Puñalada trapera, por Teodoro Petkoff
El recurso introducido por Chávez ante el TSJ es una típica jugarreta para poner el caldo morado. Precisamente cuando acaban de ser introducidas ante el CNE las firmas para un referendo consultivo y en vísperas de que se inicien conversaciones entre gobierno y oposición, solicitar que el TSJ declare la acefalía del organismo electoral constituye una verdadera provocación. Sin duda que esto es una piedra colocada en el camino de aquellos eventuales contactos entre los contendores. Ante todo, usualmente, cuando el Ejecutivo rechaza una ley, la devuelve al Parlamento con sus observaciones y solicita su revisión. Chávez obvió este paso. Se comprende: la ley fue aprobada sólo con los votos del MVR, porque la oposición salvó los suyos, de modo que devolverla a la Asamblea Nacional implicaba, por una parte, pedir al MVR que apurase el trago amargo de desdecirse y, por la otra, aun si el MVR le obedeciera, no tener las dos terceras partes de los votos necesarios para levantar la sanción a una ley ya aprobada. Por eso se fue directo al TSJ. La solicitud misma es absurda. La disposición transitoria objetada establece que los actuales miembros del CNE permanecerán en sus cargos hasta tanto sean sustituidos por los que pronto habrán de ser elegidos por la AN. Lo que Chávez pretende es que el TSJ declare la cesación en sus cargos de los miembros del CNE, lo cual es un disparate porque ningún funcionario público puede abandonar su cargo hasta ser reemplazado por su sustituto.
Chávez sabe esto. ¿Por qué hace, entonces, algo tan evidentemente ilógico? La respuesta podría estar en una extraña reunión que, así se nos dijo de fuente confiable, sostuvieron García Carneiro y otros generales, en la tarde del lunes pasado, con varios magistrados del TSJ. Según parece, los generales habrían sugerido que no puede permitirse que este CNE tenga en sus manos la posibilidad de considerar la petición de convocatoria a un referendo. Un nuevo CNE podría tardar algún tiempo en ser elegido y tiempo es lo que anda comprando Chávez a cualquier precio. Por lo pronto, el recurso ante el TSJ le da varias semanas antes de verse obligado a promulgar la ley, aun si el Supremo declarase sin lugar la solicitud presidencial. EL TSJ está ante una decisión crucial. Declarar con lugar el recurso del presidente sería un llamado a zafarrancho. En cambio, de actuar conforme a Derecho dejaría abierto el camino que conduce hacia soluciones políticas.
Aquí pierde quien pise los peines y ganan los pescadores en aguas revueltas.