¿Qué estamos haciendo?, por Beltrán Vallejo
Pareciera que todas nuestras esperanzas en torno al fin del modelo neototalitario en Venezuela, y el inicio de un proceso de recuperación económica y social, se han centrado en lo internacional; eso es preocupante y lamentable. Aquí, dentro del país, ¿qué estamos haciendo los que “supuestamente” quieren salir del régimen que desgobierna y abusa en Miraflores y en Fuerte Tiuna?
Vean la alegría que tuvimos todos los demócratas con el informe de Bachelet. Tuvo que venir un actor internacional a arrancarnos una sonrisa de los labios viendo a Maduro y a los demás déspotas bien bravos y hasta sorprendidos, porque su lobby con la Alta Comisionada de la ONU por los Derechos Humanos terminó en un tremendo fracaso. Igual, ahora nuestra atención se centra en el Caribe, esperando si hay un humo como el que sale del Vaticano cuando van a elegir al Papa.
Y aquí, ¿qué estamos haciendo nosotros, los demócratas? En lo que concierne al liderazgo, bueno hay algunos que todos los días andan en algo que se llame oposición. En lo inmediato, un Guaidó haciendo giras por el interior del país, quizás tratando de mantener cierta esperanza con su liderazgo debilitado, pero todavía con cierto “ángel” a pesar de incumplimientos, a pesar del fracaso estrepitoso de la ayuda humanitaria que no entró “sí o sí”, a pesar de la rocambolesca derrota del 30 de abril.
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Por otro lado, un “mariacorinismo y un sector de venezolanos en el extranjero con una rara épica declaracionista y un radicalismo bien cómodo, llamando no sé a qué cosa, y ya en franca campaña por ningunear al guaidosismo; y por otro lado, un sector de vivarachos, los “políticamente correctos” del campo de Falcón, Globovisión, Claudio Fermín y demás entes de la entrega, haciéndole el juego al gobierno en eso de convertirse en un sector opositor que no le incomode mucho a Maduro ni a su mafia.
En lo demás, el Frente Amplio, concebido como órgano articulador de una suprema unidad política y social para impulsar la lucha y la presión sobre el régimen, ha resultado también en un tremendo fiasco porque dentro de él los partidos políticos no son partidos políticos, sino ciertas corporaciones limitadas y limitativas, y lo que se denomina sociedad civil, no es ni “sociedad” ni “civil”, ya que no existe un tejido social apropiado para una lucha planteada en las condiciones de un régimen neototalitario, y he ahí al empresariado, la mayoría en la quiebra, con algunos golpeando al pueblo o en complicidad con el régimen, y su directiva con su corporativismo egoísta; y en ese mismo ámbito, los sectores sindicales y gremiales que andan postrados, con la excepción heroica de las enfermeras, pero dio pena la lucha de los docentes y el derrotismo que ahora cunde en el sindicalismo de Guayana, como da pena el sector transporte, que sólo atina en esquilmarle el bolsillo a los usuarios.
En lo que respecta a los sectores sociales pobres y la clase media disminuida, ellos se encuentran enfrascados en como sobrevivir detrás de un camión de gas, como caerse a golpes en la cola de una bomba de gasolina, como insultarse en la cola frente al banco, o como “dejar el pelero” al cruzar la frontera en búsqueda de los tres platos de comida diaria. Cunde en ese pueblo mayoritario la tristeza, la desesperanza y la anomia social
En definitiva, lo que menos veo es lucha organizada, masiva y recia para enfrentar a Maduro y a su pandilla. ¿Qué estamos haciendo dentro de Venezuela para salir de Maduro? La respuesta es, ¡no sé!