¿Qué pasó con el coronavirus en Venezuela?, por Beltrán Vallejo
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En un actual contexto planetario de segunda ola de infecciones del coronavirus, con un rebrote del virus en lugares del planeta que incluso habían hecho eficientemente sus deberes de confinamiento y control en la primera fase de la pandemia, veo ahora a mi país en una especie de prolongada “hora loca” de irresponsabilidad e indisciplina gubernamental y social, como si en Venezuela el coronavirus se acabó o está bajo el más eficaz control del gobierno.
Lo que mantuvo y mantiene a la gente guardando algún tipo de cuarentena no son “las medidas sanitarias del régimen” ni el “esperolao” modelo 7×7 de Maduro, sino la escasez de gasolina que es el verdadero covid-19 de esta Venezuela en edad de piedra, algo de confinamiento de los venezolanos en sus hogares cocinando con leña, el cierre de la actividad económica (lo cual lleva tiempo), y que para viajar a otro municipio, estado o país, hay que estar forrado de dólares. Yo creo que esas desgracias pudieran estar ayudando a no tener una calamidad en los hospitales, como sí la tienen nuestros vecinos sudamericanos y otra vez la España e Italia.
Sin embargo, la imagen de un pueblo venezolano que ya dejó de andar en su gran mayoría sin tapabocas y camina a la libre sin distanciamiento social, que se encarama en cualquier transporte casi apisonado con los demás e inunda las colas de bancos y de estaciones de gasolina sin algún tipo de disciplina o medida de prevención contra el virus; más la concurrencia a los mercados, plazas, fiestas de todo tipo, entre otros eventos y lugares, son muestras de una irresponsabilidad nacional desatada. En verdad estoy sorprendido de que no sean escandalosas las cifras que diariamente un funcionario del régimen esgrime sobre contagios y defunciones y que los centros hospitalarios y las denominadas UCI no estén colapsadas. Debiéramos tener un caos de contagiados y muertos, pero parece que aquí en Venezuela no está pasando nada con el covid-19.
Ojalá que los venezolanos seamos en verdad muy fuertes para resistir el coronavirus o que el régimen tenga a la peste pisada; en verdad lo deseo. Pero me asaltan las inquietudes más terribles, especialmente cuando el que está en Miraflores es un bodrio de miopía, soberbia, ineficacia, megalomanía y maldad.
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Especialmente me asalta la angustia cuando Maduro, en su estafa de elección parlamentaria y en complicidad con el CNE del PSUV, imponga más condiciones de irresponsabilidad y anarquía para que en el país explote el contagio, tanto en los bochinches de los denominados simulacros (para el 15 de noviembre hay otro) donde se apreció que la prevención sanitaria se realizó dentro del centro de votación, más no así afuera, donde reinó el despelote en la movilización de empleados de la administración pública y de la gente hambreada. Esto indica que también el 6 de diciembre será un día de dispendio y de irresponsabilidad que facilitará la propagación del covid-19.
Hasta ahora, en la campaña de esas elecciones nulas de toda nulidad que comenzó el primer lunes de noviembre, se ha desatado el acostumbrado carnaval electoral propio de una Venezuela antes del 2020. Han aparecido hasta los “coronaparty” del PSUV en esos abusos de dispendio de sus actos proselitistas.
Nicolás Maduro, su CNE de hojalata, el PSUV y demás patrañeros involucrados en esas elecciones parlamentarias chimbines del 6 de diciembre, serán los responsables de los hitos de contagios y muertes por covid-19 a raíz de ese proceso. Algún día la justicia caerá sobre ellos.
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