Reconstruyendo a la oposición, por Rafael G. Curvelo E.
La última semana ha sido muy movida en el entorno político: la denominada Operación Gedeón originó un cisma en la oposición al gobierno de Nicolás Maduro. Todo hace indicar que muy pocos tenían conocimiento de dicha acción, la cual no se tiene certeza de sus objetivos principales.
Juan Guaidó, más allá de ser el presidente del parlamento y ser reconocido como encargado del ejecutivo por más de cincuenta países, es el líder de la oposición al régimen, dicha responsabilidad conlleva a asumir la carga de aciertos y errores. Es preocupante su poca claridad respecto a lo ocurrido en Macuto y Chuao, no ser categórico en condenar tales hechos, así como no destituir a los funcionarios que se prestaron a que se realizara las acciones; dejan tras de sí un halo de ilegitimidad en su propia figura.
En medio de este evento, que se suma a los hechos que ocurrieron en Guanare y Petare, donde la responsabilidad directa es del gobierno de Maduro; la gente queda acéfala de un liderazgo responsable que se ocupe de su problemas, que los sienta propio y haya esa solidaridad necesaria para lograr la conexión líder-ciudadano.
Hoy se hace urgente reformular los espacios de discusión dentro de la oposición, ampliarlos en su máxima expresión, ya que en un lustro las figuras que son críticas al gobierno han ido en aumento: Nicmer Evans, Miguel Rodríguez Torres, Ana Elisa Osorio, Juan Barreto o Maripily Hernández; son personajes visibles, que luego de respaldar a Hugo Chávez y haberle dado su voto a Maduro en el 2013, ahora rechazan su gestión. Es necesario que el sectarismo, el extremismo y, sobre todo, la corrupción sean execradas del ejercicio de quienes apostamos a un cambio en el corto plazo.
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¿Cómo logramos reconstruir a la oposición para que sea una opción fuerte ante el madurismo? Lo primero es dejar de lado la dirección personalista y construir una colectiva de por lo menos cinco personas que pudieran constituirse de la siguiente forma: una figura que sea el vocero principal, un representante de la Asamblea Nacional, un representante por los gobernadores y alcaldes, una figura del chavismo disidente y un representante de las organizaciones sociales.
Dichas figuras deberían tener poder decisión para las cosas más inmediatas y urgentes, tomadas por la vía del consenso, así como rango de acción y representación ante organismos multilaterales, gobiernos extranjeros y frente al sector oficial.
También es necesario que exista un espacio amplio de consulta y debate, en la cual se deben tomar decisiones transcendentales y de largo plazo, su funcionamiento debería ser parlamentario, con su directiva y distintas comisiones sobre asuntos fundamentales. Las decisiones en este espacio deberían ser por mayoría absoluta, para evitar imposiciones de unos pocos y así buscar una máxima discusión de los temas a tratar.
En paralelo a todo esto, se hace de suma importancia rescatar la Asamblea Nacional, que retome el camino institucional cercenado por el gobierno. La división que se originó a partir del 5 de enero, en nada contribuye al rescate de la legalidad en el país, fortaleciendo a la Constituyente que no goza de la plenitud legal para ejercer funciones parlamentarias.
De ser necesario se puede repetir la elección de la directiva, esa sesión debe ser convocada por Juan Guaidó, según lo establecido en el reglamento interno y cumpliendo el quorum requerido, se proceda a su ratificación o elección de una nueva directiva, la cual el gobierno debe respetar y acatar.
Tampoco se pueden olvidar las banderas que han tenido las fuerzas democráticas en los últimos años: canal humanitario, liberación de los presos políticos, cese de las persecuciones, retorno de los exiliados y elecciones libres; en este último punto se hace menester mantener el comité de postulaciones y lograr el consenso con el PSUV para la conformación de un nuevo CNE que garantice la transparencia en los próximos procesos electorales.
Son demasiados los problemas y los retos, como para dejar que la oposición se autodestruya por unos pocos. Llegó el momento de la autoevaluación y buscar los caminos comunes que contribuyan a los retos que se nos vienen.
¡La historia es implacable y hay que tener grandeza para el momento!