Regresaron los sobrinos, ¿quién ganó, quién perdió?, por Ángel Monagas
Twitter e Instagram: @AngelMonagas
He perdido la capacidad de asombro. Los que menos moral tienen para cuestionar son los que a priori juzgan, obviando sus errores, su complicidad en muchos eventos.
Quizá el más grave problema de la clase política es hablar sin medir, sin revisar, cayendo en abiertas contraindicaciones. En el juego político eso es mortal. Lo advertimos cuando señalamos en una columna que venía un Alex Saab remasterizado.
Hace más de un mes escribimos: «A estas alturas del proceso, Alex Saab ya habrá servido la información que necesita el Departamento de Justicia para seguir detrás de Nicolás, de Diosdado y otros».
Sin embargo, Nicolás conserva la esperanza de que no todo lo haya dicho. Nicolás, bajo la asesoría de los Rodríguez, pretende crear un precedente con un objetivo posterior, cuya razón está en New York. El cerebro y el interés familiar seguramente es de Cilia.
Arriesga también Nicolás el comienzo del diálogo que ya cumplió un año de distanciamiento. Quizá sobrevalora la dependencia petrolera de la potencia del norte. La respuesta a esa nueva solicitud no la sabremos hasta que ocurra. Veremos si los intereses de una nación ameritan cumplir esas condiciones. No dudo que después vendrá la segunda edición de «regresen el avión, los pilotos», entre otras.
El régimen se equivoca. Lo peor que le puede ocurrir es que el Departamento de Justicia de Estados Unidos acepte el «chantaje planteado». El Alex Saab que regresaría sería completamente distinto al que espera el madurismo. Y así como remasteriza el caso Saab, ¿lo hará con los sobrinos? ¿Veremos esas dos películas?…”
Futuros escenarios
El gobierno de Maduro se sentará en la mesa del diálogo en sus términos. Es decir, el planteamiento sobre la entrega a Venezuela de Alex Saab es principista. Discuten revitalizarlo o dejarlo como parte de los acuerdos.
Un sector del chavismo insiste en la necesidad de acercarse al «imperio gringo». Otro, permanecer leales a Rusia y China. Sobre este apoyo priva, además, lo económico. La deuda con China impedirá nuestra capacidad de iniciativa.
¿Quién ganó, quién perdió?
Contrario a lo que muchos piensan y creen, yo considero que Biden no perdió, aunque es completamente distinto decir que «ganó».
Biden libera a siete de una cárcel de las más peligrosas en el mundo, donde se tortura y se mata descaradamente. El gobierno de Estados Unidos, a diferencia de otros, defiende a sus ciudadanos, aun siendo culpables, como corresponde. Biden defendió sus intereses. Si yo fuera ciudadano de este país (EEUU) tendría derecho a reclamar por el precedente causado.
En lo que el presidente Biden pierde es en la sensación creada de que Maduro lo derrotó. Mediáticamente no manejaron bien el tema.
No es verdad que tal acto constituya un reconocimiento a la ilegalidad de Nicolás. Simple lógica: es un acuerdo, como quien tiene secuestrado a un pariente de uno. Eso suele ocurrir. Sin embargo, el ruido indica la tormenta que viene y es previsible que Guaidó guarde el sueño de los justos. Nunca estuvo vivo para los fieles seguidores que hoy le ponen velas a otro santo.
Si los «narcosobrinos» no eran útiles, como señala el exfuncionario Elliot Abrams, menos aún un «presidente interino» y una Asamblea Nacional que funciona bajo un chat de WhatsApp.
La utilidad de los mencionados es a los efectos internos de esa gran nación; es el mensaje hacia una actividad del Estado como es combatir el “narcotráfico”. Para los venezolanos es otra cosa. En nuestro país es pública y notoria la «cohabitación» del régimen. Menos sanciones, nuevos acuerdos. ¿Consultas? Mero saludo a la bandera.
Maduro pierde. Se demuestra la clase de naturaleza que reviste su mandato, capaz de secuestrar ciudadanos de otro país para rescatar criminales confesos. En Venezuela el mensaje es que hay ciudadanos de primera, que pueden cometer delitos si tienen parientes de poder, y otros que son de segunda y se pudren en las cárceles.
Pierde la oposición venezolana. Hasta el presente tenemos más de 238 presos políticos, ¿han sido defendidos de manera contundente por los que dicen ser los líderes del país? Reclaman por acciones de otros que ellos en Venezuela han sido débiles en sostener.
Biden necesita erosionar las relaciones de Maduro con Rusia y China, sobre todo después del último acuerdo de la OPEP reduciendo en más de dos millones de barriles la producción de crudo y aumentando nuevamente los precios. De ganar Lula en Brasil, la izquierda seguirá avanzando, aunque hay detalles contra lo tajante de este argumento.
Reducir sanciones, permitir financiamiento para resolver graves problemas de Venezuela —como el eléctrico y disminuir la migración—, comporta una simbiosis política de dos estilos sentados en una mesa. Maduro incluso pudiera no seguir como presidente, lo que no tenemos claro ni avizoramos en lo inmediato es el fin del régimen.
Por cierto, igual si triunfa Bolsonaro, este se ha alejado mucho del entorno de Washington.
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Guaidó y toda la oposición fueron notificados de lo que pasaría. Ellos estaban impedidos de hacer algo. El fin del interinato es inminente y prácticamente no existe. Con el «intercambio» la oposición venezolana G4 puede replantearse el juego político de las futuras elecciones presidenciales.
La oposición está obligada a asumir realmente lo que es, el interinato no ha fortalecido su crecimiento político; el económico del entorno del G4 sí ha salido ganando: caso monómeros, Citgo.