Quedarse en casa aumentó el riesgo de sufrir violencia machista

Durante la pandemia se incrementaron los niveles de violencia, crueldad y letalidad por parte de los agresores en contra de las mujeres. Una investigación periodística multinacional registra lo que ocurre en Latinoamérica
Mientras el mundo batalla contra el nuevo coronavirus, otra guerra se libra en los cuerpos de las mujeres, en un escenario que debería protegerlas: el hogar, pero no es así. Como un virus que se expande sin control, y con pocas medidas, la violencia doméstica, basada en género, está acabando con la vida de mujeres, niñas, niños y adolescentes en el mundo sin importar su origen, credo, condición social u orientación sexual. Es la pandemia en la sombra, la guerra que se libra en silencio, como la califica ONU Mujeres.
Antes que la humanidad quedara confinada por la propagación del coronavirus, una de cada tres mujeres sufrió violencia a lo largo de su vida, según datos del organismo.
Los resultados de los estudios señalan que alrededor de 243 millones de mujeres, entre 15 a 49 años, padecieron violencia sexual o física por parte de su pareja en el último año, “una violación de los derechos humanos que también conlleva un costo económico de 1,5 billones de dólares”, afirma ONU Mujeres.
Así que cuando los Estados respondieron a la emergencia sanitaria mundial y pidieron a la población quedarse en casa para evitar contagiarse por el covid-19, olvidaron las alarmantes cifras oficiales y llamados de las organizaciones de la sociedad civil, quienes advertían que el hogar sigue siendo el lugar más inseguro.
Desde el confinamiento, mujeres y hombres fueron afectados por mayores niveles de ansiedad y depresión, tal como advierten especialistas consultados en esta investigación. En el caso de las mujeres, la vulnerabilidad fue mayor. Las víctimas quedaron atrapadas con su agresor en ambientes que se hicieron cada vez más hostiles y conflictivos.
En consecuencia, la violencia se intensificó y las denuncias o llamadas relacionadas con violencia doméstica se incrementaron, de manera dramática, a medida que las economías colapsaron y el desempleo creció en el mundo. La situación también aumentó dramáticamente para los sectores más empobrecidos de la sociedad que se quedaron sin la garantía de un sustento diario, en el caso de América Latina.
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Algunos indicadores
En países como Puerto Rico, Colombia y México las organizaciones que velan por los derechos de las mujeres han insistido, en años anteriores, en pedir que se declare la emergencia nacional por la violencia contra las mujeres para exigir políticas públicas que aborden de manera contundente las denuncias de abuso sexual, trata de mujeres, desapariciones, entre otras múltiples formas de violencia.
Entre los datos recopilados en esta investigación, realizada en 21 países de habla hispana y Brasil, se detalla el aumento de las denuncias por abusos sexual contra menores de edad en países como Cuba, Perú y Colombia. En especial, hacia poblaciones pertenecientes a comunidades indígenas, afrodescendientes y en edades menores de 15 años.
Tal como lo señala la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos en su informe covid-19 en la vida de las mujeres, “el confinamiento hace que las niñas estén más expuestas al abuso y la violencia, a lo que se adiciona el riesgo de abandono y exclusión escolar post pandemia”.
Los reportes diarios de abusos sexuales dentro de las parejas fueron muy frecuentes en Costa Rica, según datos de la organización Casa de las Mujeres, una ONG que brinda apoyo a víctimas en ese país.
En Brasil, expertas observaron una mayor letalidad en los ataques con “armas blancas” en momentos de confinamiento. El uso de cuchillos, tijeras, dagas y objetos de perforación de una manera más cruel por parte del agresor fueron frecuentes en los casos que recibió el Juzgado de Violencia Doméstica y Familiar contra la Mujer de Río de Janeiro y también por las instituciones y ONGS defensoras de la mujer.
En México, mientras el Ejecutivo aseguraba que la violencia machista se había reducido en el tiempo de aislamiento, las organizaciones reclamaron por la muerte violenta de 1.641 mujeres, de las cuales el Estado reconoce solo 211 feminicidios entre marzo y mayo de 2020 por las diferencias de criterios legales.
Otra de las situaciones que se vivieron en la cuarentena fue la pérdida de espacios que las mujeres habían conquistado en el pasado, como ocurrió con casas de refugio en Bolivia, en Santa Cruz, destinadas para brindar asistencia a mujeres víctimas de violencia física y psicológica por parte de sus parejas. En cuarentena, el lugar fue sustituido para la atención de personas afectadas por el COVID-19.
La aplicación de las medidas de aislamiento obligatorio que restringen la movilidad de las personas incluso por género, día y hora, como en el caso de Panamá, donde las mujeres solo podían salir determinados días y horas, dejó que muchas quedaran golpeadas y confinadas con su agresor, porque no le correspondía salir ese día.
En Argentina, donde se contabilizaron 82 asesinatos hasta finales de junio, según las organizaciones Mujeres de Negro y Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), las víctimas fueron afectadas por la falta de refugios temporales.
En Puerto Rico, Cuba y Chile, además de otros países, organizaciones de mujeres registraron casos de violencia obstétrica en contra de embarazadas que quedaron incomunicadas y a quienes se le obligó a tener sus partos sin la compañía de algún familiar, como consecuencia de las medidas sanitarias aplicadas por la emergencia.
En España, de acuerdo con el Ministerio de Igualdad, durante el estado de alarma —entre el 14 de marzo y el 31 de mayo— las llamadas de ayuda recibidas a los servicios de asistencia a víctimas de violencia de género registraron un alza del 41.4%, con respecto al mismo periodo de 2019 y las consultas online por correo electrónico se han incrementado un 450.5 %.
En Guatemala, datos del Observatorio de la Niñez de la Coordinadora Institucional de Promoción por los Derechos de la Niñez evidencian que, entre enero y junio de 2020, fueron asesinadas en el país 54 niñas. Entre ellas 24 por armas de fuego, 18 ahorcadas, seis asesinadas por arma blanca; tres niñas decapitadas y otras tres estranguladas.
En Honduras, la recientes reformas al Código Penal para reducir las penas de algunos delitos como el femicidio y violencia doméstica mantienen encendido el debate en la opinión pública para un país que, en 2019, cerró con 390 femicidios, según organizaciones de la sociedad civil.
El confinamiento tampoco impidió que las mujeres venezolanas siguieran expuestas a la trata de personas con fines de explotación sexual, en especial, migrantes venezolanas que se han movilizado huyendo de la crisis en su país, por parte de grupos irregulares armados del lado venezolano, aún sin identificar, de acuerdo con datos de Observatorio de Género del Norte de Santander y otras organizaciones que atienden a comunidades en condiciones de vulnerabilidad.
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Estos y más son algunos de los hallazgos que dejó esta investigación realizada en 21 países, transnacional y colaborativa. El estudio reconoce como violencia en contra de las mujeres todos aquellos actos que menoscaben o transgredan la integridad física, moral, psicológica, sexual y patrimonial de las mujeres, niñas y adolescentes durante el tiempo de confinamiento mundial.
Este reportaje fue creado de forma colaborativa por un equipo conformado por 36 personas, quienes se capacitaron en violencia de género y machista para el abordaje de la información. Entre ellos se encuentran periodistas (26), ilustradores (6) e infógrafos (4) Poderosas, quienes trabajaron de manera colaborativa desde 14 países. Todos reunidos para contar historias sobre la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes en tiempos de confinamiento, trabajando en alianza con los medios Te Lo Cuento News, La Lupa, Expediente Político, La Tribuna de Todos y Revista La Brújula.
Puede ver la investigación completa, por países, en este enlace: