¿Qué significa “volver a la política»?, por Freddy Núñez
Una vez más, como tantas veces a lo largo de estos 21 aciagos años, el régimen enciende las falsas alarmas que sabe son anzuelo fácil para ciertos sectores de la oposición que de inmediato inician una barahúnda frente al falso dilema de votar o no hacerlo. El problema como se ha demostrado hasta la saciedad, no es legal, es político. Ya es una realidad incontrovertible que el régimen no está constituido por personas o partidos que defienden una determinada ideología, son un grupo delincuencial que enterró la Constitución Nacional.
Ha creado unas “instituciones” que actúan en comandita con el exclusivo objetivo de aferrarse al poder. Frente a esto, aparecen unas voces “sabias”, cuya síntesis es, “nada de lo hecho por la oposición sirve, Maduro es el que manda”, y por lo tanto, surge como de un cubilete taumatúrgico, la “novedad”, “La vía correcta es ir a votar” “hay que acumular fuerzas”. La realidad es clara. El país mayoritario no cree y con razón, que en Venezuela, sobre todo a partir del 2015, el voto sea otra cosa que un recurso que utiliza el régimen para legitimarse, pero en ningún caso para elegir realmente.
Es en la elección parlamentaria de diciembre del 2015, cuando ocurren dos hechos que no debemos olvidar, por un lado, casi en una unidad total, la oposición logró hacerse de los 2/3 de la AN, por lo cual sigue siendo evidente que el esfuerzo por la unidad de todos los venezolanos es fundamental; y lo segundo, que de inmediato, el régimen entendió que ya no era suficiente el ventajismo, el uso de los recursos del estado para financiar sus campañas, el manejo retorcido de las condiciones electorales, etc.
Pasaron por tanto a una nueva fase, al ejercicio mafioso y descarado del poder para no abandonarlo nunca. Surgió la amañada designación de nuevos magistrados, el caso Amazonas, el desacato, la violencia del 2017, y ese mismo año eligen una ilegal anc, sobre la cual, Smartmatic, declara que “al menos un millón de votos”, son fraudulentos.
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Mención aparte merece para la historia del país, las decisiones 155 y 156 del tsj, autorizando a Maduro a legislar y anulando en la práctica a la Asamblea Nacional, fue la firme actitud que para ese momento asumió la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz, negándose a convalidar lo que denunció ante el mundo como “un golpe de estado contra la Constitución”, lo que atajó el intento descarado de instalar una dictadura desembozada en el país.
A partir de ese momento, haciendo política, la oposición es asediada y atropellada. Se anula el referéndum propuesto, se corren los lapsos para elección de autoridades regionales, se inhabilitan dirigentes y partidos y todos los intentos de diálogo son destruidos por el régimen.
En ese marco, el régimen convoca elecciones en 2018, y lo que pudo ser una respuesta política nacional con repercusiones mundiales al evidenciarse el manejo de todas las instituciones por parte de Maduro y la imposibilidad de realizar elecciones transparentes, se frustra cuando el señor Henry Falcón, en ejercicio de la “viveza criolla”, jurando que tiene “mucho en la bola”, creyendo que al participar se convertiría en referencia opositora nacional, rompe la unidad, y termina ante ese mismo tsj, al cual va hoy a pedir designen el cne, a denunciar fraude.
Hasta ahora, es el último clavo en la confianza del venezolano en el voto. La respuesta del régimen a todas las acciones políticas de la oposición, ha sido la represión, el secuestro de opositores de toda índole, el irrespeto a la inmunidad parlamentaria, la persecución, la tortura, el exilio forzado.
La situación de Venezuela hoy, la evidencia de estar ante una catástrofe perfecta creada por un régimen incapaz, inhumano y corrupto, exige una respuesta política que trascienda el hecho de presentar como “novedades” el trillado y transitado camino de “elecciones como sea”.
La respuesta no puede ser invitar al país a participar en unas elecciones para la AN y “ganarlas”. Señores, ya tenemos esa asamblea y es la única que reconoce el mundo, que ellos monten su fraude y elijan otra no cambiará nada, será como la asamblea alacrana en este momento, absolutamente ignorada.
Nuestros aliados internacionales saben que este régimen está al margen de la constitución y que el único poder legal es la AN que preside Juan Guaidó, y deberá seguir en funciones hasta que un gobierno de emergencia garantice la posibilidad de realizar elecciones de acuerdo con la Constitución y leyes de la república. Frente al fraude en ciernes, la oposición debe enfrentar al régimen con todas las facultades que otorga la CN.
Trabajar sin pausa en consolidar una oposición nacional con todos los sectores, que desconozca toda decisión emanada de cualquier organismo que viole la carta magna. Denunciar al mundo el fraude en proceso, adelantado por un tsj que invalidó la AN legítima.
Urgir a la Fuerza Armada Nacional, a entender que su rol está claramente establecido en la CN, y no es precisamente la de trabajar para un régimen que la destruye. Solicitar de los países y organismos internacionales que entienden a cabalidad la conculcación de los derechos de los ciudadanos, extremen las presiones para lograr un gobierno de emergencia nacional, única garantía de poder organizar unas elecciones limpias, que respeten la capacidad de elegir del voto.
Impulsar la coordinación urgente entre partidos y movimientos vecinales, para su articulación con las protestas nacionales que ocurren a diario ante las pésimas condiciones de vida del venezolano. Todo indica que mientras el régimen continúe en el poder, los problemas se agravaran.
Es la hora de la presión y la protesta cívica, de decisiones que estén en concordancia con lo que el 85% de los venezolanos desea, salir de la miseria y el hambre.