¿Qué hacer?, por Leonardo Regnault
A lo largo de la historia esta pregunta a devanado muchísimos sesos. La respuesta a esta pregunta es también aquello que ha impulsado el desarrollo. Quienes lograron sus respuestas lideraron revoluciones, construyeron países, obtuvieron la libertad. Aquellos que claudicaron en su búsqueda, hoy no son recordados. También hay quienes permanentemente lucharon por encontrar una respuesta y esa nunca llegó, pero ayudaron a que el mundo fuese un lugar mejor, porque lucharon para alcanzar un objetivo superior, aunque no estuviese claro del todo. Encontrar esta respuesta, es imperativo hoy para nosotros.
Es un deber para con la sociedad que han intentado desterrar, con la sociedad a la que han intentado destruir en sus valores, con la sociedad que han intentado envilecer desde la usurpación
Los enemigos de la posibilidad de un cambio (el régimen por su puesto, pero también aquellos que desde una acera supuestamente opositora intentan por todos los medios acordarse con el gobierno para ser ellos la representación de los anhelos y esperanzas de la inmensa mayoría de los venezolanos) trabajan denodadamente para que el qué hacer no sea develado. La esperanza de estos está cifrada en la incapacidad que hasta ahora hemos tenido para derrotar a la delincuencia que detenta el poder. Después de avances extraordinarios en los primeros meses del año, pareciera que la ruta que se trazó, la cual sufrió un duro revés el pasado 30 de abril y con el bochornoso episodio de Cúcuta, ha perdido el impulso y esto ha servido para que las hienas se lancen sobre lo que ellos creen que es un cadáver.
Quienes creemos en la necesidad de desterrar la delincuencia que usurpa el poder, debemos trabajar permanentemente en la búsqueda de la respuesta, la respuesta a esa pregunta que hará que alcancemos lo deseado. Y lo que decía el Gabo sobre el oficio de escritor, sirve de ejemplo en estas horas aciagas: “El nuestro es un oficio de galeotes, no de diletantes”. Y ese debe ser el norte para quienes buscamos algo más que el simple hecho de pasar por la vida, para quienes queremos dejarles a nuestros hijos, nietos un mundo mejor y el orgullo de vivir en esta tierra. Mientras encontremos la respuesta, del qué hacer, debemos remar forzado en las galeras, debemos trabajar sin descanso en la organización. Debemos trabajar sin descanso en la unidad de propósitos. Debemos trabajar sin descanso para mejorar. Eso es lo que hacemos todos los días en las comunidades que visitamos.
Para encontrar la respuesta al qué hacer debemos estar dispuesto a buscarla las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año. Por mi parte estoy dispuesto a seguir trabajando para lograr el objetivo.
Debemos reconocer que, en los últimos días, se han cometidos errores que nos han alejado del cambio tan anhelado; para subsanarlos debemos ser autocríticos, debemos ser más transparentes, debemos abrirnos a la pluralidad, debemos incluir más. En definitiva, debemos corregir errores para que ese pueblo, esos ciudadanos que han visto rotas sus esperanzas, que han visto alejarse sus ganas de luchar se sumen con fuerza a la conquista de la libertad. Decía José Arcadio Buendía: lo esencial es no perder la orientación. Eso lo tenemos claro, mi norte es la democracia de la solidaridad y la pulcritud, para que no mas venezolanos mueran de hambre, miseria y mengua. Para que los venezolanos expatriados regresen a ayudarnos a reconstruir nuestra nación.
Las victorias no se merecen, se conquistan y vienen dadas por la constancia. Hagamos realidad esa sentencia de nuestro libertador: “Dios concede la victoria a la constancia”. Eso es lo que tenemos que hacer, ser constantes en la lucha y alcanzaremos la libertad
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