Receta de la eterna juventud, por Eduardo López Sandoval
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Apaga el televisor para evitar una cadena del Gobierno. Se ha probado en laboratorio que la falacia inhibe los efectos de este remedio.
Se ha probado en laboratorio por la ciencia, además, que la presente receta tiene resultados sólo en venezolanos que no tengan la condición clínica de enchufados, bien sean del Gobierno o de la Oposición. Ojo, no nos responsabilizamos por los efectos nocivos que esta medicina produzca en los pacientes que violen esta contraindicación.
Para los que se sientan aludidos como manilargos del erario público descritos en el párrafo anterior, ¡lean hasta aquí! ¡No más! No es con ustedes.
Para preparar el almuerzo del tamaño de las circunstancias de la crisis, que te adentrará en el esplendoroso camino de la eterna juventud, que seguro alcanzará para la merienda y quizás para un complemento del desayuno de mañana –si el hambre no es muy atrasada–, compra una auyama, que es el producto alimenticio más barato del mercado después del mango, pero ya pasó la temporada de éste…
La auyama debe ser del tamaño de tu grupo familiar. ¿Es pequeña, mediana, grande o muy grande tu familia? Bien, pequeña, mediana, grande o muy grande debe ser la auyama…
Nada más una auyama vas a comprar, los demás ingredientes los parimos de tu cocina, o haces un trueque de lo que te falte por una ración con la vecina chismosa, o por dos con la vecina gorda…
Lava bien la auyama si tienes agua suficiente, si no pásale un trapito mojado y limpio. Ahora mira que la fruta es como el globo terráqueo, achatada en los polos y abultada en el Ecuador. Haz una hendidura –no corte– al mundo del Polo Norte al Polo Sur; así como si fueran husos horarios haz tantas incisiones como puedas, pegaditas.
(Vale este paréntesis. Si eres uno de los adiposos –no escuálido– que está con el Gobierno o de la Oposición enchufada no menos gorda y estás violando la contraindicación y has seguido leyendo, este artículo no te sirve porque no lo necesitas. En los hipermercados de ABC no venden auyamas, –ABC es Aruba, Bonaire y Curazao–. Pero, perdón, casi seguro que te servirá para aprender cómo se escribe la palabra incisiones. Por lo menos, yo no lo sabía hasta que el sabelotodo corrector de la computadora me dijo que estaba desacertado. Escribí encisiones y me lo subrayó de rojo, me dijo que debía cambiar: sin especiales alusiones al color de ningún partido desacertado que hay que cambiar…).
Ahora corta la fruta por la mitad, por el camino de una de las incisiones… –ya no me salió la palabra incisiones subrayada de rojo porque cambié para mejor–que has hecho y quita la corteza de tal manera que se te desprenda la cubierta como largas hebras.
¿Se parecen cuando las juntas a las mechas de tu suegra? ¿O más bien a hebras de espaguetis?
Esa es la idea.
Con estos espaguetis vas a preparar el plato principal. Como quieras. Pero recuerda que, independientemente de la opción que elijas, la cocedura de la auyama es rápida; no gastes mucho gas.
Derecha/Izquierda: recorridos transversales, por Rafael Chipilo Pulido
A la propia pulpa de la fruta córtala, y a la licuadora. Antes toma el corazón de la fruta, que seguro te parece que está compuesto de un exquisito material como para hacer una salsa. Bien, ¡manos a la obra! Mientras el espagueti se cuece, separa las semillas y prepara con el corazón puro (me salió poesía: “prepara tu puro corazón”), la salsa que adornará nuestro plato principal. A esta salsa ponle sal, ajíes llanerones, tomates y retazos de condimentos apropiados que tengas en la cocina, que quizás te queden de cuando el barril de petróleo estaba a ciento y pico.
A las semillas sofríelas en un poquitín de aceite, si te queda en el asiento del envase que dice Industria Mexicana, o en mantequilla hecha con leche de vacas argentinas, y resérvalas.
El producto de la licuada llévalo al colador y reserva el agua. A esta colada ponle harina de la que tengas hasta que hagas masa, a una mitad de ésta le pones sal y haces arepas de auyama y con la otra mitad haz una torta. A esta mitad de masa para hacer la torta agrégale un punto de sal y azúcar brasileña al gusto o, mejor, endulza con papelón, que es más barato, más sano y más sabroso, y es Made in Venezuela. ¡Ah! Y a esta misma masa le agregas las semillas sofritas que has reservado, para que la torta te quede crujiente.
Al agua que has reservado ponle papelón y exprime un par de limones o un trío de naranjas, o cualquier parchita, o agrega el zumo de algún mango que tengas guardado en la nevera de la temporada de cosecha que recién pasa -que ya se te está cruzando de maduro, y tendrás el jugo del almuerzo y la merienda…-.
Buen provecho.
Pasadas las dos horas de la digestión debes verte en el espejo. Usa tu mirar más objetivo: mira qué joven estás…
Si te parece que estás muy joven, que los ahijados no te van a pedir la bendición, no te preocupes. Enciende el televisor, que ya viene el reporte del crecimiento del Virus Chino o la campaña de los candidatos del Gobierno al Parlamento Nacional. Y no discriminar colores y siglas: todos son del Gobierno.
Y no esperes la propaganda que no llega, mírate de nuevo al espejo y observarás cómo perdiste tu preciado dinero gastado en la auyama… Jaja.
Pero si te ha parecido que no has quedado demasiado joven y no seguiste el proceso descrito en el párrafo tras anterior, no perdiste el par de dólares de la auyama. Felicitaciones, devuélveme el jaja, por favor.
Todavía más, observa que has usado toda la auyama, o casi, sólo te queda el duro tallo. Resérvalo para cuando lleguen en campaña los candidatos del Gobierno, que son todos los que se postularon, como ya lo sabes.
¿Se oye la música de la campaña electoral que se acerca?
Paciente espera, deja la puerta entreabierta…
¿Entró el pichón de ladrón? Ahora apunta al ojo del candidato y si aciertas has aprovechado el cien por ciento del valor en dólares de la auyama. Y mírate ahora en el espejo.
Para mirarte en el espejo del baño llévate un taburete porque el espejo del baño no está hecho para niños.
¿Ahora el jaja es sólo tuyo…?
¡No!
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