Prostitución infantil, por Gisela Ortega
La prostitución infantil es una de las más abominables condiciones de trabajo y una forma moderna de esclavitud. A los niños sexualmente explotados se les trata a menudo como a delincuentes.
Los datos son escalofriantes. Según un cálculo reciente de la Organización Internacional del Trabajo, de los 12.3 millones de personas que son víctimas de trabajo forzoso en todo el planeta, 1.39 millones están involucradas en la prostitución infantil obligada, y de un 40% a un 50% son niños y niñas.
El artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea general de las Naciones Unidas de 1989 y ratificada en agosto de 1997, exige acciones para proteger a los niños de “toda forma de malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual”. El artículo 34, por su parte, va más allá y exige a los Estados Partes el compromiso de “proteger al niño contra todas las formas de aprovechamiento y abuso sexuales”, además, enfatiza en la naturaleza internacional de ciertos tipos de usufructo y exhorta a los Estados a adaptar todas las medidas de carácter nacional, bilateral y multilateral que sean necesarias para impedir:
-La incitación o la coacción para que un niño se dedique a cualquier actividad sexual prohibida.
-La utilización del niño en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales,
-El uso del niño en espectáculos o materiales pornográficos.
La convención de 1999 de la Organización Internacional del Trabajo, define la explotación sexual como una de las peores formas de trabajo infantil
El Comité de los Derechos del Niño ha expresado su preocupación por las tradiciones o creencias que incitan a la explotación, por ejemplo, la idea de que mantener relaciones sexuales con niñas pequeñas rejuvenece.
Tal como se la define en la Declaración del Congreso Mundial con la Explotación Sexual Comercial de los Niños, celebrado en Estocolmo en 1996, reafirmados en Yokohama, Japón, en 2001: “La explotación sexual infantil con fines comerciales es una violación importante de los derechos del niño. Comprende el abuso sexual por parte del adulto y una remuneración en dinero o especies de una tercera o personas. El niño es tratado como un objeto lucrativo. La explotación sexual con fines mercantiles constituye una forma de coerción y violencia hacia los niños y una forma contemporánea de esclavitud”
Lea también: Estamos en Venezuela, por Rafael A. Sanabria M.
Se debate mucho y se ha dado mucha publicidad al tema de la prostitución infantil. Su incidencia se concentra tanto en países industrializados como en vías de desarrollo. Esta forma de violencia tiene un particular campo de acción denominado “turismo sexual”, la disponibilidad de niños para la prostitución ha sido publicitada como elemento de atracción en Filipinas, India y Sri Lanka y otros lugares para viajes de vacaciones en la mayoría de los países occidentales.
La Organización Mundial del Turismo adoptó una declaración para evitar el turismo sexual organizado y sensibilizar a la industria ante los intereses de la infancia reforzando la educación, así como la acción colectiva y las reformas legales.
Una manifestación importante nacida del abuso sexual, es el crecimiento mundial de la producción y distribución de pornografía infantil, que no solo incluye libros y revistas, sino también CD Rom informativos e información en Internet, ha llevado a tomar parte en el asunto a cuerpos especiales de policía internacional y a la cooperación fronteriza.
El abuso sexual, al igual que otras manifestaciones de violencia hacia la infancia, no es un acontecimiento nuevo. Parece claro que, aunque sucede fuera del entorno familiar, la mayor parte tienen lugar en sus propias casas, y son perpetrados por sus propios padres o por familiares cercanos. Y en general, los autores de la agresión son hombres.
En la mayoría de las sociedades actuales el acto o la agresión sexual sin consentimiento o con algún otro modo de coerción están prohibidos, independientemente de la edad o la posición que ocupa cada una de las partes.
Es crucial que los gobiernos reconozcan y admitan la existencia de la explotación sexual. Los mecanismos de respuesta, entre ellos la creación, aplicación y cumplimiento de los marcos jurídicos apropiados para proteger a los niños y castigar a los culpables, son esenciales.
Actitudes, costumbres y prácticas, tres factores que muchas veces posibilitan, normalizan y condonan la demanda de la prostitución infantil. Las comunidades se muestran a menudo reticentes a intervenir en casos de explotación sexual, debido a la falta de conocimientos, sobre el daño que causa a sus víctimas, al miedo y la intimidación, y a motivos económicos.
Los niños que han sido objeto de abuso, terminan a menudo en situaciones de explotación sexual y es menester dotarlos de información para que sepan cómo evitar los riesgos, cuáles son las estrategias para protegerse y dónde pueden obtener ayuda, esto último es fundamental para conseguir que sean menos vulnerables.
Maestros, dirigentes deportivos y comunitarios, pueden contribuir a informar a los niños y niñas sobre sus derechos y sobre todo como pueden protegerse mejor.
La educación sobre salud sexual es importante porque capacita a los niños y niñas para protegerse a sí mismos contra enfermedades de transmisión sexual como el VIH/SIDA, a la vez que reduce la incidencia de embarazos entre adolescentes.