Proceso interno y disidencias dejan al descubierto fisuras del PSUV
El partido de gobierno abrió un proceso para escoger a sus candidatos con miras a las elecciones del 21 de noviembre, pero quedaron en evidencias los enfrentamientos a lo interno y la desconfianza en las bases del chavismo
El domingo 27 de junio se inició un proceso interno en el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para escoger a los abanderados de esta organización política con miras a las elecciones regionales del 21 de noviembre, pero el intento para demostrar una vocación democrática lo que hizo fue develar las fisuras a lo interno y el descontento de parte de las bases del chavismo con respecto a cuadros medios y altos de la organización.
Enfrentamientos a golpes, confiscaciones de cuadernos de registros, denuncias de fraude y de diversas manipulaciones fueron difundidos a través de las redes sociales con apoyo de imágenes grabadas en video, que evidenciaron las enconadas rivalidades que existen hacia las bases del partido, así como el descontento hacia varios de quienes hoy ocupan cargos de elección popular; disputas que antes los chavistas cuidaban mucho que quedaran “puertas adentro”.
#28Jun #Zulia
La alcaldesa del municipio #Machiques de Perijá, Betty de Zuleta, se enfrenta con miembros de las UBCH que reciben las postulaciones de aspirantes a candidatos del PSUV en el Liceo Manuel Felipe. – @ElPitazoTVpic.twitter.com/U86OYysYlz— Reporte Ya (@ReporteYa) June 28, 2021
En paralelo, exdirigentes que fueron figuras durante el gobierno de Hugo Chávez, suscribieron un documento para plantarse frente a la gestión de Nicolás Maduro, señalando el autoritarismo de su gobierno; mientras que en la Asamblea Nacional se ataca al diputado Óscar Figuera, secretario general del Partido Comunista de Venezuela (PCV), acusándolo nada menos que de aliado del imperialismo y, como a otros dirigentes que una vez apoyaron “el proceso”, de “izquierda trasnochada”.
Conflictos inocultables
En estados como Bolívar, Anzoátegui, Zulia y Carabobo, algunos aspirantes a convertirse en candidatos del PSUV han gritado fraude en el proceso de postulaciones. En Machiques de Perijá, estado Zulia, la propia alcaldesa, Betty de Zuleta, se enfrentó con miembros de las UBCH que recibían las postulaciones.
En Cabimas, también en Zulia, se denunció la compra de votos a cambio de comida o pago de dólares. En Marhuanta, estado Bolívar, también se denunció fraude y en Los Teques, estado Miranda, se denunció que la alcaldesa Rosa Wisely Álvarez se enfrentó con la militancia y se llevó la data recopilada en el proceso de postulación.
Mientras las trifulcas hicieron recordar la frase del exdirigente de AD, Gonzalo Barrios, quien se refirió a las disputas por candidaturas como “trompadas estatutarias”, se cuestiona la facultad que tiene la Dirección Nacional del PSUV y el propio Nicolás Maduro para decidir sobre las postulaciones y sobre las mismas candidaturas, potestad que puede volver a imponerse sobre la voluntad popular, experiencia que ya provocó disidencias en el pasado, como cuando en 2013 y 2015 se nombró a actores de televisión y cantantes como candidatos en desmedro de liderazgos políticos.
Aquí una muestra de cómo maneja el PSUV sus elecciones internas. Si esto es lo que se hacen entre ellos ¿qué no le harán a los demás? pic.twitter.com/eKQ1dp802n
— Luis Trincado (@LuisTrincado) June 27, 2021
PSUV mantiene la partidocracia
Cuando Hugo Chávez fue candidato presidencial por primera vez (1998) atacó duramente a los llamados “cogollos partidistas”, las altas dirigencias que con pactos movían los hilos políticos del país imponiéndose a liderazgos regionales y locales de esas mismas organizaciones, pero el fallecido teniente coronel llevó a sus últimas consecuencias esa tendencia, cuando él personalmente decidía quien era candidato y qué ley se aprobaba.
El sociólogo e investigador Damián Alifa recuerda que, en un principio, Hugo Chávez criticó mucho la dinámica de pacto entre partidos e hizo un cuestionamiento de la clase política en general del llamado Pacto de Punto Fijo, y que la primera organización del chavismo fue el Movimiento V República, denominación que evidenciaba el desdén hacia los partidos y que intentaba aglutinar también a movimientos sociales.
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“Esto fue cambiando a partir de 2006 cuando comenzó la idea de un partido unificado, lo que generó mucha tensión en el chavismo y partidos como PCV y PPT no quisieron sumarse. Luego que se conforma el PSUV hay varias rupturas, como el UPV de Lina Ron, que se retira por diferencias en los procesos internos; o el sector de Juan Barreto, que se lanzó a elecciones internas y al no ser reconocido forma el partido Redes; también Marea Socialista. En principio se trataba de un partido de masas”, detalla Alifa.
Recuerda que al principio el PSUV estuvo conformado por grandes asambleas llamadas grandes batallones, de los cuales podía haber cinco o seis en un municipio pequeño, contando así con una capacidad de movilización gigantesca vinculada al carisma de Hugo Chávez y los recursos que tenía el chavismo en ese momento, pero que luego el partido se fue “elitizando” y de batallones se pasa a UBCH (unidades de batalla Chávez), que son grupos más pequeños, con lo cual se va mermando la base de debate y discusión del partido, que cuenta con integrantes de la Dirección Nacional que no han sido removidos ni cedido sus espacios por más de 12 años.
Personalismos a lo interno disfrazados de tendencias
El politólogo Nícmer Evans, quien precisamente se desligó del chavismo y formó parte del movimiento Marea Socialista a partir del descontento por la manipulación de un proceso de escogencia de candidatos en 2013, asegura que los enfrentamientos a lo interno que se observan actualmente ya se había mostrado durante el proceso de convocatoria, elección y actuación de la asamblea constituyente que no convocó el pueblo sino Nicolás Maduro.
“Durante ese proceso se produjo toda una fracción que fue profundizando aún más la condición de partido de tendencias (que son personalismos políticos) en lugar de corrientes (que son las que van detrás de una concepción ideológica). Los personalismos son los predominantes a lo interno del PSUV, todos se disfrazan para hacer ver quién es más radical, más chavista o más de izquierda o comunista, pero detrás de ese disfraz está el personalismo político, con lo que las supuestas corrientes lo que hacen es disfrazar las tendencias”, explica Evans.
Añade que dentro de ese dilema, la asamblea constituyente tuvo un predominio de gente que, a lo interno, y proveniente de las imposiciones que se generaban desde el gobierno de Maduro, chocó con la aparente voluntad de beligerancia que tenían algunos sectores en el organismo.
“Había gente que quería decir cosas –indica-, cambiar el Estado centralista, convertir esto en el Estado comunal, revivir la prosopopeya más radical izquierdosa, olvidando posturas más socialdemócratas o más de derecha de Chávez en sus discursos. Esto fue acallado, mancillado y la imposición de Diosdado Cabello como presidente de la asamblea y los intereses de Maduro de utilizarla como una ficha para generar leyes que sustituyeran a la Asamblea Nacional (Parlamento), frustró la intención de quienes en verdad se creyeron constituyentes”.
Acerca de las trifulcas ocurridas durante el proceso de postulaciones, Damián Alifa señala que el proceso interno no se aprobó sino hasta última hora, lo que generó problemas de organización y falta de claridad con respecto a la metodología.
“Eso hizo que afloraran tensiones, normales en elecciones internas en cualquier tipo de organización. Se trata de un proceso complejo porque se trataba de postulaciones por UBCH, y se habla de 60.000 postulados para 5.000 cargos. Son postulaciones abiertas, ya que cualquiera podía ser postulado y eso generó tensiones en espacios donde se aspiraba a la reelección del gobernador o el alcalde y resulta que había grupos emergentes”, sostiene Damián Alifa.
Aunado a ello, están las facultades de la Dirección Nacional del PSUV y del propio Nicolás Maduro, lo que a juicio de Alifa podría generar mayores fricciones.
“El reglamento (para el proceso interno) le da poderes extraordinarios a Nicolás Maduro para la selección de candidatos y la Dirección Nacional se convierte en una especie de filtro de las postulaciones, son filtros que pueden en algún momento fracturar la decisión de sus bases como ha pasado en reiteradas ocasiones”, advierte Damián Alifa.
Recuerda lo que sucedió con respecto a la candidatura para la alcaldía del municipio Simón Planas, en el estado Lara, “donde a un comunero se le negó llegar a ser alcalde a partir de una decisión administrativa del CNE”, y agrega que se ha visto en varias ocasiones cómo se ha fracturado (vulnerado) la decisión de la gente.
“La primera dirección nacional del PSUV fue electa desde las bases, hubo candidatos que no fueron electos y luego fueron nombrados por el presidente Chávez. Hay una serie de problemas, decisiones verticales que lesionan las decisiones de las bases del PSUV”, enfatiza.
Desbandada
Nícmer Evans recuerda que en 2013 fue postulado para la candidatura a la alcaldía del municipio Libertador, en un proceso de postulaciones y escogencia de candidatos que se inició en ese año (cuando Chávez había desaparecido de la actividad pública) y cuando la directiva del PSUV había asegurado que el estatuto había sido aprobado por el líder del llamado proceso revolucionario antes desaparecer de la vida pública.
“Con base en esos estatutos –detalla- se hicieron las primeras postulaciones por parte de las UBCH, yo quedo entre los primeros tres postulados como alcalde de Caracas, pero lo único que queda de eso fue un anuncio en Venezolana de Televisión. Se leyó el resultado de Caracas, e inmediatamente después de leer el resultado se suspendió el proceso por condiciones sobrevenidas, como fue la muerte de Chávez, aunque todo el proceso pudieron hacerlo perfectamente antes de la muerte”.
Agrega que la metodología actual se heredó de aquel momento y es una donde al final siempre es la cúpula la que decide.
“Ya en la postulación hay una posibilidad de control por parte de las UBCH. Ahora se dieron cuenta que era un proceso complejo y que podía haber rupturas del control, de la cooptación, porque las UBCH son rebeldes, entonces lo que hacen es desconocer a varias de las UBCH, o algunas se reunieron y no aparecieron en el sistema, y otras que tienen base rebelde son cooptadas”, indica Evans.
Refiere que hay un caso en Chacao de una dirigente que se postuló como concejal, pero la UBCH manipuló la inscripción supuestamente porque faltaba el documento de identidad de la persona postulada y finalmente registraron a otra persona.
“Hay una rebelión, pero toda esta perorata de convocatoria aparente de democracia interna siempre ha servido como mecanismo para generar acciones de cooptación y control por parte de las cúpulas con apariencia de democracia. En ella siempre terminan imponiéndose en primera instancia aquellos que tienen recursos, los institucionales, y el resultado es la imposición de intereses de las cúpulas, cuando el que decide es el cogollo del PSUV”, asegura.
Freno a la disidencia
El gobierno de Nicolás Maduro ha sido particularmente férreo a la hora de cerrarle el paso a disidentes del chavismo que han intentado montar tienda aparte del PSUV. El Movimiento Marea Socialista se ha quedado con las ganas de ser legalizado porque el CNE no acepta que el nombre de la organización contenga la palabra “socialista”, mientras Redes, el movimiento del exalcalde metropolitano de Caracas, Juan Barreto, tampoco ha logrado la legalización de su partido.
El propio Nicolás Maduro, heredero de Hugo Chávez, quien enfrentó duramente a los sectores de la derecha política, llama “izquierda trasnochada” a sectores que apoyaron a su antecesor pero que ahora hacen críticas a las políticas económicas de su gobierno, que ha favorecido la dolarización de facto del país y ha comenzado a ceder empresas del Estado a grupos económicos foráneos.
El pasado 22 de junio, un grupo de dirigentes de izquierda suscribieron el documento “Luchemos por la vida”, en el que se pronunciaron en contra de los abusos del gobierno, la política “bipolar” y la violación de DDHH. Entre los firmantes figuran los exgobernadores Antonia Muñoz y Florencio Porras, los exministros Andrés Izarra y Oly Millán, además de exdiputados, concejales y directores de institutos del Estado.
El Movimiento Por la Democracia forma parte de los sectores cuyos integrantes firmaron el documento. Juan Luis Sosa, dirigente del mismo, explicó que el objetivo es buscar abrir espacios de encuentro para despolarizar el país.
Hasta ahora, al Movimiento Por la Democracia también se le ha negado la posibilidad de participar como partido político; sin embargo, Juan Luis Sosa indica que van a apoyar candidatos de otras organizaciones, de la oposición o de disidentes del chavismo, en las elecciones del 21 de noviembre.
“Partimos de caracterizar al gobierno como un autoritarismo hegemónico con rasgos de sultanismo y de totalitarismo. Es imposible que la oposición participe en un régimen electoral competitivo, pero los procesos electorales son ventanas donde la oposición democrática tiene la ocasión de generar hechos políticos que puedan desencadenar procesos hacia la redemocratización y reinstitucionalización del país”, señala Juan Luis Sosa.
Al rechazar las estrategias abstencionistas, Sosa recuerda dinámicas producidas por eventos electorales como los plebiscitos que organizaron los dictadores Marcos Pérez Jiménez en Venezuela y Augusto Pinochet en Chile, que propiciaron los hechos que condujeron al restablecimiento de la democracia.
Sosa señala que en los últimos años ha desaparecido la identidad pública Nacional con la generación de deuda, procesos de privatización, la falta de transparencia en las finanzas públicas y hasta la pérdida del control de espacios geográficos, como ocurre en algunas zonas de Caracas y del interior del país, donde bandas criminales o elementos armados irregulares dominan parte del territorio.
“Estamos en un momento pregomecista (antes de 1908) y el Estado ha perdido el control del espacio de la República, encontramos que se ha corporativizado el territorio. Es significativo lo que ocurrió en Apure, o lo que ocurre en el Arco Minero del Orinoco, en Caracas en la Cota 905, La Vega o Petare”, expresa.
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Por ello sostiene que la prioridad debe ser la unidad de la nación. “Es importante ese concepto, porque trasciende a partidos de oposición y debe abarcar a la nación toda”, acota.
Amenaza
El sociólogo e investigador Damián Alifa explica que el discurso del chavismo crítico es visto por el gobierno como una amenaza. “No es un discurso de la oposición sino de los propios principios del chavismo, algo que genera ruido y es difícil para un gobierno que anda en un viraje en lo económico que está generando una disonancia cognitiva dentro del chavismo”.
Detalla que un chavismo que había escuchado que había que estatizar, que la propiedad privada era mala y que el mercado había que controlarlo, ahora está escuchando todo lo contrario: que la moneda del imperio ya no es criminal, que la dolarización no es mala y tiene efectos positivos, que hay que privatizar algunas empresas, reducir el control del Estado y abrirse a la inversión privada extranjera.
“En este cambio de viraje se abren muchas grietas y por supuesto el discurso del chavismo disidente comienza a tener calada y el chavismo oficial o del gobierno quiere restringir la capacidad de acción política de esos sectores”, asevera.
El politólogo Nícmer Evans asegura que existe una gran desbandada en el PSUV y que la misma es absolutamente incontrolable, porque la ausencia de elementos de democratización a lo interno quedó en evidencia y eso genera una profunda frustración.
“A lo interno hay personas que siguen apostando y asumiendo que es posible rescatar el proceso; es la tesis de (el poeta Pablo) Neruda, ‘que desde las entrañas del monstruo se puede rescatar’ y transformar algo, pero esa apuesta interna ha generado un nivel sorprendente de reto a Maduro, incluso planteando unas primarias presidenciales, pero más aún, con el reto de llevarlo a un referendo revocatorio para tener opciones distintas, más o menos radicales y ver los ‘caballos’ que maneja el propio madurismo”.
Añade que las figuras emergentes que están siendo impulsadas por sectores que han estado apoyando a Maduro son Héctor Rodríguez, Rafael Lacava y Tareck El Aissami, que tienen pretensiones presidenciales, “todo a la sombra de Diosdado Cabello, que está replegado aunque todavía conserva cierta capacidad de poder, pero sin control de las tendencias del PSUV”.