Puntualidad-Puntuales, por Gisela Ortega

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La puntualidad es una actitud humana apreciada en muchas sociedades como la virtud de coordinarse cronológicamente para cumplir una tarea requerida o satisfacer una obligación en un plazo anteriormente comprometido o hecho a otra persona, mostrando respeto por el tiempo propio y el de los demás.
La palabra «puntualidad» deriva de la raíz latina «punctus», que significa «punta afilada» o «punto». Aunque no es un concepto nuevo, ha evolucionado a lo largo de la historia. Se considera una cualidad y un distintivo de muchas culturas, especialmente en el ámbito profesional y social. Significa cortesía, educación, respeto, sinceridad, honestidad y cumplimiento de palabra.
Se adquiere desde los primeros años de vida mediante la formación de hábitos en la familia, donde las normas y costumbres establecen horarios para cada una de nuestras actividades.
Es reflejo de respeto hacia los demás, ya que en la escuela y en la vida social llegar a tiempo es un signo de buena educación. Al ingresar al colegio, se desarrollan todas las actividades de acuerdo con el horario que se establece en los reglamentos internos. Estos programas permiten tener un orden, además de ayudar a la coordinación de las clases; todo esto consolida la actitud aprendida en el hogar.
La sociedad japonesa o en el sector militar no existe básicamente ninguna permisividad por su incumplimiento; retrasarse es equivalente a demostrar desprecio por el tiempo de otra persona y se puede considerar un insulto. En tales casos, la puntualidad se suele hacer cumplir por medio de la aplicación de penalidades sociales, al excluir, por ejemplo, a los que llegan tarde.
Las personas de éxito son indefectiblemente puntuales: no pueden darse el lujo de desperdiciar el tiempo, y además manifiestan respeto hacia el invitado. El tiempo es oro, dicen, pero podríamos decir el tiempo es vida. Un segundo puede significar la diferencia entre permanecer vivo o morir.
La consideración de la puntualidad como valoración personal del tiempo puede ser la razón de la expresión atribuida a menudo a Luis XIV: es la cortesía de reyes.
Una persona impuntual está vinculada a una búsqueda de atención, pierde el respeto de los demás, pues su descuido es señal de irrespeto por el tiempo de otros seres e incluso puede indicar menosprecio; se ha visto como una forma de demostrar importancia o poder; en segundo lugar, muchas veces desperdicia grandes oportunidades.
Ya sea en cualquier grupo social al cual se asista, la puntualidad es algo que debemos cumplir, pues todas las personas merecen respeto.
La puntualidad, según la psicología, es un signo de responsabilidad y consideración hacia los demás. Llegar a la hora, o incluso antes, refleja un compromiso con las obligaciones y un reconocimiento del valor del tiempo propio y ajeno.
En nuestro país este valor está muy desprestigiado se puede ver en las clínicas: el paciente llega a la hora citada. Sin embargo, debe esperar hasta tres horas para que pueda ser atendido por el médico, sin especificar la causa de su impuntualidad.
La puntualidad es responsabilidad y respeto para quien nos espera. Es tan importante que un soufflé que prepara un ama de casa para sus invitados, puede desinflarse por el retraso de éstos.
A lo largo de la historia, la puntualidad, ha sido vista como una virtud en muchas culturas, ejemplos notables en figuras influyentes como George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, y Mahatma Gandhi, líder político hindú, eran conocidos por su estricta adhesión a los horarios.
El filósofo alemán Immanuel Kant, –1724-1804–, también abordó la importancia de la puntualidad; para él, refleja la capacidad de una persona para cumplir con sus deberes y obligaciones de manera consistente, lo que contribuye a la construcción de una sociedad basada en el respeto mutuo y la confianza.
En la novela, publicada en 1948, «La puntualidad» (o «El tren llegó puntual») del escritor alemán, Heinrich Boll, -1917-1985-, Premio Nobel de Literatura 1972, se explora la importancia de esta conducta en las relaciones interpersonales y la vida cotidiana.
Algunas afirmaciones relacionadas con la puntualidad: «Es el deber de damas y caballeros». «Es necesidad de los hombres de negocios”. «Es costumbre de gente bien educada».
Al Padre Pascal le estaban haciendo una despedida por sus 25 años de trabajo en su parroquia. Un político miembro de la comunidad fue invitado para dar un breve discurso. Como el político tardaba en llegar, el sacerdote decidió decir unas palabras él mismo para llenar el tiempo.
«Mi primera impresión de la parroquia –dijo– la tuve con la primera confesión que me tocó escuchar. Pensé que me había enviado el obispo a un lugar terrible. Ya que la primera persona que se confesó me dijo que se había robado un televisor, que les había robado dinero a sus padres, había robado también a la empresa donde trabajaba, además de tener aventuras sexuales con la esposa de su jefe…Me quede asombrado, asustadísimo. Pero cuando transcurrió el tiempo, fui conociendo más gente y vi, que no todos eran así, vi una parroquia llena de gente responsable con valores comprometidos con su fe. Y así he vivido los 25 años más maravillosos de mi sacerdocio».
Justamente en ese momento llego el político, por lo que se le dio la palabra. Por supuesto, pidió disculpas por haber llegado tare y empezó a hablar diciendo: «Nunca voy a olvidar el primer día que llegó el padre a nuestra parroquia. De hecho, ¡tuve el honor de ser el primero que se confesó con él!»
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Gisela Ortega es periodista.
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