«Que gobierne el que gane», por Beltrán Vallejo
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El cinismo se resume en las conductas descaradas, impúdicas y deshonestas. Cinismo es lo que engloba la cachaza de Maduro cuando le anunció al país que va a eliminar a los «protectores» y «que gobierne el que gane». Y lo dijo en pleno momento cuando se prepara una seudolegislación en su indecorosa Asamblea Nacional, donde gobernaciones y alcaldías serán más desangradas de sus recursos y potestades con la Ley de Ciudades Comunales.
Y lo dijo cuando se aproxima unas elecciones regionales y municipales que están siendo sometidas a una mesa de negociación para ver si él, qué ironía, cumple con las leyes y con la Constitución.
La figura del «protector» no pudo ser frenada desde que apareció, tras las derrotas del régimen en algunas entidades regionales, como Miranda en el 2013. Cuando los opositores se quedaron con las gobernaciones de Anzoátegui, Nuevo Esparta, Mérida y Táchira, en las elecciones regionales del 2017, en esos lugares no hubo ni un «lequido» de protesta cuando les instalaron sendos protectores para maniatar clientelar y corruptamente a los gobernadores electos.
Tampoco hubo protestas masivas cuando a Andrés Velásquez le quitaron la Gobernación de Bolívar en un horrible fraude, y cuando Guanipa decidió no juramentarse ante la Asamblea Constituyente y le quitaron la Gobernación del Zulia, que ganó apenas unos días antes. Nadie salió a protestar masivamente en las calles contra estos golpes de Estado que desmantelaban la descentralización, apuñaleaban la democracia, humillaban el voto mayoritario de los ciudadanos y herían la autoestima de los habitantes de esas regiones.
Es que la figura del «protector» se fue consolidando en la medida en que no hicimos nada para frenar la destrucción de la Alcaldía Mayor y los abusos contra Ledezma o cuando sacaron esposado al alcalde de Barquisimeto, el recordado Alfredo Ramos, o cuando encalabozaron al alcalde de San Cristóbal o cuando Ramón Muchacho, el alcalde de Chacao, tuvo que salir al exilio.
Todo ese contexto sirvió de base para la consolidación de la nefasta figura del «protector». Y ahora sale Nicolás Maduro diciendo que los va a eliminar y por allí andan algunos pendejos del mundo opositor manifestando que hay que aplaudirlo porque está rectificando.
Ese funcionario denominado «protector» solo ha sido uno de los mayores delitos de Maduro contra la Constitución y contra las leyes, además de que dicha aberración fue sazonada con la creación de «corporaciones para la Protección del Pueblo» a manera de «empresas mercantiles». ¿En que parte del Decreto de Ley Orgánica de la Administración Pública aparece este tipo de sultanato o proconsulado que ha creado emporios de corrupción y de clientelismo con el negociado de contratos de obras y con el negociado del suministro de la gasolina?
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Todavía recuerdo cuando en marzo del 2013 colocaron a Elías Jaua, el que perdió contra Capriles en Miranda en diciembre del 2012, para dirigir la mentada Corpomiranda. Me dirá algún «caído de la mata» que las corporaciones en algunas regiones las instaló también la IV república, y recordará a la CVG (la famosa Corporación Venezolana de Guayana), a Corpoandes, a Corpozulia y a Corporiente; pero la diferencia tajante es que esas figuras eran institutos autónomos que sí apuntalaron los mejores tiempos del desarrollo económico de esas regiones; lo que queda de bueno en Guayana se lo debemos a la CVG, por ejemplo. Esas regiones en algo sobreviven económicamente gracias a lo que dejaron esas corporaciones.
No comparen los protectorados de Maduro con la CVG, porque la diferencia en materia de desarrollo tiene la distancia entre la tierra y el sol.
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