Reflexiones sobre la inserción comercial, por Félix Arellano
La inserción activa y eficiente en la economía global no ha sido una de las principales prioridades en la región, a diferencia de lo que ha ocurrido en otras latitudes, en particular en el Asia, como fue el caso de los países calificados como “tigres del Asia” (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán). En materia de inserción, la región ha privilegiado como procedimiento la integración regional, pero incluso en este plano ha mantenido una postura conservadora y la integración ha sido lenta y limitada. Ahora bien, en estos momentos, cuando el mundo avanza en la cuarta revolución industrial y las cadenas globales de valor, los países de la región están acelerando sus estrategias de inserción, sin mayor coordinación, olvidando la fortaleza que puede ofrecer una acción coordinada.
En la historia reciente, sobre la apertura económica y comercial, la inserción e incluso la integración económica, los países de la región, por diversas razones, asumieron una posición conservadora, en buena medida proteccionista, privilegiando el fortalecimiento y consolidación del mercado nacional, temerosos a la competencia que pueden generar las importaciones.
Factores como el modelo de sustitución de importaciones, que por varios años prevaleció en la región, bajo el liderazgo de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (Cepal); o una visión rígida de la soberanía; fomentaron una visión cautelosa frente al comercio internacional.
El fracaso de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc), creada por el Tratado de Montevideo de 1960, que pretendía construir una zona de libre comercio en la región y que luego de veinte años de negociaciones infructuosas fue sustituida por la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), establecida por el Tratado de Montevideo de 1980, representa una clara evidencia de los temores y recelos que han reinado en la región con respecto a la apertura comercial y la integración.
Paradójicamente, si bien la Aladi desde una perspectiva rigurosa representó un retroceso frente al libre comercio, en la práctica logró, por su flexibilidad y gradualidad, promover la confianza entre los sectores productivos y los acuerdos comerciales, aun cuando limitados en el número de productos y en el nivel de las preferencias, fueron creciendo significativamente.
Con la expansión de la visiones de libre comercio a finales del siglo pasado y, considerando las experiencias exitosas de los países que promovieron las estrategias activas de inserción eficiente en la economía mundial, el libre comercio empieza a prosperar en la región, tanto desde marcos multilaterales, como fue el caso de la Comunidad Andina, la creación del Mercosur o el Grupo de los Tres; o mediante acuerdos bilaterales, en su mayoría suscritos en el marco de la Aladi.
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Esta fase de expansión de la liberación comercial y de la integración regional, que estimuló, entre otras, la diversificación de la producción, la incorporación de mayor valor agregado al producto de exportación, la atracción de inversiones, la generación de empleo y, en consecuencia, mayores niveles de bienestar social; resultó limitada en aspectos como: la participación social y la equidad, lo que fue capitalizado por sectores críticos y radicales, como el Foro de San Pablo, el Partido de los Trabajadores de Brasil o el proceso bolivariano en Venezuela; que, al llegar al poder, promovieron una fase ideológica de la integración económica, que tiene como principales manifestaciones al ALBA, la Unasur y la Celac.
Actualmente, cerrando el capítulo ideológico de la integración económica, nos encontramos con una región polarizada, fragmentada y más desintegrada; empero, el mundo avanza aceleradamente en cadenas globales de valor, lo que plantea grandes retos de competitividad y productividad para lograr una inserción dinámica y eficiente en ese contexto económico global
Al respecto, a los fines de inserción, en estos momentos, nos encontramos con varias opciones:
- i) Insertarse desde los esquemas tradicionales de integración que se abren al mundo negociando en bloque, es el caso que está planteado con la ambiciosa agenda de negociaciones comerciales que tiene previsto el Mercosur; empero, se aprecian resistencias, en particular del nuevo gobierno brasileño.
- ii) Insertarse mediante la conformación de plataformas amplias o multilaterales de liberación, es el caso de los llamados mega acuerdos comerciales, que han enfrentado un retroceso con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, al decidir su retiro del Acuerdo Transpacífico y el cierre de las negociaciones del Acuerdo Transatlántico con la Unión Europea. En esta opción en la región contamos con la Alianza del Pacifico que, no obstante las dificultades, está avanzando progresivamente.
iii) Otro escenario, y el más utilizado, tiene que ver con la negociación de acuerdos bilaterales, cuyas agendas se han ampliado incluyendo temas tales como: comercio de servicios, propiedad intelectual, compras públicas, inversiones y la ecología, entre otros. En nuestra región Chile y México han logrado el mayor nivel de acuerdos suscritos, pero la gran mayoría de países se están incorporando en esta línea. Esta vía presenta entre otras ventajas la flexibilidad y el dinamismo en la negociación, pero puede perder la fortaleza que ofrece una negociación desde la plataforma comunitaria.
Indiferente de la opción que se adopte una temática que resulta fundamental a desarrollar las estrategias de inserción tiene que ver con la aplicación de la equidad en el comercio, materia que ha sido menospreciada en algunas de las opciones y que se correspondes con los mecanismos temporales que atienden la situación de los menos aventajados, los más débiles, situaciones de emergencia y asimetrías de sectores productivo o países participantes. Estos temas resultan de particular importancia para Venezuela, teniendo en cuenta la destrucción que enfrenta la economía en su conjunto.