Provenezuela, por Sergio Arancibia
El gobierno de Venezuela acaba de crear un nuevo organismo estatal denominado ProVenezuela, que se define como una “agencia de promoción de inversiones y exportaciones”. Esta es una buena iniciativa. En realidad, muchos países de América y del mundo tienen organismos similares, y en nuestra región tenemos ProColombia, ProPerú, ProChile, ProMéxico, etc. Se trata, en todos los casos, de organismos especializados, de alta capacidad profesional, que asumen la compleja tarea de promover, en beneficio de un país determinado, las inversiones y las exportaciones en el plano internacional. Hay, por lo tanto, una experiencia acumulada, que debe ser aprovechada, de modo de no intentar inventar nuevamente la rueda, y de no cometer errores que se han cometido en otras circunstancias.
Lo primero que se debe tener en consideración es que un organismo de esa naturaleza no puede convertirse en un mero organismo de propaganda y de agitación internacional del gobierno de turno, cualquiera que este sea. Muy por el contrario, tiene que ser un organismo que lleve adelante políticas de estado, que sean de largo plazo, y que reúnan detrás de si a todos los sectores políticos, económicos y sociales. Y para llevar adelante políticas de estado hay que generar consensos respecto a lo que el país quiere en materia de inversiones y en materia de exportaciones, o en otros términos, respecto a las metas y las modalidades a través de las cuales el país pretende integrarse a las grandes corrientes comerciales y financieras del mundo contemporáneo.
No puede ser lo mismo, por ejemplo, un organismo que asume como meta que el país se vincule a la economía internacional vendiendo recursos naturales con poco valor agregado, que si asume como propósito de largo plazo potenciar las exportaciones manufactureras o las ventas de bienes y servicios de alta tecnología. En síntesis, las metas de largo plazo determinan lo que ese naciente organismo puede llegar a ser, así como los agentes económicos con los cuajes se relacionará dentro y fuera del país.
El ser un organismo que lleve adelante una política de estado debe conducir, entre otras cosas, a convocar en su seno, como personal técnico y gerencial de planta, a los mejores economistas, licenciados en comercio exterior o egresados de carreras afines de nuestras universidades, y que preferiblemente tengan experiencia en el campo empresarial y del marketing y que sean elegidos por medio de concursos abiertos y transparentes.
No se puede cometer el mismo error que se cometió en la industria petrolera, donde se hizo cuestión de honor poner en cargos directivos a gerentes medios y altos que nada sabían de la actividad petrolera, y cuyo único mérito era tener un alto grado de lealtad hacia el gobierno rojo rojito y hacia el dinero fácil.
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Toda vez que la idea central tiene que ser organizar, capacitar y apoyar la actividad exportadora de las empresas nacionales, hay que convocarlas a todas ellas a las actividades que se lleven adelante desde ProVenezuela – desde integrarse a comités de exportadores, hasta participar en ferias o misiones comerciales, o a ser beneficiados de la inteligencia comercial que se genere. No se puede actuar con el criterio sumamente erróneo de trabajar con empresas que no tienen ninguna capacidad exportadora, pero están vinculadas al accionar gubernamental, y por ello se les proyecta como cartas de presentación del país en el plano internacional. Tampoco se debe dejar de trabajar con empresas que tienen capacidad exportadora, o que pueden llegar a tenerla en un futuro cercano, y se les deja fuera por consideraciones políticas.
Aprender a generar y a asumir una política de estado no es una cosa fácil, pero es quizás el primero de los grandes desafíos que debe enfrentar esta naciente institución.