“Quédate en casa”, por Marisa Iturriza
Correo: [email protected]
Aquí la “cuarentena” del coronavirus nos agarró entrenados porque desde hace tiempo veníamos viviéndola. Ya habíamos dejado de ir al cine de vez en cuando, al teatro, a exposiciones en galerías y museos, a visitar a familiares y amistades. Es que hasta los velatorios de difuntos se redujeron. Pero más o menos podías salir si tenías como y con qué de acuerdo a ganas y posibilidades porque Quédate en casa no era obligatorio si no un asunto de elecciones.
Y hablando de elecciones, sin tomar en cuenta la fulana pandemia que nos ha caído, la nomenklatura insiste en que para principios de diciembre pautó “las parlamentarias”, lo cual ha generado argumentos coherentes a favor o en contra, tanto de la oposición como de la neoligarquía sin tomar en cuenta, como de costumbre, que previamente debe ser el pueblo quien, mediante una convocatoria pertinente, vote SI o NO quiere tales elecciones bajo las condiciones que padece actualmente.
*Lea también: El cuento del Gallo Pelón, por Fernando Luis Egaña
Quienes ahora arriban a la edad reglamentaria para votar no tienen memoria de las elecciones de diciembre de 1999, impuestas a pesar de los damnificados y las pérdidas debidas a las pertinaces lluvias que no cesaban de caer hasta producir el super-mega-deslave del cual, hasta ahora, no ha habido mayor recuperación, si no que más bien continúa bajo diversos aspectos, y no es que uno quiera vaticinar que diciembre como que es medio “pavoso” para andar en esos menesteres, pero en las circunstancias actuales no está de más recordar que para quienes usufructan el poder lo que importa es conservarlo “como sea”.
“Quédate en casa”, te sirve para reflexionar aunque no sean sino simples reflexiones. Por mencionar alguna, refirámonos a la impositiva “distancia social” en vez “distancia física” o “distancia corporal” porque –a pesar de tal orden– debemos comunicarnos socialmente por teléfono, por correo o personalmente sin acercarnos demasiado a los otros si no para “codearnos” o sea tocar codo contra codo, lo cual como que me gusta más que dar la mano porque hay unos manos que…
Bueno, no es que una sea maniática del aseo pero además M. Benedetti dice que codo a codo “somos mucho más que dos” (Y es más higiénico)
Como Fátima emigró, cogí tijera, hilo y aguja para incursionar no en la alta costura, si no para pegar botones, coser hilvanes, remendar o ajustar algo y saqué la conclusión de que eso hay que aprenderlo. Y también que si quieres gobernar hay aprender a hacerlo bien, y si no mejor Quédate en casa…
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo