Recados a una candidata, por Fernando Rodríguez
No es muy difícil saber que María Corina Machado está políticamente a la derecha, tirando a la ultra. Que es una neoliberal empedernida, capaz de privatizar todo ente económico que se le ponga por delante, a comenzar por Pedevesa que ya está en su lista, y cuidado con el Museo de Bellas Artes o la UCV.
Quienes no somos neoliberales, en mi caso antes por el contrario, y votaremos por ella, que somos unos cuantos, cuidado si muchos, lo haremos porque creemos racionalmente que es hoy el camino real para salir de la siniestra dictadura que nos ha acabado la vida a la inmensa mayoría de los venezolanos y que creemos que la democracia por formal que sea es primavera. Ya tendremos ocasión de combatir sus excesos en relativa libertad, cuando ésta llegue.
Si esto es así yo le recomendaría a la potencial candidata un par de cosas. La primera es que internacionalmente no se contamine con esa suerte de fascismo germinal que anda por ahí y que justamente una de sus aristas es o puede ser el liberalismo extremo. Lo digo con razones, porque la hemos visto saludar con cierta efusividad al señor Milei que además de ser un auténtico ultraderechista, confeso, tiene bastantes desajustes cerebrales y actuaciones circenses. No es buena compañía para nadie. O reclamarle poca solidaridad con la oposición venezolana, sino injustamente, al menos poco diplomáticamente, a Pedro Sánchez quien conducirá a España por cuatro años y que bien valdría tenerlo de amigo, lo cual no creo difícil. Cuidado con los nietecitos de Franco del PP y, sobre todo, con el rotundo fascismo de Vox y su pandilla europea. Esto puede extenderse al resto del planeta. Sin ir más lejos no olvide que en América latina hay Lula o el vecino colombiano o Boric y otros. No los quiera, pero no se aísle.
De manera que para sintetizar una buena dosis de prudencia diplomática le haría bien para ciertos votantes –el último neoliberal fue CAP, y murió de una muerte que no quería– y para futuras posibles relaciones de ese gobierno al que usted no renuncia, ni nosotros, los otros.
Igualmente le diría que ideológicamente no repita las fórmulas bastante vaciadas y retóricas del Consenso de Washington. Dígalo con otras palabras. Yo le oí decir que el dinero del Estado debía ser para la enorme pobreza de la mayoría y por ende había que buscar inversionistas para el resto, petróleo o servicios deteriorados. Suena bien. Pero no venga a pretender cantar glorias del capitalismo, que no le queda demasiado del «fin de la historia», la caída del comunismo, sobre todo en el sur global que llaman ahora.
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La cosa es mucho más confusa y no hay que decir ingenuidades como que la propiedad privada y el lucro sin bridas es la libertad como gritaba Milei enloquecido en su coronación y coreaban sus fanáticos después de haber invocado a la policía con frenesí (sic).
Eso quería decirle si esto le llega. Se puede hacer caso omiso por supuesto, si así le parece, de todos modos no perderá mi voto, el país lo necesita.
Fernando Rodríguez es filósofo. Exdirector de la Escuela de Filosofía de la UCV.
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