Reforma universitaria en Venezuela: “Un camino hacia la recuperación”, por Jesús Elorza

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En una publicación del Grupo Orinoco se hace referencia a la conferencia «La reforma universitaria para un nuevo estilo de desarrollo”, que presenta las perspectivas de los profesores y doctores Santiago Clavijo, José Miguel Cortázar, Carmen García Guadilla y Benjamín Scharifker. Ellos abordaron la temática desde diversas ópticas, enriqueciendo la comprensión de un tema vital para el país.
La academia en Venezuela, a pesar del notable desempeño de sus egresados en el exterior, enfrenta desafíos considerables.
En el pasado, nuestras casas de estudio se destacaron entre las principales de la región, incluso a nivel global. Sin embargo, su posición ha disminuido significativamente en los últimos años, reflejando una situación que amerita atención y soluciones.
Pero, pese al legítimo orgullo que induce esa comprobación, no puede ignorarse que nuestra educación superior vive una crisis que ha abatido a universidades que fueron reconocidas entre las primeras de América Latina. Por ejemplo, su reaparición entre las primeras diez latinoamericanas, clasificación en la que estuvieron la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Simón Bolívar (USB) hasta 2012, para caer a los puestos 34 y 51 en 2025; o en las primeras 300 del mundo, clase en la cual estaba la UCV a principios de la década del año 2000, 5 para pasar en 2024 al puesto 691, seguida de la UCAB en el 741 y de la USB en el puesto 1001.
La posibilidad de revitalizar la educación superior en el país depende de abordar primero las dificultades que la afectan. Estas circunstancias, que se han desarrollado a lo largo de más de dos décadas, han impactado profundamente el funcionamiento de las instituciones educativas autónomas.
La situación actual se ha visto agravada por factores económicos, pero sus raíces se encuentran en estrategias específicas que han afectado la operatividad y el desarrollo de las universidades públicas autónomas. Entre estas, se observaron periodos de confrontación, limitaciones presupuestarias que han llevado a una reducción drástica de los recursos disponibles, y esfuerzos por desestimar el valor del conocimiento y la excelencia académica. A esto se suma el deterioro en la formación de estudiantes de educación básica y media, lo que repercute en el nivel de preparación de quienes ingresan a la universidad.
Para una recuperación integral, la universidad debe encarar simultáneamente cinco objetivos clave:
Actualizar la oferta académica: Es fundamental integrar ciencia, humanidades y valores ciudadanos en los programas de estudio para una formación completa.
Impulsar la digitalización: Desarrollar competencias tecnológicas es esencial para el futuro, y la universidad debe contribuir a reducir la brecha digital en la población.
Reforzar habilidades básicas: Abordar las deficiencias en comprensión lectora y habilidades numéricas de los estudiantes es crucial para su éxito académico y profesional.
Promover el pensamiento crítico y los valores: La universidad debe ser un espacio para fortalecer la capacidad de análisis y la promoción de los principios de libertad y participación ciudadana.
Garantizar los derechos laborales: Respetar las condiciones laborales del personal docente, administrativo y obrero es esencial para el funcionamiento óptimo de las instituciones.
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La Universidad como «La casa que vence las sombras» le corresponde en este momento de crisis promover la organización para superar el estado de emergencia humanitaria y proceder a la implementación de un amplio debate para impulsar la discusión sobre la reforma universitaria para superar las dificultades actuales y promover las transformaciones necesarias para su desarrollo y el del país.