RedRadioVe, ¿propaganda cool con dinero público?
Cada vez gana más fuerza en redes sociales una plataforma llamada RedRadioVe, un espacio para la propaganda oficial que se pretende como un sitio informativo para las nuevas generaciones.
Es evidente que el madurismo sabe que los medios públicos no les bastan para imponer sus mensajes. Tampoco Misión Verdad lo logra. Menos La Iguana del desinflado Pérez Pirela. Ahora buena parte de los esfuerzos están en RedRadioVe, quizá siguiendo aquella conseja del ex «Cayendo y corriendo» de que la propaganda había que hacerla atractiva, seductora. O quizá buscando desesperadamente nuevos públicos, visto que los productos habituales no lo consiguen levantar.
RedRadioVe no deja claro en su página web que sea una plataforma manejada desde el Estado. Pero no cuesta mucho adivinarlo: con tan solo ver las firmas se notará cómo varios narradores de noticias de VTV están allí. También hay de otras plataformas mediáticas oficiales.
Quizá la figura más visible de la plataforma es Fidel Madroñero, cuyo programa televisivo es expuesto y promocionado en este otro espacio digital.
No causa tanta sorpresa, pues RedRadioVe está montada sobre lo que antes fue El Abrelata, un sitio de noticias chavistas nacido en Maracaibo, de donde es oriundo el también admirador de Kim Jong Un, y que en anteriores oportunidades sirvió de plataforma para sus mensajes.
Aún está disponible el canal de Youtube de El Abrelata -aunque inactivo hace siete años-, pero a las cuentas en Instagram y en Facebook les cambiaron la imagen y usuarios para que ahora digan RedRadioVe. Menos mal que ambas plataformas dejan registro de los cambios (ver abajo).
Lo que surgen son preguntas: ¿es o no RedRadioVe una plataforma financiada con dineros públicos? ¿Por qué empleados del Estado venezolano son firmas allí? ¿Reciben dos y hasta tres sueldos en algunos casos o no? Por ahora, el Ministro de Información Freddy Ñáñez, que a la vez es presidente de VTV, pudiera aclarar el asunto.
En caso de que sea una plataforma pública, debería estar incluida en el presupuesto del Ministerio de Información y Comunicación, o el despacho al que esté adscrito y, por tanto, ser sujeto de contraloría. En un mundo ideal, claro.