Proletarios fuñíos, por Jesús Elorza
Twitter: @jesuselorza
Tremenda molestia les causó a los obreros de Sidor, en el estado Bolívar, el escuchar a los pocos milicianos de la empresa, haciendo un balance del 1 de mayo. A cada rato repetían parte de los discursos que habían escuchado:
«La solidaridad de clase ha sido uno de los elementos característicos en la acción del movimiento obrero internacional y se ha erigido en base a la hermandad que los pueblos, históricamente, han demostrado en el combate en contra de la opresión social. El internacionalismo proletario, como actitud y principio revolucionario, se configuró a medida que la conciencia de clase del proletariado se desarrolló y le permitió entender el carácter transitorio del capitalismo –históricamente hablando– y el papel histórico que a aquel le corresponde cumplir para poner fin a este sistema capitalista explotador y construir la sociedad del futuro: el socialismo».
Los obreros, al escuchar aquella perorata, comentaban entre sí que lo más seguro es que están leyendo una copia que le prepararon para este día. «No deben tardar en salirnos con una consigna revolucionaria».
Dicho y hecho. Acto seguido, uno de los milicianos con un megáfono señaló:
«La consigna proletarios de todos los países, uníos, resume en ella el carácter internacional de la lucha de la clase obrera para poner fin al capitalismo. La liberación social de los trabajadores no puede alcanzarse de manera definitiva si el régimen de explotación capitalista no es derrotado en su totalidad».
Además, todo el poder es para los consejos obreros, consejos comunales y las comunas y el garante de la revolución es y será la dictadura del proletariado ejercida y dirigida por nuestro camarada Nicolás.
«Síííí, Luisss», fue la expresión generalizada de los obreros. Ya llevamos 22 años con ese cuento chino bolivariano y los trabajadores no le vemos el queso a la tostada. Esa teoría supuestamente revolucionaria se le ven las costuras en su aplicación práctica. Por ejemplo:
–En la cúpula del poder gubernamental no hay un solo obrero, no nos vengan con el cuento que Nicolás fue chofer de autobús en el Metro, cuando todos sabemos que solo fue un reposero y, por el contrario, la mayoría de los allí presentes son burócratas militares.
–En las empresas expropiadas a la burguesía el control no lo tienen los consejos obreros sino militares puestos a dedo o civiles enchufaos y todas han fracasado.
—Las cifras de desempleo siguen creciendo a paso de vencedores.
—Pretenden vendernos como revolucionaria la tesis neoliberal de la tercerización del empleo.
—La congelación de los contratos colectivos.
—Salarios de hambre que no alcanzan para cubrir la cesta básica de alimentos.
—Los «aumentos» salariales impuestos unilateralmente por el Presidente.
—El paquetazo rojito con traducción inmediata en la inflación.
—La política gubernamental de estimular, proteger y legitimar el paralelismo sindical.
–La criminalización de la protesta social de los trabajadores, a través de la iniciación de acciones judiciales contra los defensores de derechos laborales mediante la aplicación de los artículos 357 y 360 del Código Penal los cuales limitan la manifestación pacífica y el derecho a la huelga asociadas a reclamos laborales.
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«No pasemos por alto —dijo uno obrero metalmecánico—, que en estos 22 años de ‘revolución socialista’ uno de los sectores sociales que más viene sufriendo altos grados de represión en Venezuela es la clase trabajadora, la más castigada en todos los sentidos en la catástrofe económica y social que se vive en el país. En particular, aquí en Guayana, hemos sufrido una represión más selectiva, que se eleva a niveles escandalosos por los grados de impunidad, implicando brutales ataques a la libertad sindical y a las libertades democráticas contra activistas obreros, dirigentes sindicales, que resisten y se encuentran, sobre todo, en el ámbito de las empresas del Estado».
Uno de los empleados dijo, tajantemente, que con el paralelismo sindical, desarrollado por este régimen, se le dio paso a la creación de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores de la Ciudad, Campo y Pesca (Cbstccp) para justificar y dar paso a la instauración de los «cuerpos combatientes» y las «cuadrillas de paz», para convertir a trabajadores en «policías» del Estado en las empresas.
Se les conforma como destacamentos auxiliares de las FF.AA. dentro de los lugares de trabajo, para «garantizar la operatividad de la empresa ante cualquier circunstancia», recibiendo entrenamiento de los militares y respondiendo a su estructura de mando. Convirtiendo a tales «milicias» en un componente más de las Fuerzas Armadas.
«Compañeros, esa teoría revolucionaria del siglo XXI es pura paja —dijo con arrechera una de las obreras presentes—, con sus argumentos plagiados o mal copiados pretenden generar una cortina de humo para justificar los actos vandálicos y de corrupción de este régimen. Sobre los hombros de los trabajadores colocan todo el peso de una política de hambre, miseria y represión. Frente a ello, nuestra consigna debe ser ‘proletarios de Venezuela, fuñíos’, la lucha continúa».
Jesús Elorza es Licenciado en Educación, profesor en la UPEL
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