¡Quítenles los teléfonos, por favor!, por Alejandro Castillo
Twitter: @PeriodistaAlejo
En los últimos meses, la mayoría de los que hacemos política y comunicaciones políticas nos hemos preguntado ¿quién está asesorando a los dirigentes políticos nacionales? No todos, es verdad, pero impresionan los graves errores que han estado cometiendo en lo que va de año —y parte del año pasado— solo en sus redes sociales.
Confieso que entre varios amigos consultores hemos casi que gritado: ¡que les quiten los teléfonos, por favor! porque, a veces, los errores son tan graves que parecieran normalizarlos.
Partamos del hecho de que las redes sociales no son ni un confesionario ni un chismógrafo ni, mucho menos, su mejor amigo al que le cuentan las cosas que, aun cuando estén mal, creen que por ello no los van a juzgar.
Para hacerlo más tangible: hemos visto en los últimos siete días las reacciones por Twitter de voceros que les responden a otros. Jorge Rodríguez escribe al mejor estilo de Diosdado. Le responden Guaidó y el embajador de Estados Unidos, cual niños que necesitan el apoyo uno del otro.
*Lea también: Temporada de mangos 2021, por Reinaldo J. Aguilera R.
La primera pregunta que surge es en torno a la coherencia. Si, supuestamente, la Asamblea Nacional del 6 de diciembre es ilegítima —no existe, no aparece, no pasó, como diría la filósofa Thalía—, entonces, ¿para qué toman en consideración informaciones, supuestamente falsas, que está diciendo Rodríguez?
Si le responden —y, además, lo hacen para explicar que parte de lo que está diciendo es probablemente cierto, pero no el contexto de lo que dice—, entonces, prácticamente están afirmando que ese vocero, que no legítimo (pero al mismo tiempo le responden) está diciendo la verdad. ¿Quién gana? Obviamente, Jorge Rodríguez.
¿Me van entendiendo? Simplemente no tiene sentido o, en su defecto, no tienen estrategia política y de comunicación política las respuestas que se dieron en torno (solo) al tema de la fulana reunión en Colombia.
Para ponérselos en términos más simples todavía: es lo mismo que cuando Maduro sacó un video en lenguaje de señas. Los llamados influencers se burlaron, criticaron, pero lo que tenían en común es que todos reprodujeran a través de sus cuentas el video en cuestión.
¿Esto qué quiere decir? ¡Fácil! Maduro no necesitó gastar ni un dólar en publicidad ya que toda la necesaria se la dieron estos personajes al reproducir el material audiovisual en sus redes. ¿Ven? Lo mismo pasa en este caso.
Guaidó y el embajador de Estados Unidos le dieron a Jorge Rodríguez —que es un personaje que no goza de credibilidad en el sector opositor— toda la tarima que necesitaba y lo hicieron parecer hasta creíble, porque los que no siguen a Rodríguez en Twitter ahora saben, al menos, cuál es su cuenta.
En conclusión, fue totalmente desacertado responder el tuit de Jorge Rodríguez, porque tanto el embajador como el exdiputado le dieron, no solamente visibilidad en las redes a Jorge Rodríguez, sino que le permitieron un acceso de credibilidad aparte de sus nichos electorales.
Alejo Castillo es periodista. Asesor en Comunicaciones Políticas. Gestión de Medios.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo