¿Quién mete las armas?, por Teodoro Petkoff
«¿Por qué –preguntaba Chacumbele ante la Asamblea Nacional–, por qué un gobierno revolucionario no ha podido en nueve años cambiar la terrible situación de las cárceles venezolanas, por ejemplo, por qué?» Pregunta que acompañó a otras diez que resumían lo que está pasando en la vida diaria de la gente, para la cual los números de Latinobarómetro o los índices del PNUD –en los que Chacu se regodeaba– son conchas de ajo frente a los terribles indicadores que arrojan el costo de la vida y los anaqueles vacíos en bodegas, supermercados y mercados, así como en las farmacias, al igual que las cifras espantosas de la cosecha de muertes diarias por la acción del hampa.
¿Por qué, pues, entre otros gravísimos asuntos, las cárceles venezolanas son verdaderas antesalas del cementerio? En 21 días de lo que va del año 2008 han sido asesinados 36 reclusos. 498 lo fueron en 2007. ¿Por qué, Presidente, por qué? ¿Es tan difícil encontrar las respuestas? ¿Están escritas en sánscrito, que nadie las puede entender? ¿O será, Chacumbele, porque nunca las han buscado? ¡Bingo! Este es el meollo del asunto.
En nueve años de gobierno «revolucionario» (cada vez es más sangrientamente irónico ese concepto, aplicado a este desastre), las preocupaciones del gobierno y, sobre todo, las del Presidente, han estado centradas en cualquier asunto ajeno al país, menos en los que angustian la vida real de la gente. La respuesta sobre las cárceles es, pues, sencilla: en nueve años «la terrible situación de las cárceles» no ha cambiado porque el gobierno «revolucionario» del apóstol de los pobres, Ego «Chacumbele» Chávez no ha hecho absolutamente nada para cambiarla.
Antier en la cárcel de Tocorón, en Aragua, una reyerta entre presos dejó siete muertos y un montón de heridos. Según informan las «autoridades», ocho granadas fueron utilizadas en la trifulca. La primera cuestión que debería plantearse el Gran Preguntón es cómo entran ocho granadas al interior de una cárcel.
¿Cómo, Chacumbele? ¿Serán los familiares y los amigos quienes las introducen o será, más bien, Señor Presidente, el personal de custodia, en particular el militar? Porque granadas, o la UZI que decomisaron en otra cárcel, no pueden salir sino de arsenales militares. No las venden en Mercal. Desde luego que el problema es complejo y las variables en juego son múltiples. Lo de las granadas es apenas un ejemplo de que, si hubiere voluntad política, meterle el pecho a la descomposición de los penales no requiere quedarse sin neuronas pensando qué hacer. Pero, claro, si en Tocorón, por ejemplo, no se comienza por averiguar quién y cómo introdujo las granadas, no se avanzará ni un milímetro. El año próximo las preguntas de Chacumbele serán las mismas.