Quedar a la deriva o en riesgo: el pan diario en la autopista Caracas-La Guaira
Los especialistas consultados por TalCual coinciden en que hubo improvisación en la atención del volcamiento de la gandola de Pdvsa Gas en la autopista Caracas-La Guaira, lo que puso en riesgo no solo la vida de los ciudadanos que estaban en las cercanías sino de los efectivos de seguridad que asistieron al llamado
Rogándole al Señor. Así es como habitantes de Caracas y Vargas transitan la autopista Caracas-La Guaira, pues nunca se sabe cuándo un automóvil se puede accidentar, volcar o incluso incendiar, colapsando la principal arteria que conecta a la capital con su aeropuerto y puerto. Cuando esto sucede no hay caminos verdes que salven a nadie de una cola: la carretera vieja es poco más que un camino rural, y las trochas del Ávila son prácticamente intransitables.
El ejemplo más reciente de ello fue el volcamiento de una gandola de Pdvsa Gas ocurrido el 6 de octubre y por el que la autopista permaneció cerrada por más de cinco horas, con el agravante de que muchas fueron las personas que quedaron en riesgo porque los protocolos de atención en situaciones como la vivida, no se aplicaron de forma correcta.
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Cuánto tiempo podrían tardar los organismos de seguridad para atender situaciones como las ocurridas el fin de semana pasado, depende de la prontitud con la que autoridades y el personal experto arribe al lugar y se conforme cada “anillo” del operativo.
Mientras tanto, la única opción para trasladarse desde la capital hacia el estado costero cuando sucede un evento de gran magnitud es la carretera vieja, vía que data desde finales del 1800 y que fue modificada en varios momentos del siglo pasado, conocida además por cerradas curvas, intrincados vericuetos, falta de señalización, terrenos inestables, inseguridad y terrible estado de parte del pavimento.
Zonas calientes
Un integrante de Protección Civil Vargas que pide anonimato señala a TalCual que la mayor deficiencia en operativos como los ejecutados el fin de semana pasado es la falta de coordinación. Señala que para ese caso no se tomaron las medidas mínimas de seguridad de despejar las zonas calientes o de riesgo donde ocurrió el incidente.
Detalla que el primer paso para atender casos como este es hacer un despeje de la zona hasta una milla (unos 500 metros) de distancia a los civiles o funcionarios que no tengan que ingresar al área de peligro, cosa que no se hizo. «Había transportistas, conductores, pasajeros y funcionarios dentro de la zona caliente”, dice.
Hace énfasis en que detalles como este son vitales a la hora de atender estos incidentes pues la zona de riesgos está expuesta a incendios y explosiones, máxime con un camión que transportaba al menos 47.500 litros de gas licuado.
El consultado explica que la primera autoridad que llega al lugar debe crear un puesto de comando desde donde pueda dirigir el procedimiento. Posteriormente, se debe realizar la evaluación de la escena para autorizar el trasegado con otro camión, cuyo proceso consiste en pasar el gas a otro tanque en buenas condiciones, proceso que suele durar entre cuatro y cinco horas.
Según el funcionario de PC, personal experto del cuerpo de bomberos, paramédico, rescatistas y cuerpos policiales deben activarse y conformar los correspondientes anillos de seguridad en accidentes viales.
Improvisación
El especialista en planificación para casos de emergencia y desastre Víctor Lira, coincide que en el caso del camión de Pdvsa Gas hubo un manejo improvisado de la situación, lo que puso en riesgo no solo de la vida de los ciudadanos que estaban en las cercanías, sino también la de los integrantes de los cuerpos de seguridad que asistieron al llamado.
Al igual que el funcionario de Protección Civil Vargas, Lira resalta cuan importante es la evacuación de los civiles de las cercanías del lugar para prevenir una posible explosión del combustible, evitándose así una catástrofe.
Por el contrario: en el caso del pasado fin de semana los vehículos que circulaban por la autopista se vieron obligados a pasar más de cinco horas en el mismo lugar, cerca del cilindro de gas inflamable.
El también exdirector de Protección Civil en el estado Miranda, señaló que «gracias a Dios este incidente no pasó a mayores», pero reiteró que es algo de suma gravedad.
Por el trecho viejo
Mientras el procedimiento para levantar el camión accidentado, muchos se vieron obligados a transitar por la carretera Caracas-La Guaira, en un recorrido que duró aproximadamente cuatro horas.
Viviana Vargas, habitante del litoral central relató que tras el accidente su llegada a su sitio de trabajo en Caracas fue «todo un caos” por el lento recorrido en la vieja carretera, matizado por la gran presencia de uniformados en el trecho del barrio El Limón, lo que hablaba del peligro que corrían al transitar por esa vía.
Las viviendas ubicadas a cada lado de la carretera son han «robado» parte de la calzada, y el poco espacio que queda se ha convertido en el estacionamiento de los moradores, según señala Xabier Coscojuela, quien regresaba a Caracas la tarde de ese domingo 6 de octubre. No sabía que en su llegada al país debía soportar más de tres horas de cola por una vía sin iluminación, deteriorada y donde la vegetación ha restado parte de la vía.
Detalla que tomó la opción de la carretera vieja para ahorrarse la espera que los funcionarios de seguridad auguraron sería «para rato». Sin embargo, dice que peor fue el remedio que la enfermedad, pues hubo personas que llegaron a Caracas primero que él pese a que decidieron esperar por la apertura de la autopista.
En el año 1995 se otorgó una concesión al consorcio Baninsa ICA, que permitía el cobro del peaje en la vía con el compromiso de que realizarían el mantenimiento a la autopista, servicio gratuito de grúas y la construcción de un viaducto alterno. Sin embargo, para el año en 1999 esta concesión fue revocada, debido a que aunque la empresa tenía grandes aspiraciones, el gobierno de Hugo Chávez no las compartía, quedando la autopista Caracas-La Guaira, en una arteria vial caracterizada por el colapso recurrente y la vulnerabilidad en la que queda sus viajeros ante accidentes de tránsito.