Prueba teologal, por Marcial Fonseca

Esta recopilación está exornada de las lecturas que agobiaron el intento de aprender algo de la Teoría de la Relatividad Especial de Albert Einstein; sobre todo en el comportamiento de la luz y la posible explicación de ello. Y que representamos, como ya es aceptado ampliamente en el mundo técnico, con la letra c. Empecemos con ejemplos simple para ir entendiendo el problema; y que ya son muy manidos cuando se toca este tema.
Usted, amigo lector, va en su carro a una velocidad de 80 kph y es adelantado por uno que va a 100 kph, usted dirá que ese carro va a 20 kph respecto a usted. Ahora, sea un tren, con vagones inmensamente largos, que se desplaza a 50 kph y dentro de uno de sus vagones va un carro de esos usados en jugar golf, que se mueve en la misma dirección con una rapidez de 30 kph respecto al tren. Aquí podemos apoyarnos en la sencillez de la teoría de la relatividad especial. Para el conductor del tren, como dijimos arriba, afirmará que la velocidad del buggy es 30 kph; pero alguien en el andén, opinará que el buggy está moviéndose a ochenta kilómetros por hora es decir, 50 + 30.
Hasta aquí, todo sencillo, como decir que una botella que contiene un litro de leche y le trasiegan unos quinientos centímetros cúbicos de agua, cualquiera dirá que el contenido es litro y medio de leche y agua. Ahora cambiemos uno de los actores. En vez de un vehículo corriente sofistiquemos la situación diciendo que enviamos un rayo de luz; que para esto basta con encender una linterna o una pistola láser. Habrá muchos cambios; empezando, la velocidad de desplazamiento de la luz será de trescientos mil kilómetros por segundo. Y seremos testigos de algo mágico: el rayo de luz tendrá, para el que va en el tren y que prendió la linterna, la misma velocidad que para alguien en reposo en el andén, esto es, ambos condecirán en trescientos mil kilómetros por segundo.
Nuestra cotidianidad, empero, nos has enseñado que la luz debería desplazarse con su velocidad propia más la del vehículo donde fue encendida la linterna. Como es lo natural en el caso de lanzar una pelota a una velocidad vp en un tren que se mueve a vt,. Para alguien en el andén, es decir que ve el tren en movimiento, inferirá que la pelota se desplaza a vp + vt. Ahora, para el que encendió la linterna, la velocidad de la luz será c, independiente del movimiento del tren; esto será así para cualquier que esté en el andén.
Claramente, Dios nos maravilla con lo que nos permite ver las cosas; el autor prefiere hablar de una jugarreta de Él, o una prueba sutil de su existencia.
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Marcial Fonseca es ingeniero y escritor
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