Privatizada la FAN, por Teodoro Petkoff
Lo que hizo el Presidente en el desfile del Día del Ejército, en el Campo de Carabobo, constituye un verdadero vejamen a la Fuerza Armada Nacional y, en verdad, a la nación entera. Utilizar esa tribuna institucional, en una parada de una institución nacional como la FAN, tratándola como si fuera una montonera particular, como la que comandaba Maisanta, va más allá de muchos de los desafueros que ha cometido en estos años. Hacer proselitismo partidista, respaldar a ese patético personaje que es Russián y las medidas inconstitucionales que éste ha tomado e insultar de modo bajo al general Baduel (y cobarde, hay que decirlo, porque hacer eso desde las alturas del poder no es propiamente un gesto valiente). Tampoco tenía derecho a referirse a Acosta Carlez como lo hizo; por mucho que éste se merezca lo que de él dijo, no era el Campo de Carabobo, en un día de la patria, el sitio para tratar ese problema doméstico del PSUV. Está visto que Chacumbele no tiene el más mínimo respeto por la FAN. De hecho, la ha privatizado; se comporta como su propietario.
Pero, de otro lado, este «ejército forjador de libertades» se está pareciendo cada vez más al ejército que fue la columna vertebral de la dictadura de su verdadero creador, el general Gómez, y luego de la del general Pérez Jiménez. Al menos la actitud de sus mandos permite la analogía. Ciertamente, en la FAN no es tan fácil como en instituciones democráticas hacer reclamos a los jefes.
La disciplina y la subordinación a los mandos superiores hacen realmente muy difícil tal cosa, sobre todo después que Chávez se dejó de aquellos pujos supuestamente democráticos y suprimió el carácter deliberante que pretendió crear al interior de la FAN. Pero, ¿la institución como tal no puede, al igual que cuando, en 2002, lo obligó a no seguir portando el uniforme, exigirle respetuosamente un comportamiento cónsono con el respeto que ella merece? El respaldo a las inhabilitaciones de la Lista Russián lo hizo Chávez remachando una falacia.
Dijo que eso es lucha contra la corrupción. Esto sería cierto si hubiera siquiera uno de los inhabilitados sometido a juicio y condenado penalmente.
Los supuestos corruptos están inhabilitados, pero ningún juicio los ha condenado, lo cual sí sería un verdadero combate a la corrupción. La inhabilitación, además de un saludo a la bandera por parte de un contralor plegadizo y miedoso, que no se atreverá jamás a sancionar a ningún pez gordo rojo-rojito, constituye, en verdad, un recurso miserable e inconstitucional para quitar del camino electoral a rivales políticos. A la larga, sin embargo, si la medida se mantiene, se verá que fue otro autogol que se metió Chacumbele. La trampa sale.