¿Quién mató a Deivis?, por Teodoro Petkoff
La muerte del niñito Deivis Campos, y el mortificante via crucis que su madre debió vivir, desnuda crudamente la precariedad del sistema público de asistencia médica y el desamparo a que condena a los pobres. Después que el médico cubano lo vio por primera vez, el lunes en la mañana, sin detectar en los síntomas la gravedad de la enfermedad, el niño y su madre recorrieron seis centros de salud, buscando la atención que nunca se le dio. El martes en la mañana la madre llevó el niño al dispensario “Las Nieves”, allí le recetaron lo mismo que el galeno cubano: aspirina, y aconsejaron su traslado al Materno Infantil de Caricuao, donde no pudo ser atendido debido a la alta congestión de pacientes. La madre lo llevó entonces en autobús al Seguro Social de Caricuao y, aunque tampoco pudieron atenderlo, trataron, más infructuosamente, de conseguir una ambulancia para llevarlo a otro centro. La señora, con la infinita paciencia de los pobres, tomó nuevamente una camionetica y retornó al Materno Infantil. Tras unos exámenes, en una ambulancia de este centro fue trasladado al Hospital de Coche, donde después de unas evaluaciones lo enviaron al Hospital Universitario.
Nuevas evaluaciones pero ni aquí ni en Coche pudieron dejarlo hospitalizado por falta de camas y de insumos, de modo que la señora Campos se fue con su niño al Hospital J.M. de los Ríos (Hospital de Niños), donde tampoco pudieron hacer nada, así que a las tres de la mañana del miércoles lo devuelven, por tercera vez, al Materno Infantil de Caricuao, para de allí trasladarlo por segunda vez al Universitario donde nuevamente fue rechazado, así que la señora Campos retornó al Materno Infantil de Caricuao y, aquí, a las cinco de la tarde del miércoles, el niño falleció.
La descripción detallada de este doloroso periplo (página 4) es más que suficiente para colocar en el banquillo de los acusados a un sistema de asistencia social colapsado.
Deivis Campos es una víctima más de un sistema ineficiente, desorganizado, en permanente déficit de recursos financieros. Puede imaginarse la impotencia de los médicos que en distintos centros asistenciales se vieron obligados a decir a la señora Campos que no podían hacer nada por falta de camas o de insumos. El caso del niñito Campos adquirió notoriedad por razones políticas, porque estaba involucrado un médico cubano, pero se puede estar seguro que decenas de niños mueren en nuestro país por falta de cuidado médico adecuado. ¿Cuántas veces, por citar un solo ejemplo, no han implorado los médicos del JM de los Ríos recursos para su servicio de cardiología infantil?
Tan insoportable como la manipulación mediática de descargar sobre el médico cubano toda la responsabilidad de lo que ocurrió, resulta el discurso del Presidente culpando a los gobiernos anteriores del desastre del sistema de salud pública. Es un exceso de cinismo y de falta de sensibilidad social.
Después de cuatro años y medio de gobierno, con los mayores ingresos petroleros de la historia, las muertes absurdas de los Deivis a quienes acusan es precisamente a aquellos que no han sabido cómo ni qué hacer con esos enormes recursos, manteniendo hospitales, dispensarios y ambulatorios en permanente terapia intensiva.
Ojalá que la plata que ayer anunció Chávez para salud pública no corra la misma (mala) suerte de aquella inefable “Sobremarcha”, que naufragó en un mar de incompetencia y desidia.