Que escasea, por Gisela Ortega
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En economía la escasez es causada por varios factores que se clasifican en dos categorías: el incremento de demanda y la disminución o agotamiento de fuentes y/o recursos.
La base del «problema económico» radica en que los seres humanos tienen una serie de necesidades y disponen de unos recursos escasos para satisfacerlas.
La escasez afecta la producción, ya que limita la cantidad de bienes y servicios que se pueden producir, y generalmente, conduce al aumento de los precios de los productos insuficientes.
El hambre, la guerra, el cambio climático, entre otros, son términos a los que desgraciadamente nos estamos acostumbrando. Son problemas que nos preocupan y sobre los que podemos actuar incluso con una pequeña contribución que, sumada a la de todos los demás, puede cambiar las cosas.
En todo el mundo, los consumidores y las empresas se enfrentan a una escasez de productos, que incluye desde el café, el agua, la electricidad hasta el carbón. Una de las principales causas del problema son las alteraciones en el comercio internacional derivadas de la pandemia de Covid-19, pero hay muchos otros elementos en juego.
Una de las tendencias más constantes de la vida moderna la constituye la expansión creciente de las necesidades, agravada por el hecho que no tenemos un registro de todo aquello que requerimos, que muchas de las cosas que nos hacen falta no se dan en abundancia, que resultan escasos los “bienes económicos”, es decir, los medios de satisfacer esas carencias.
De allí la razón por la cual el problema central de la Economía consiste en cómo distribuir esos medios escasos, -ya por existir una cantidad limitada o por el sacrificio de energía y tiempo que supone su obtención y adecuación- entre las múltiples privaciones; también, qué la finalidad fundamental de la actividad humana al servicio de la Economía, sea la de superar la escasez de bienes en la medida más amplia posible mediante la obtención de medios que, ya por su calidad o por su cantidad, contribuyan a la producción de esos beneficios destinados a la satisfacción de las necesidades de la humanidad.
En consecuencia, que el nivel de vida de cada pueblo lo determine la magnitud del conjunto de bienes de consumo creados para satisfacer directamente sus penurias respectivas.
Se habla de riqueza en sentido económico, cuando el hombre encuentra ante sí muchas posibilidades de poseer y adquirir, cosas que tener y de que disponer, que comprar y que vender. Hay países de inmensa riqueza, de abundantes recursos, de enormes ingresos. En medo de esa opulencia que expresa una relación exagerada entre las posibilidades y las necesidades, en tantas cosas que sobran y se tenga que elegir en lo superabundante, la población mundial vive abrumada y castigada por una notoria escasez que llega a evidenciarse en el desabastecimiento de renglones de consumo básico y de artículos de primera necesidad.
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No vamos a analizar las causas que inciden en esta escasez y que la provocan, ni las medidas para superarlas. Pensemos acerca de si no será esa carencia una falta de lo esencial, tan solo reflejo y parte de otra escasez, más grave por tan amplia, que se palpa y es ostensible en todos los aspectos, además del económico.
En medio de una abundante existencia humana, por ejemplo, son escasos los hombres selectos, de talento, de valores éticos y moral, los que adoptan ante la vida una actitud consciente y responsable; alarma la escasez de mejores ante la abundancia, el predominio y el dominio de los anodinos, y los peores o pésimos; por escasos, constituyen una excepción los seres honestos y honrados, los insobornables, los inmunes al halago y a la corrupción, los que ni se compran ni se venden; los competentes existen en dimensiones mínimas comparados con la infinidad de incapaces e ineptos.
Escasea el sentido común, la inteligencia, la sensatez, la seriedad, la cultura y la seguridad. De tan escaso, casi no existe el buen gusto. Hay escasez, de obreros especializados, de mano de obra calificada, de maestros, de profesores, de educación en todos los niveles, de orden, de planificación y sobre todo, de ética. Escasea la energía eléctrica y el agua, por falta de previsión en las ciudades.
Pero con la prepotencia de quienes se saben poseedores de todo, han fracasado, en el intento de administrar adecuadamente los recursos y los beneficios en una forma social y económicamente óptima que garantice el desarrollo y la estabilidad de los seres humanos. Y carentes de lo básico y de lo esencial, se ha puesto al descubierto la mayor escasez: la falta de criterio para administrar la abundancia con criterio de escasez.
A causa de tanta escasez, va escaseando el interés y es escasa la esperanza.
Y, Venezuela se ha convertido poco a poco en el verdadero paraíso de los filósofos estoicos, quienes menos tengan ¡son más felices!
Gisela Ortega es periodista.
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