¿Qué puede pasar?, por Gonzalo González

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Es el interrogante del momento en relación a la posible evolución de la confrontación en progreso entre Estados unidos y Venezuela.
Se especula en artículos, entrevistas, redes sociales sobre distintos escenarios: Invasión, continuación del despliegue aéreo-naval con mayor agresividad, cancelación del despliegue y regreso a sus bases de buques y aviones por ausencia de resultados, ataques limitados y puntuales. Pero, en definitiva, lo real es una gran incertidumbre sobre lo que viene.
Es conveniente, a los efectos de tratar de inferir sobre lo que puede pasar, revisar el objetivo y la estrategia en curso de los Estados Unidos (EEUU) en esta nueva etapa. Facilitar el cambio político parece continuar siendo el objetivo del gobierno norteamericano. Lo que ha cambiado con la nueva administración Trump es la estrategia; que sin abandonar del todo las vías diplomáticas ni la presión verbal ni las sanciones el acento se ha puesto en la utilización de lo militar cómo instrumento de presión, lo cual supone un escalamiento significativo en la tensión entre los dos estados.
La narrativa ha variado sustancialmente, ahora no se acusa al régimen venezolano de autoritario sino de narcotraficante y terrorista con lo cual se busca deslegitimarlo al máximo y hacer más potable ante la opinión interna de EEUU y del mundo cualquier operación militar que se considere necesaria.
Estamos en presencia de una operación de guerra sicológica mediante la amenaza, la coacción y la intimidación del enemigo destinada a conseguir el resquebrajamiento de sus bases de apoyo, en particular de la FAN y cuerpos de seguridad, propiciando su implosión o disposición a negociar su salida del poder.
En esta operación es clave el manejo coordinado de los tiempos y los instrumentos a utilizar. Los cuáles serán gerenciados a discreción y conveniencia. Generar incertidumbre en el adversario sobre el cuándo, el cómo y el dónde de lo que se proponen hacer es clave para lograr el objetivo.
Sobre lo que viene, hay que descartar –en el corto y en el mediano plazo– una invasión en el formato clásico; es política de EEUU no incurrir en nuevas intervenciones de tropas en territorios extranjeros, la coyuntura internacional lo desaconseja por su complejidad; además, la envergadura del despliegue actual no es la propia de una invasión territorial.
Lo que no puede hacer la administración Trump es cancelar el despliegue aéreos-naval sin haber obtenido ninguna ganancia real, consistente y sustentable porque le concedería una victoria importante a Maduro, se auto infligiría una derrota que lo debilitaría como factor de poder a lo interno de EEUU y de cara a la comunidad internacional. Ese es un lujo que ningún presidente estadounidense puede darse y menos uno con las características personales de Trump, su discurso y concepción sobre la gobernanza de los asuntos públicos.
Lo arriba expresado nos lleva a concluir que si esta etapa de la confrontación no le produce resultados a EEUU vendrán acciones más contundentes y potencialmente dañinas para la estabilidad del gobierno Maduro. De hecho, ya se comienzan a hablar de una fase dos y el cese de contactos diplomáticos. El qué, el cómo y el cuándo es difícil de dilucidar desde ahora.
Solo circunstancias sobrevenidas de gran calado internacional: agresión rusa a algún estado miembro de OTAN, invasión o bloqueo total de Taiwán por parte de China u otras de similar magnitud puede evitar el escalamiento de la confrontación Estados Unidos –Venezuela.
Es terrible que debido al fraude del 28 de julio los venezolanos ya no decidamos soberanamente lo que pueda pasar. Si el chavismo hubiese reconocido y acatado la soberanía popular las circunstancias nacionales serían otras. Todavía hay tiempo para evitar que la violencia decida. Los responsables –todos sabemos quiénes son– de haber puesto al país en esta inédita y perjudicial situación deben dejar los arrestos numantinos, y rectificar por el bien del país.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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