Quebrada Tres Lunas se convirtió ducha y lavandería de la gente de Gramoven
Pese a que los vecinos de la zona han presentado quejas sobre la tubería averiada ante diferentes entes, ninguno les ha dado respuesta. Aseguran que es Hidrocapital quien debe proveerles el tubo que está roto, puesto que no es «cualquier tubo», sino uno comercial cuyo precio es muy elevado y ellos no pueden costear
En Venezuela los servicio básicos como la electricidad y el agua potable no están garantizados para nadie. De hecho, en los últimos años tener agua en casa se ha convertido en un milagro; milagro que los habitantes del sector Gramoven imploran se convierta en realidad.
En 2019 el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos difundió un informe en el que se reseñaba que el 68% de la población calificaba el servicio de agua de forma negativa o deficiente; ello debido a que 12% comentó que nunca recibía agua y muchos otros confirmaron recibirla únicamente entre dos y cuatro veces por semana, o incluso cada dos meses.
José Figuera, trabajador de construcción que vive hacia la parte oeste de la ciudad, es uno de esos. Ya han pasado tres meses desde la última vez que le llegó agua a su casa por tuberías. Vive cerca de la farmacia la Fe, en Gramoven, pero tiene que ir cada dos días hasta la quebrada las Tres Lunas, en la entrada de la autopista Caracas – La Guaira, a cargar agua para poder cocinar y lavar los platos.
«Desde diciembre estoy viniendo a cargar agua. Antes de ir al trabajo paso por aquí y lleno tres perolitas. Después me voy a hacer lo mío» dice el obrero, quien agradece vivir solo porque sino tendría que ir a diario al manantial porque no le alcanzaría. Figuera asegura que seis litros de agua le rinden para «echarse un agüita» y hacer las comida y así como él hay muchos. Sin embargo, otros se las ven peor.
En el área metropolitana de Caracas cerca del 30% de la población debe transportarse desde su lugar de residencia hasta otro lado para poder tener agua. Según un estudio realizado por Monitor Ciudad, los venezolanos tardan aproximadamente medio día buscando el agua que van a utilizar. Las distancias que pueden recorrer van desde los 500 hasta los 2000 metros.
Ese recorrido lo hace todos los días un señor de 58 años, quien prefirió mantenerse en el anonimato por razones de seguridad. Va todos los días a las Tres Lunas a bañarse. Cuando TalCual se dirigió al lugar para indagar más sobre la escasez de agua en la zona, el señor relató que vive en una habitación de un hotel cercano a la quebrada en donde tampoco se presta el servicio hidráulico eficientemente.
«Yo siempre me traigo mi jabón y me lavo aquí. Antes iba a la casa de mi hermana, pero ahora ella tampoco tiene. Así que me toca. Es indignante tener que hacer esto, uno nunca se imagina en esta situación», expresó el señor mientras esperaba que se llenara un envase de agua para poder irse al trabajo.
Lavandería
El manantial de la calle Ayacucho no solo funge como baño público, también es una lavandería. En repetidas ocasiones el señor Figuera ha visto a personas con sus sacos llenos de ropa yendo a lavar a la quebrada. Una vez mientras él llenaba sus envases, un par de mujeres de alrededor de 30 años restregaban sus blue jeans y les sacaban el jabón para después tenderlos en el mismo muro. Así, mientras esperaban que se secaran, iban «sacándole la mugre a las otras prendas».
«A veces se traen tobitos y bolsos llenos de ropa sucia. Tú los ves ahí medio día dándole y dándole a mano, hasta que terminan» dijo el hombre. Según él los fines de semana son los días que más se llena el lugar. De hecho, aseguró que en diciembre, cuando cumplieron los dos meses sin agua, el lugar vivía lleno.
Asimismo, vecinos de la comunidad contaron que no solo es la gente de Gramoven que va a lavar hasta allá. Quienes viven en la carretera vieja Caracas – La Guaira lo hacen también. La señora María González va todos los sábados por la mañana a la quebrada para poder lavarle el uniforme a su hijo porque en su casa muy poco llega el agua, y «la que llega parece barro.»
Si bien todas esas personas deberían poder lavar en su casa sin ningún inconveniente, agradecen que al menos pueden utilizar el agua de las Tres Lunas para hacer lo que necesitan. Y la verdad es que así se ahorran unos reales que algunas otras personas deben gastar en lavanderías propiamente dichas.
En una lavandería de la parte oeste de Caracas una lavadora cuesta 83 mil bolívares, cantidad equivalente a un poco más de un dólar. El servicio incluye jabón, la utilización de la lavadora y el servicio de secado. Considerando que el sueldo mínimo actual es de 250.000 bolívares, este tipo de gasto representaría al menos un 32% del salario si se hiciera mensualmente.
Sin respuesta
Los vecinos de la calle Ayacucho, donde se encuentra el «llenadero», contaron que anteriormente, donde ahora está el muro de contención, había un manantial de agua con un caudal «bien potente».
«Ya no lanza agua con tanta presión como antes, pero igual nos sirve a todos. El manantial hace lo que no hace Hidrocapital: surtirnos de agua» dijo uno de los residentes de la zona, quien cuenta que en diciembre la escasez de agua era tal que la gente hacia colas de hasta 300 metros para ir a llenar sus envases en la quebrada.
El señor Manuel Henríquez informó que el problema principal de la comunidad es que uno de los tubos está roto y por eso cuando llega el agua, esta no puede distribuirse hasta las casas. El líder comunal señaló que «llevé los papeles hasta Hidrocapital pero nunca nos respondieron. Lo que necesitamos es un pedazo de tubo, pero ese no es un tubo comercial, no se consigue en cualquier lado y además es muy caro».
En contraposición, uno de los vecinos dijo también que el gran problema de la vecindad era que «esperan que todo se los resuelva el gobierno. Yo les he dicho que si todos en cayapa reunimos para comprar lo que nos falta, resolvemos eso rápidito». El señor, quien ha vivido durante 27 años en el sector, cree que la escasez de agua la generó «la mala gestión de gobierno de Chávez y Maduro».
«Lo que han hecho es destruir la Mariposa. Nunca más la limpiaron, no le hicieron mantenimiento y ahora el venezolano pendejo es el que paga las consecuencia», afirmó el señor. Para él, con el pasar de los años el embalse se fue deteriorando al punto de que ahora tener agua en la capital es un privilegio.
Todo esto demuestra una vez más la agresión al derecho humano del agua, del que deberían gozar todos los venezolanos, según lo que establece la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo con ese estatuto las fuentes de agua no deben estar a más de 1000 metros de los hogares, ni tampoco exceder más de 30 minutos el tiempo. Algo totalmente diferente a la realidad de los venezolanos.