğlu (MIT) y James A.Robinson (Harvard) a través de su investigación Por qué fracasan los países, pueden darnos algunas luces de la razón del éxito o fracaso de las privatizaciones.
El argumento es que son las instituciones —el Estado de derecho— lo que genera incentivos para la inversión, la innovación y la prosperidad. Es decir, los países que lograron privatizaciones exitosas, transparentes y positivas para el país, fueron aquellos que tenían un sólido Estado de derecho, unas instituciones que trabajaban a favor de la gente, lo cual evitó que los amigos de los políticos se hicieran de las empresas a través del tráfico de influencias y la corrupción. Además, la solidez de las instituciones garantizó la paz social frente a la presión de los grupos de interés.
Tras 22 años de una economía centralizada, donde expropiaron empresas que iban desde productores de leche hasta de energía, Nicolás Maduro y su entorno empiezan a levantar algunas regulaciones y buscan capital a través de vender las empresas del Estado.
Pero esto no puede salir bien, no podemos esperar a un Maduro liberal capaz de sacar adelante a la economía.
De llegarse a privatizar Cantv o alguna otra empresa en este contexto, vamos a ver cómo rematan los activos de la república a enchufados o a empresas oscuras de Irán, Rusia o China. Veremos cómo harán cada etapa del proceso a espaldas de la gente y que no podrán garantizar la calidad de los productos o servicios de estas empresas. Pero, veremos una pequeña mejora, porque al final cambiaría la lógica de los intereses. A los enchufados les encanta el capital y las tarifas en a moneda de Washington. De la misma forma, el dinero que ingresaría a las arcas del Estado, no sería utilizado en bienestar para los ciudadanos sino en garantizar que Maduro siga en el poder.
Sanciones o no sanciones, privatizaciones o estatizaciones, Maduro seguirá siendo un obstáculo para la prosperidad de los venezolanos. La única forma de garantizar una transformación sana del sector público venezolano es generando unas instituciones que garanticen la transparencia y la justicia, para que de esa forma existan incentivos reales para que empresarios honestos tengan la confianza y la libertad para invertir en Venezuela. Ni el Maduro socialista ni el capitalista podrán crear instituciones que beneficien a los venezolanos.
Jesús Armas es Ingeniero Industrial (UCAB). Master en Políticas Públicas, Universidad de Bristol, Reino Unido. Concejal del Municipio Libertador 2013-2018. Activista del partido Primero Justicia.
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