Problemas de pronunciación, por Aglaya Kinzbruner
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La mayoría de los sicilianos se llaman Giuseppe, Vincenzo, Antonino y, algunos a veces , Ruggero, el rey normando de Sicilia, en honor de uno de los reyes más influyentes de la Edad Media. Fundó el Reino de Sicilia, hablaba muchos idiomas y en su corte se reunían las mentes más brillantes de la época. La etnicidad de los habitantes de Palermo era muy complicada, moros musulmanes, griegos ortodoxos y un largo etcétera, sin embargó vivió en santa paz con todos ellos
El siciliano es muy conservador en sus costumbre y una de ellas es el debido respeto y perenne recuerdo de los antepasados. Como la profesión de notario es y era bastante común hay muchas familias que tienen tremendo árbol genealógico que se remonta casi a Adán y Eva pre y postparaíso. El que me mandó mi primo Giuseppe llega hasta Moctezuma II en la persona de un nieto de él, hijo de su hija favorita Isabel o Tecuichpo, que llegó hasta la Ciudad de Mesina con el cargo de alcalde. Él venía de Siena donde había cambiado de nombre, de Juan del Gallego a Giovanni del Gallego. Nadie en Siena lograba pronunciar la “j”.
Lo primero que hicieron los ciudadanos de Mesina fue cambiarle el apellido que tampoco podían pronunciar. Así Del Gallego se transformó en Calleco y su nombre lo cambió Carlos V, una vez transferido a Sicilia, a Castellano del Salvador. Joven y buen mozo, las jóvenes de Mesina enseguida lo cortejaron y se casó con el premio mayor, una joven baronesa, Doña Angela Rosso, de buena cuna y last but not least, buena dote.
Siempre vimos esta historia como un guiño al pasado sin pasarlo por el tamiz de cierto/no cierto porque pensamos que, de ser cierto era una historia muy interesante y de no serlo, una hermosa fantasía. Sin embargo, al día de hoy contemplando el comportamiento de la Cancillería de México con respecto a las elecciones del 28 de julio, así a lo Juan Charrasqueado, no queriendo reconocer lo obvio, que la oposición ganó con creces, manteniendo una actitud cantinflérica del quesino y quesísí, sentimos la más profunda vergüenza por esa república que una vez fue ¡una hermana república!
Una hermana república donde se refugiaron venezolanos notables exiliados por regímenes dictatoriales. Rómulo Gallegos vivió en México DF, en la calle Toledo 4, frente al edificio del Seguro Social. Luego fue a Cuba donde la pasó muy mal. De vuelta a México, lo invita Armando González Mendoza a vivir unos meses en Michoacán. Eso fue en el 1952. Fue colmado de varias atenciones, una hermosa casa de campo en las Lomas de Santa María, hoy colonia Vista Bella. Allí escribe Rómulo estas líneas de amor y agradecimiento
La rosada Morelia,
Graciosa y serena
Ya estaba puliendo sus torres
Bajo el brillo sesgado del sol
Un día, siempre allí, le llevaron las mañanitas tocadas por un conjunto en el que estaba Emilio Romero, secretario del Gobernador de entonces, Ezequiel Guerrero. Les abrió la puerta Rómulo Gallegos en bata y con el rostro bañado en lágrimas.
Eran otros tiempos, y ¡otro México!
Nota: En el 1943 se filmó Doña Bárbara en México con lugar de producción en Honda, Tolima. En el 2008 se produjo la telenovela Doña Bárbara, una coproducción colombo/norteamericana. Fue una adaptación de la novela por la escritora Valentina Párraga.
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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