Putin me quiere muerto, por Jesús Elorza
Twitter: @jesuselorza
El denunciante del sistema de dopaje de Rusia Grigory Rodchenkov nuevamente acude a los medios de comunicación para denunciar al régimen ruso. En esta oportunidad, lunes 3 de agosto, lo hace con su rostro totalmente cubierto y oculto en Estados Unidos, brindó una entrevista para hablar sobre su vida actual. Él lideraba el sistema de dopaje en el deporte de su país y decidió informar las autoridades mundiales las irregularidades que terminaron en una histórica sanción
El haber puesto al descubierto el programa de dopaje ruso patrocinado por el Estado, obligó a Rodchenkov a ocultarse en Estados Unidos hace cinco años. El revelar su identidad actual aún es demasiado riesgoso para este químico convertido en denunciante, incluso en una entrevista en video desde un lugar no revelado.
“Son mis medidas de seguridad porque enfrento amenazas físicas para ser asesinado”, le dijo a The Associated Press. Putin me quiere muerto ¡Y yo quiero vivir! “Él es bastante lógico, separa a la oposición en dos grupos: enemigos y traidores”, afirmó Rodchenkov. “Yo caigo en la categoría de los traidores y todos los traidores deberían ser decapitados, suprimidos, muertos. Así que no hay duda de que me quiere muerto”.
Este químico ruso es un personaje central en la trama de dopajes en su país que resquebrajó las estructuras deportivas de una nación que habitualmente es protagonista principal en los Juegos Olímpicos. Hace cinco años decidió ocultarse en Estados Unidos y denunció una injerencia del Estado en el programa de dopaje. Ex director del laboratorio antidopaje de Moscú, se transformó luego en informante de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
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Rodchenkov era el cerebro detrás del “Coctel de la Duquesa”, una mezcla de oxandrolona, metenolona y trembolona, tres anabolizantes con el mismo efecto que el Turinabol, pero con una ventana de detección mucho menor, encubrimiento que convirtió a Rusia en una máquina de ganar medallas en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014, colocándose en la cima del medallero con 13 de oro antes de que comenzaran las descalificaciones.
Espías rusos se aseguraban que el coctel no fuese detectado en las pruebas antidopaje; agentes del Servicio Federal de Seguridad la nueva KGB (FSB, por sus siglas en ruso) se valían de un agujero en la pared del laboratorio en Sochi, para intercambiar las muestras que tenían esteroides con orina limpia durante la noche.
El encubrimiento del dopaje se extendió más allá de los Juegos Olímpicos de Invierno a los Juegos Olímpicos de Verano, los Paralímpicos, el campeonato mundial de atletismo y todos los deportes más importantes.
Más de cien deportistas rusos no pudieron participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 a raíz de este escándalo, que todavía persiste hasta hoy. En diciembre del 2019 la AMA (Asociación Mundial Antidopaje) dictaminó una sanción histórica contra el deporte ruso: excluir a Rusia de los Juegos Olímpicos durante cuatro años, por lo que no podrá estar en Tokio 2020 (postergados para el 2021) ni en la edición de invierno de Beijing 2022. La decisión también alcanza al Mundial de fútbol del 2022 en Qatar.
Sin embargo, altas autoridades del Comité Olímpico Internacional hacen esfuerzos por anular esta ejemplarizante medida y buscan por todos los medios que Rusia pueda participar en los juegos y así poder garantizar el inmensamente rentable negocio de los Juegos Olímpicos.
Hipócritamente defienden el «Fair Play» pero se hacen los locos frente al Juego Sucio del Dopaje….amanecerá y veremos.
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