¿Qué pasó con mi salario, Nicolás Maduro?, por Beltrán Vallejo
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La interrogante que sirve de título a este artículo puede ser contestada con grandes verdades en este país de tantas mentiras, especialmente las venidas desde el régimen mitómano, manipulador y descarado que está en Miraflores. Y comienzo con decir que el pasado 1 de mayo, cuando el aumento del salario pasó por debajo de la mesa, viene a confirmar lo que he señalado por este medio de comunicación en anteriores publicaciones.
En primer lugar, la alianza entre el régimen y la cúpula empresarial de Fedecámaras se evidenció en la tarima oficialista del 1 de mayo. Hay una élite empresarial que sí le celebró la cantinflada a Maduro. Hay un pacto (¿no sé dan cuenta?) entre la élite empresarial y el régimen, y en eso los trabajadores deben estar claros. Maduro es neoliberal hasta los huesos, por más que use retórica y que obrerista, y por más que sus alcahuetas del sindicalerismo oficialista arrastrado lo nieguen.
Otra gran verdad: con la cantinflada de Maduro el 1 de mayo se vino abajo lo que quedaba de aquel espejismo que en buena parte del año pasado se transmitió por todos lados, cuando se hablaba de una Venezuela recuperada económicamente. ¿Se acuerdan que decían gafamente y manipuladoramente que Venezuela se arregló?
Aquí se pretendió decir que la economía de bodegones era un signo de salud en un país victorioso económicamente, vencedor de bloqueos y sanciones, y otras toripolladas. Pues el hecho de que no hay aumento de salario es expresión de que no existe una economía boyante; es evidencia de que la producción económica del país sigue a pique; o lo que es peor: que los ingresos nacionales por concepto de comercialización de petróleo, oro, coltán, etc., se fueron por el desaguadero de la corrupción.
Es que los mismos voceros neoliberales del régimen lo explican así: no puede haber aumento porque el país sigue en recesión; pero el año pasado hablaban de una supuesta recuperación económica.
¡Mentirosos! Venezuela nunca se va a recuperar económicamente mientras esté Nicolás Maduro en Miraflores. Y aquí en este país no habrá salarios dignos mientras esté Nicolás Maduro allí.
Ahora bien, otra gran verdad es que este anuncio debiera obligar a otra visita de la OIT a Venezuela. Este organismo internacional tiene tiempo alertando sobre este avance de una tendencia mundial que se ha consolidado como un desafío y que consiste en que el concepto de salario viene siendo desvirtuado en las remuneraciones extrasalariales para no acumular prestaciones sociales, y que no son calculadas en la pensión de jubilación ni en los aguinaldos, etc.
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Otra verdad es que claro que Maduro, en su desespero de que lleguen inversionistas al país, sobre todo extranjeros, presenta un modelo de remuneración laboral que suena como música celestial para esas empresas que relocalizarían su producción en países que le abaraten sobremanera los costos laborales; para que estas empresas consideren una nación como idónea para situar sus procesos intensivos de utilización de mano de obra, allí debe haber salarios deprimidos y debiera ser laxa la regulación laboral. Es decir, qué manera tan rapaz tiene el régimen de Maduro para alentar la llegada de inversionistas explotadores de la clase trabajadora.
Pero la última respuesta a la interrogante del título de este artículo tiene que ver con los trabajadores de este país. ¿Se van a calar la extinción del salario en Venezuela? ¿Serán capaces los trabajadores de organizarse y de salir a la calle de manera masiva, unificada y combativa para frenar las pretensiones de Maduro de seguir dándole limosnas a los trabajadores? Porque de eso se trata: salario no es limosna; salario es autoestima como trabajador. Salario es empleo digno y remuneración en función de proteger la calidad de vida de los trabajadores, tanto cuando estén laborando como cuando pasen a formar parte del sector de los jubilados.
Ahora lo que queda es vivir con dignidad; no como esclavos, no con mendrugos de pan.
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