PSUV: gallinero vertical, por Teodoro Petkoff
El futuro jefe del PSUV ha dicho que este será el partido más democrático de la historia del país. Sin embargo, el proceso de su creación demuestra exactamente lo contrario:
será el menos democrático que hayamos conocido jamás. Por de pronto, basta con tomar nota de que, de entrada, el modo como se ha planteado su construcción, niega toda posibilidad de vida interna democrática. Si Chávez no reconoce el derecho a la existencia de diversos partidos respaldando el mismo proyecto, es obvio que muchísimo menos reconocerá la legitimidad de tendencias internas en el PSUV. Esto niega toda posibilidad de debate real y anuncia un régimen interno sometido al cepo del llamado “centralismo democrático”, que no es otra cosa que un régimen de tipo militar.
En la única instancia del partido donde, teóricamente, podría haber discusión, es en su dirección —pero en su cogollo, por cierto, en su reducido círculo ejecutivo. Puesto que el partido funciona según la regla de la subordinación de los organismos inferiores a los superiores, una vez tomada una decisión, supongamos, incluso, que después de un debate democrático en el cogollo, ella pasa a ser de obligatorio cumplimiento, sin discusión, en el resto de la estructura organizativa. Esto es el centralismo democrático. Exactamente un gallinero vertical. Pero, es que ni siquiera en el cogollo serán tomadas decisiones democráticas. Un partido que nace con su jefe chantajeando a los posibles integrantes con la formulita de “entran o se van del gobierno”, con su jefe insultando del modo más brutal a figuras de otros partidos que han expresado opiniones distintas de la suya en cuanto al PSUV, con un jefe que ha gobernado al país como una finca privada, sin admitir objeciones a sus “grandes” ideas, por disparatadas que hayan sido, ¿podrá ser un partido donde alguien se atreva a discutir con el jefe? No. Chávez quiere un instrumento partidista que sea la cara civil de la misma moneda cuya cara militar será la FAN, que le permita planchar todas las arrugas internas y someter a la militancia a una disciplina vertical, similar a la militar, para contar con una herramienta obediente con la cual copar todas las instancias del Estado y del Gobierno.
¿Se exigirá a los oficiales de la FAN la militancia en el PSUV? En principio no tendría nada de extraño porque el modelo que se está copiando es el soviético-cubano, en el cual los oficiales militares son miembros del partido. La base del partido se organizaría en compartimientos estancos. Fiel a la nomenclatura castrense que siempre utiliza, Chávez tal vez los denomine “escuadras”. En teoría esos organismos de base están incomunicados entre sí, lo que facilita su manipulación desde la dirección porque supuestamente los integrantes de cada organismo de base desconocen lo que ocurre en el resto. Sólo la dirección conoce la vida del conjunto.
La gran pregunta es si este modelo de partido funciona en la práctica. Un entorno democrático, por precario que sea, hace inevitables las tendencias internas, así sea “clandestinamente”, tal como impide la incomunicación entre los militantes. Mucho menos en la época de internet. El PSUV nace con plomo en el ala.