Provocaciones, por Teodoro Petkoff
El primer deber de un gobierno, dicen que decía Rómulo Betancourt, es no dejarse tumbar. Eran tiempos de fragilidad institucional, de golpes y alzamientos… como los de ahora. Pero viendo las actuaciones del gobierno cabe preguntarse si éste está defendiéndose o está haciendo todo lo posible para que lo tumben. ¿Cuál es la lógica de su comportamiento, si es que la tiene? Los allanamientos a los hogares de altos oficiales son incomprensibles, desde un punto de vista estrictamente investigativo. En la FAN no es necesario llevar a la fuerza a ningún oficial ante un tribunal militar o ante la DIM. Basta con una citación y la disciplina hace lo demás. Si se trata de buscar algo en los hogares, ¿por qué hacerlo de noche o de madrugada, con un despliegue innecesario de fuerza? En un régimen dictatorial esos procedimientos forman parte del mecanismo del terror. En un régimen democrático son absolutamente ilegítimos. Los oficiales no están enconchados ni andan huyendo; de hecho, están activos. Los allanamientos son pocos y selectivos, pero retumbantes: el general Vásquez Velasco, dos coroneles. Tal pareciera que más que develar un golpe lo que se está es provocándolo. ¿Qué otro sentido pueden tener los allanamientos de ayer? ¿Tiene interés el gobierno en provocar una sublevación militar ahora, creyendo que puede aplastarla rápidamente? ¿O piensa que esa es la manera de disuadirla? Si fuere así, habría un error de cálculo. La reacción misma de los vecinos de los allanados habla bien claro del clima de pelea que existe en el país. Abusos y atropellos, antes que amedrentar, enardecen. En fin, también cabe la posibilidad de que sea pura ineptitud. Porque eso de allanar un apartamento del cual el coronel Rodríguez Salas se mudó hace ochos años, no es muy profesional que se diga.
Por otro lado, el caso de la Policía Metropolitana también muestra una conducta provocadora. Si el origen del amotinamiento es reivindicativo (porque es verdad que en la administración pública los pagos están muy atrasados), ¿qué hacen gentes del gobierno metiéndose en ese pleito, azuzando a los amotinados? Algunos piensan que estaríamos ante un nuevo episodio de la guerra entre Peña y Bernal y aunque el vicepresidente ha negado que exista una intención de intervenir la PM con la Guardia Nacional, lo que está ocurriendo parece indicar lo contrario. Es sabido que desde el comienzo el propio Chávez intentó echarle mano a la PM y que en el gobierno hubo fuerte oposición a su desmilitarización. El motín parece venir como anillo al dedo para favorecer tal plan. Habría que subrayar que el problema debe ser manejado por el gobierno metropolitano y que en ningún caso se debería echar atrás en ese paso fundamental que ha sido colocar la PM bajo mando civil. La Constitución es la que da el mando de esa policía a la Alcaldía Metropolitana. Remilitarizarla sería un abierto atentado a la norma constitucional y una verdadera provocación política. Si fuere así, ¿por qué y para qué?