Prórroga para traicionar, por Carolina Gómez-Ávila
Twitter: @cgomezavila
Sorprende un poco que el árbitro designado para imponer un resultado, se dedique a dar prórrogas. Cualquiera diría que lo hace para vestirse de tolerante y que eso le conviene para que la trampa no lo parezca tanto. Pero como eso será inútil cuando nos anuncie muchos millones de votos desde la baranda, presumo que el motivo debe ser otro.
La segunda prórroga al proceso de postulaciones —lo previsto hasta el 16 de agosto se prorrogó hasta el 26 y luego hasta el 4 de septiembre— me hace pensar que esperaban algo durante la primera que no sucedió.
Debe haber discusiones tras bastidores. Algunas grotescas e ideadas sólo para distraer, como la del militar con aerofagia; otras enrevesadas y peligrosas, como temo que sea la que debe estar sosteniendo Henrique Capriles.
No dejo de preguntarme cuál sería la valiosa ganancia que puede obtener Capriles a cambio de herir tan profundamente a la coalición opositora, considerando que la presidencia de la república no estará a su alcance con ello.
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¿Es tan importante para su aspiración participar en esta patraña? De seguirse la vía que parece proponer en su guabinoso discurso, debe haber contemplado que falta mucho tiempo para unas elecciones en las que él pueda competir. Y también que después de ese ventarrón no tardará en recoger las tempestades.
No será gratis eso de abandonar a quienes le dieron apoyo irrestricto más de una vez y por muchos años. No me basta creer que lo hace sólo porque le podrían arrebatar, en elecciones libres y justas, el sueño de despachar desde Miraflores.
La tardanza puede deberse a que esté aglutinando apoyos. Además, la prensa de alquiler también se tarda en tomar posiciones y empezar a hablar de que el 6D puede ser “un hito de movilización”.
Nadie sabe cuál movilización, eso sí. Porque el mismo hombre que nos mandó, después del fraude del que fue víctima en 2013, a descargar nuestra indignación en una cacerola, haría el ridículo si llegara a llamar a la calle para defender las curules de los desprestigiados que ahora pudiera postular.
Me parece que está en plan vengativo puro y simple; que, obnubilado del todo, no prevé que la deslealtad a la coalición democrática le generará una factura impagable.
No importará cuántas curules gane o pierda “La Fuerza del Cambio”, importará que Capriles habrá sido parte de quienes se dedicaron afanosamente a clavetear el ataúd de la coalición. No sé si es una osadía, una locura o si ya descendió al círculo del averno en el que no le importan los resultados sino desahogarse. Para traicionar, tiene nueva fecha tope: el 4 de septiembre; para hundirse en las consecuencias, no.
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