Reaccionando frente a China, por Félix Arellano
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Podríamos asumir, con algo de optimismo, que la dinámica mundial podría resultar más esperanzadora, si el enfrentamiento con China se orienta por una senda de competencia creativa y generadora de bienestar, como podría ser el caso con la reciente decisión de la Unión Europea (UE), de aprobar el ambicioso proyecto de la Puerta Global (Global Gateway), y la iniciativa del presidente Joe Biden de invitar a un centenar de líderes del mundo, a una conferencia virtual para reflexionar, entre otros, sobre el futuro de la democracia y el desafío que generan los gobiernos autoritarios.
Tales iniciativas, con potenciales beneficios para los países en desarrollo y la institucionalidad democrática, podría ayudar a limitar la atmosfera conflictiva que está estimulando el presidente de China Xi Jinping, en su estrategia encaminada a fortalecer el liderazgo de su país a escala mundial, con una actitud más directa y agresiva, que presenta la Ruta de la Seda como el proyecto emblemático; aprobado en el 2013, en el que participan aproximadamente 70 países, en su mayoría en desarrollo, pero también algunos miembros de la UE como Italia, España, Portugal y Grecia.
Por otra parte, la estrategia expansiva china también contempla posiciones más agresivas, incluso de carácter militar, como son los casos: del expansionismo en el mar meridional, la presión sobre Hong Kong, los choques militares en la frontera con la India y las crecientes amenazas a Taiwán. Acciones que están orientando las relaciones con occidente en el peligroso esquema de la trampa de Tucídides, generando la incertidumbre de un potencial enfrentamiento militar de consecuencias impredecibles.
Conviene resaltar que las iniciativas de la UE y los Estados Unidos, pueden representar un cambio cualitativo, al abordar la relación con China de forma más integral, tratando de definir límites, sin menospreciar las oportunidades que puede conllevar el relacionamiento económico con la poderosa potencia asiática.
Con la iniciativa de la Puerta Global, la UE va conformando una estrategia proactiva, orientada, tanto a definir límites al expansionismo chino, particularmente a la Ruta de la Seda; como a construir una relación equilibrada frente al eje geopolítico del Asia Pacifico que crece significativamente. En la estrategia, además del nuevo proyecto de la Puerta Global, se suman el acuerdo de Libre Comercio suscrito con Japón, un actor fundamental en el escenario asiático; pero también el acuerdo de inversiones negociado con China y pendiente de las aprobaciones formales.
En el marco de la Puerta Global, la UE contempla invertir en los próximos cinco años unos 300 mil millones de euros en proyectos de infraestructura, energías limpias, educación, transporte, protección ambiental; con la activa participación del Fondo Europeo del Desarrollo Sostenible y la progresiva incorporación de capitales privados.
Al presentar el proyecto la Unión Europea ha destacado, entre otros, que la Ruta de Seda china se ha convertido en una trampa financiera, con créditos, que en un primer momento se presentan favorables y luego generan una creciente dependencia con China y sujetos a su discrecionalidad, toda vez que no hacen parte de las reglas del Club de Paris; por el contrario, el proyecto europeo de la Puerta Global funcionará bajo la modalidad de subvenciones.
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Por su parte, el presidente Joe Biden está convocando a unos 110 jefes de gobierno y líderes, para una conferencia virtual, a los fines de reflexionar sobre el futuro de la democracia y sus principales desafíos, en particular la amenaza que representa la geopolítica del autoritarismo contra los valores del orden liberal internacional. Conferencia que se efectuará, mediante paneles de trabajo y sesiones plenarias, el jueves 9 y viernes 10 de esta semana.
Tanto el proyecto de la Puerta Global que la Unión Europea acaba de aprobar, como la iniciativa del presidente Biden, que incluye como uno de los temas de la agenda la coordinación frente al desafío chino, proyectan un ambiente que estimula una competencia creativa e incluyente, en la medida que contemplan una activa participación de los países en desarrollo, actores fundamentales en el esquema de expansión chino a escala global.
Ahora bien, no podemos desconocer que las democracias occidentales están reaccionando tarde y con limitaciones, por la débil coordinación, frente al enorme expansionismo de China a escala mundial, que lleva años avanzando y con muy hábiles estrategias.
Por un largo tiempo, desde los años de Deng Xiaoping, con muy bajo perfil, el “soft power”, la cara amable y cooperativa de China, que con financiamiento en condiciones favorables y mucha cooperación técnica y tecnología, ha logrado penetrar la gran mayoría de países en desarrollo, pero también las economías desarrolladas.
China representa para la gran mayoría de los países en desarrollo el principal socio comercial tanto en las importaciones de los bienes primarios, como en la venta de los productos manufacturados y alta tecnología; pero también se está transformando en el principal inversionista en proyectos fundamentales de infraestructura, energía y recursos naturales.
Los países occidentales y con ellos los valores del orden liberal que privilegia las libertades, la institucionalidad democrática y los derechos humanos, han perdido terreno, facilitando la expansión amarilla por el planeta. La Unión Europea concentrada en sus problemas internos, que han alcanzado su máxima expresión con el retiro del Reino Unido y Estados Unidos en sus contradicciones internas que ha exacerbado Donald Trump con el aislamiento que ha posicionado en la agenda nacional con su “América first”.
Han sido muchos años de indiferencia frente a los graves problemas que enfrentan los países en desarrollo, algunos de ellos producto de los tiempos de dominación colonial. Luego, la pandemia del covid-19, que representaba una oportunidad para un sólido y masivo apoyo en múltiples ámbitos a favor de los países en desarrollo, con especial énfasis en los más vulnerables, ha sido desaprovechado.
Lamentablemente lo que observamos ha sido el predominio de una actitud racional egoísta de controlar los recursos sanitarios y, en particular, monopolizar las vacunas, abandonado la gran mayoría de la humanidad a su suerte. Posición irracional, pues la anhelada inmunidad de rebaño no se logra exclusivamente a nivel nacional en un mundo globalizado e interdependiente.
China, por el contrario, ha desarrollado estrategias hábiles y creativas que han fortalecido su liderazgo internacional, abonando a favor de la geopolítica del autoritarismo, como han sido los casos de las llamadas: “diplomacia de las mascarillas” que conllevó un apoyo inmediato en material médico y sanitario y, luego la “diplomacia de las vacunas”. Toda una dinámica efectiva de cooperación y control que ha desplazado una vez más a los países occidentales.
El proyecto europeo de la Puerta Global, podría sentar las bases para un punto de inflexión en las relaciones con los países en desarrollo y de esa forma lograr definir limites concretos a la expansión china. En la conferencia sobre la democracia se podría establecer un proyecto más amplio, con la participación de todos los países democráticos occidentales, un nuevo Plan Marshall, para ayudar a los más débiles a enfrentar las graves consecuencias sociales que está generando la pandemia y, paralelamente, promover los valores liberales profundamente amenazados por la geopolítica del autoritarismo.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.