Radicalismo de candidatos no facilitará alianzas para segunda vuelta en Perú
Un marxista y la hija de un presidente autoritario se enfrentan en la segunda vuelta de las presidenciales en Perú. Sus posturas no les facilitan lograr reacomodos políticos y el ganador tendrá enfrente un Congreso donde nadie tiene mayoría, por lo que la gobernabilidad está amenazada
Si el panorama electoral de Perú ya lucía complicado para la primera vuelta de las elecciones presidenciales y las parlamentarias del pasado 11 de abril, con miras a la segunda vuelta del próximo 6 de junio la situación se enreda aún más, debido a lo que representan los dos candidatos que competirán: el radicalismo marxista de Pedro Castillo, y el fantasma del autoritarismo que envuelve el apellido de Keiko Fujimori.
Castillo, candidato de Perú Libre, resultó la gran sorpresa en la primera vuelta, ya que en ninguna encuesta aparecía con suficiente respaldo como para que se pensara en él en una opción (no figuró siquiera entre los seis candidatos que ocupaban los primeros puestos y de los que se decía cualquiera podría haber avanzado a la siguiente fase, ninguno de los cuales pasaba de un 12% de apoyo). No obstante, logró un 19% de los sufragios emitidos y ha prendido las alarmas en los sectores más conservadores del país andino.
El abanderado de Perú Libre, organización que se define como marxista, es maestro de escuela y ha tenido una trayectoria como dirigente sindical, cuenta con magíster en psicología educativa y adquirió notoriedad en 2017 al dirigir una huelga de profesores en varias regiones del país que se extendió por 75 días.
Por su parte, Keiko Fujimori es administradora de empresas, fue congresista y se desempeñó como la primera dama del país entre 1994 y 2000, luego que Alberto Fujimori, su padre, se separara de su esposa, Susana Higuchi. Es la tercera vez que busca la presidencia, habiendo salido derrotada en segunda vuelta en 2011 y 2016.
Partidos atomizados luego de primera vuelta
La primera vuelta electoral en Perú, lejos de hacer ver más claro el horizonte, mostraron un tablero político sumamente enredado. Castillo obtuvo un 19%, mientras Fujimori solo llegó a un 13,35% de los sufragios. López Aliaga logró 11,6% y Hernando de Soto, quien aparecía meses antes como la primera opción para avanzar a segunda vuelta, quedó también con 11,6%.
La conformación del Congreso muestra la atomización de las fuerzas políticas del país. Formarán parte del mismo un total de 11 bancadas; Perú Libre contaría con unas 28 curules, Acción Popular (el partido de Yohny Lescano) 23 y Fuerza Popular (el de Fujimori) 16. Luego figuran Alianza para el Progreso (del candidato César Acuña) con 14 escaños, Renovación Popular (de Rafael López Aliaga) y Avanza País (el de Hernando de Soto), son las otras fuerzas con mayor representación.
Los internacionalistas Juan Francisco Contreras Arrieche y Félix Arellano indican a TalCual que el escenario requiere toda la habilidad por parte de los candidatos que competirán en segunda vuelta, para lograr alianzas y convencer a un electorado que tiene muchas reservas, tanto por el izquierdismo extremo que representa Castillo, como por el autoritarismo de derechas defendido por quienes siguen siendo partidarios de Alberto Fujimori.
Estructura política incidió en primera vuelta
“El señor Castillo fue un verdadero batacazo porque no aparecía en las encuestas, por lo menos entre los seis primeros con posibilidad de pasar a segunda vuelta, pero logró avanzar a pesar de las circunstancias del proceso electoral, donde había muchísimos candidatos y se mostraba un empate técnico entre todos, George Forsyth y Lescano estuvieron punteando en algunos momentos, pero quedaron relegados en esa primera vuelta”, detalla Contreras Arrieche, quien es presidente del Colegio de Internacionalistas de Venezuela (Codeiv).
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El también profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) recuerda que se trataba de un escenario en que cualquiera podría ganar, y se pensaba que quienes contaran con una mejor estructura política pudieran ser los que llegaran.
Considera que precisamente ese aspecto (el de poder contar con una organización que pudiera movilizar a los electores) fue de cierta manera lo que permitió que Fujimori finalmente lograra pasar a la segunda vuelta, ya que el fujimorismo cuenta con una estructura que ha logrado calar en muchas partes de Perú.
En cuanto a Castillo, cree que aprovechó la crisis política que existe en Perú actualmente, donde los partidos han perdido credibilidad, existe un liderazgo muy desacreditado y ha llevado a que partidos políticos no cuenten con mucho respaldo popular.
Por su parte, Félix Arellano, internacionalista e igualmente profesor de la UCV, recuerda que en sus escritos ya advertía que la izquierda era un peligro latente en Perú.
“La izquierda está tomando fuerza, pero lo veía por el apoyo que estaba teniendo Verónica Mendoza y grupitos con lenguaje y olores de izquierda, en un país donde liberalismo es un dogma, y el capitalismo y el libre mercado se consideran algo sagrado. Lo que no pensábamos es que se iba a concentrar voto en un personaje (Pedro Castillo) de estas características”, indica Arellano.
El analista dice tener la impresión de que las encuestas en Perú, como las de aquí que se decía que no suben cerros, no van a los barrios marginales.
“(Los sondeos) se concentran en las zonas urbanas, se hacen a través de teléfonos inteligentes, y no se va a los sectores que votan y tienen un descontento social muy grande. En toda América Latina, lo vamos a ver en Brasil y se ve en Perú, se optó por la alternativa más radical”, explica.
Sin embargo, dice no creer que ese radicalismo de Castillo le facilite la segunda vuelta, por lo que piensa que, por la radicalidad de los discursos, se va a generar la unidad de los contrarios.
Auge del populismo
Contreras Arrieche destaca que en Perú comienza a calar el discurso populista y coincide en que esto es algo muy peligroso.
“Pedro Castillo maneja un discurso populista, radical que quiere acabar con todo lo que existe. Ese ‘que se vayan todos’ es una frase que utilizan los populistas para tratar de generar un cambio y hacerse ver como que ellos representan ese cambio. Es muy peligroso para la democracia peruana el surgimiento de estos líderes populistas de los que hemos visto consecuencias en América Latina, de personas que vienen con ese discurso pero que generan luego más de lo mismo, o peor, generando más pobreza y frustración en la población”, sostiene el analista.
A su juicio, el señor Castillo, siendo de izquierda, hace ver a a Verónica Mendoza, también de izquierda, como moderada.
Lamenta que, aunque existía la esperanza en que un economista con prestigio internacional como es De Soto pudiera ser la balanza para generar un movimiento que llevara a la presidencia, pero que esa dispersión en la votación dada la cantidad de candidatos que participaron, hizo muy difícil que un aspirante pudiera superar el escollo político, como sí pudo hacerlo Fujimori al representar un partido con cierta tradición y fuerza en el Perú.
Búsqueda de alianzas
Félix Arellano señala que ahora viene la tarea de Keiko Fujimori en cuanto armar unidad y dice que ella ha madurado, aunque sigue latente lo que llama la herencia terrible que el apellido representa para muchos peruanos.
“Para muchos -detalla Arellano- es un castigo, aunque para otros es una bendición, pero Keiko no es Alberto, ella ha vivido momentos más duros que su padre, que pasó de ser desconocido a presidente. Keiko ha vivido cárcel y persecución; sustituyó a su madre (como primera dama), cuando ésta fue expulsada del Palacio de Gobierno; vivió el maltrato y ha vivido los procesos políticos con ya tres intentos de llegar a la presidencia, habiendo ganado los dos anteriores en primera vuelta, pero por su personalidad dura y por su apellido no ha ganado en la segunda”.
Resalta que en esa oportunidad “la cosa es distinta”, y lo es porque ahora el adversario no es Pedro Pablo Kuczynsky, un intelectual admirado internacionalmente, sino un peruano humilde, con un discurso radical, que atrae a los pobres, por lo que el trabajo es unir a moderados y desarrollar un discurso de convivencia que no ha sido el lenguaje propio de los Fujimori.
Por ello, cree que Keiko Fujimori debe cambiar su lenguaje, porque hasta ahora se ha caracterizado por una política soberbia, dura, radical, como la de su padre, pero para vencer a Castillo tendrá que ganar a la izquierda no radical y a los conservadores más duros que apoyaban a De Soto y los menos duros que respaldaron a Lescano y Forsyth.
Segunda vuelta de pesadilla
Para Contreras Arrieche, la segunda vuelta es “la peor pesadilla” que se podía prever en la primera, que los peruanos tuvieran que escoger entre Fujimori, señalada por casos de corrupción y quien está en libertad condicional, y Pedro Castillo, con su discurso radical.
“Entiendo que la señora Fujimori es distinta al padre y que ella plantea cosas distintas, pero de alguna forma el peso mayor que va a tener ella para remontar es que se identifica con la clase política peruana que está extremadamente cuestionada por el fantasma de la corrupción. No hay ningún expresidente peruano que no tenga investigación o sentencia firme, producto de esa incursión de esta empresa (Odebrecht) que promocionó Lula Da Silva en toda América Latina y ha generado el escándalo más grande de corrupción en la región. En ese sentido es una dificultad para que pueda remontar”, precisa el internacionalista.
Recalca que, en circunstancias normales, se pensaría que los peruanos se unirían en torno a quien quedara segundo en la primera vuelta para evitar dar ese salto al vacío que representa un político que llega con ese tipo de discurso, pero que el problema en esta ocasión es que Fujimori tiene mucho rechazo.
“Todo va a depender de la capacidad de negociación que tenga Fujimori, y la de ceder en muchas cosas para que pueda lograr el apoyo de De Soto y de López Aliaga, que tienen un margen muy pequeño de apoyo”.
Gobernabilidad frágil
Félix Arellano señala además que, gane quien gane la segunda vuelta, va a tener serias dificultades para gobernar debido a la multitud de fuerzas que harán vida en el Congreso, que complicarán aún más el panorama político.
“El Congreso de Perú ha dado la lamentable señal de que con mucha facilidad somete a juicio político con voto de censura a los presidentes, y esto está tornando inestable el sistema político, por lo que en el país ya no hay la solidez económica de 20 años atrás”, acota.
Añade que será un reto duro mantener la gobernabilidad: “Si ganara el candidato radical de izquierda, que lo veo muy difícil, porque no creo que siquiera la izquierda moderada lo apoyaría y tampoco pienso que el porcentaje de rechazo antisistema sea mayor al que ha manejado Castillo hasta ahora, no contará con mayor capacidad de maniobra porque tendría en contra el Congreso desde el primer día”.
Contreras Arrieche resalta que aunque lo lógico sería que Verónica Mendoza pactara con Pedro Castillo, el hecho de que la señora Mendoza representara a la izquierda, haría que apoyar la candidatura de Castillo se traduzca en delegar su liderazgo, lo que podría restarle posibilidades de mantenerse como la referencia de izquierda en el Perú.
En cuanto a la gobernabilidad, también lo ve bastante complicado. “Es un Congreso atomizado, donde las fuerzas políticas tendrán que hacer muchas alianzas para lograr establecer mayorías, alianzas incluso entre grupos muy antagónicos”.
Agrega que partidos tradicionales, que pudieran ser de alguna referencia, prácticamente quedaron eliminados. “El APRA desapareció y el Partido Popular Cristiano no sacó representación, en la primera vuelta se perdió la posibilidad de buscar la estabilidad política”, concluye.
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