¡Qué macho!, por Teodoro Petkoff
El ministro Hurtado acosa a un escritor de cartas a los diarios. Para comenzar hay que decir que TalCual no comparte ni lo que dice Pablo Aure ni la forma como lo dice. Su ahora famosa carta implica que la Fuerza Armada (FA) debería alzarse contra el Gobierno y tumbar al Presidente, o de lo contrario sus integrantes serían unos cobardes, merecedores de las pantaletas que algunos de ellos están recibiendo. Ese criterio político, expresado, por cierto, de un modo chabacano y grotesco, debe ser rechazado.
Dicho esto, sin embargo, hay que rechazar también, con mucha fuerza, no sólo la reacción, inconstitucional e ilegal, del ministro de la Defensa y del juez al someter a juicio militar al doctor Pablo Aure, sino también la intolerancia y el abuso de poder que ella comporta. Que el ministro de la Defensa ordene juicio militar contra el autor de una carta, publicada en la sección de cartas de los lectores de un diario (por cierto, nosotros en TalCual también recibimos esa misiva y no la publicamos, justamente porque nos pareció un esperpento), revela una completa carencia de sentido de las proporciones y una propensión a la utilización abusiva del poder, absolutamente incompatible con una sociedad democrática.
El general Hurtado ha actuado como si la FA fuese una institución respecto de la cual los ciudadanos del país deberían mantener una actitud reverencial, dejándola al margen de un espíritu crítico (bien o mal expresado) que hoy en Venezuela, afortunadamente, no se detiene ante ninguna muralla. Ese general Hurtado, de piel tan sensible ante los alfilerazos de Aure, debería recordar sus propias palabras sobre la Iglesia, hace pocos meses. Lo que escribió Aure es cuento de hadas ante lo que Hurtado dijo de la Iglesia. Lo más menudo que soltó fue aquello de los sacerdotes que preñan secretarias. Bueno, así es el debate democrático. En él, a veces se incurre en exabruptos, como los de Aure o los de Hurtado Soucre, pero una institución democráticamente madura debe saber convivir con ellos. Sobre las expresiones de Aure (y las de Hurtado Soucre sobre la Iglesia), recordamos la frase de Voltaire, piedra angular de la tolerancia democrática: «No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defiendo tu derecho a decirlo».
Por otra parte, TalCual aplaude las posiciones asumidas tanto por el Fiscal como por el Defensor del Pueblo. Si así va a ser su actuación siempre, con el mayor gusto matizaremos las reservas que nos causó el modo dedocrático como fueron designados. Pero, en el caso de ellos, no basta con expresar una posición de principios. Ambos deben hacer cumplir la ley y tomar las medidas para que el atropello cometido contra Aure sea prontamente remediado y sus derechos democráticos restablecidos. En otras palabras, Isaías y Mundaraín (se ganó la mayúscula por hoy) deben hacer que Aure sea puesto en libertad y si el ministro de la Defensa insiste en reclamar judicialmente la carta de marras, que lo haga ante los jueces naturales de un civil y conforme a los procedimientos previstos en la ley. El Fiscal fue muy enfático al señalar que un delito militar debe cumplir tres condiciones: que el supuesto delincuente sea militar; que se haga en territorio militar y que el delito esté tipificado en el Código de Justicia Militar. Hurtado Soucre debería saberlo.
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