Repatriados que protestan en los refugios son amenazados por la guerrilla
Dentro de los refugios ubicados en las fronteras no existen separaciones entre las personas sanas y las contagiadas de coronavirus. En varios recintos ya se han conformado pranatos para poder mantener «un orden»
De acuerdo con investigaciones del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello, repatriados enviados a los refugios de las fronteras venezolanas, a pesar de salir negativos en las pruebas de coronavirus, son retenidos sin razón aparente hasta más de 70 días, tiempo después del que finalmente las autoridades a cargo de estos recintos deciden enviarlos a sus ciudades de origen. Esto ha generado como consecuencia que, a fin de exigir su liberación, los connacionales allí represados hagan protestas y huelgas de hambre.
Alexander Medina, periodista miembro de Fe y Alegría, quien además participó en la elaboración del informe «El espejismo del retorno: violaciones a los derechos de los retornados a Venezuela durante la pandemia de covid-19», aseguró que las personas que están en albergues de Apure o Táchira que se han atrevido a protestar «han sido amenazadas por grupos subversivo, de la guerrilla». De hecho, para lograr «sobrevivir» dentro de estos lugares, los retornados se han organizado en pranatos y han designado a sus líderes, que son quienes controlan lo que ocurre en los albergues, incluyendo las riñas.
En ese sentido, Medina comentó que los connacionales de esos refugios denunciaron que sólo reciben una comida diaria y con muy pocos nutrientes. O que si por el contrario reciben las tres, entonces el menú es nada más «arepa pelada», es decir, arepa sin ningún acompañante. Es por esta razón que los vigilantes que custodian estos refugios, al final de la tarde, los dejan salir para que hagan compras de alimentos en las bodegas más cercanas.
«El 90% de los albergues para refugiados son escuelas publicas que no cuentan con las normas que estableció el gobierno venezolano. Hay carpas improvisadas en terrenos baldíos (…), las cocinas que hay tienen muy pocas condiciones de salubridad. Ya ha comenzado a llover y estos planteles ya se han inundado, la gente tiene que subieres en las mesas para que no les llegue el agua», añadió Medina.
Según el periodista, no sólo están en condiciones inhumanas porque los mantienen hacinados y durmiendo en colchonetas uno al lado del otro, sino que no existe una separación de quienes están infectados con el coronavirus y quienes no. De hecho, cuando les van a hacer el chequeo médico, la rara vez que el equipo de doctores decide hacer la visita, si tienen infección viral solo les dan acetaminofén. Muchos ya se han acabado todos los ahorros que traían de los países a los que se habían ido para comprar lo que han necesitado.
Por su parte, Ligia Bolívar, investigadora y socióloga de la Ucab, informó que actualmente hay 24.000 personas del lado del colombiano esperando llegar a la frontera y ser autorizado por el gobierno venezolano para entrar a su territorio. Es por esto que respalda lo dicho por Migración Colombia, pues el ente estima que el ingreso de esos venezolanos al país tardará aproximadamente tres meses, momento en el que se evidenciará aún más la poca capacidad de recepción que se tiene en esos albergues, pues la cantidad de cupos es inferior al número de personas que reciben diariamente.
Si bien, según Bolívar hasta julio aumentó 244% el maltrato hacia los venezolanos que regresaban por pasos no controlados, ha medida de que avance la pandemia en otros países, estos seguirán regresando, pues los motivos principales por los que se regresan, tal y como también lo explico Medina, son la falta de trabajo y pérdida de vivienda. Muchos de los retornados han alegado que aunque en Venezuela puedan pasar trabajo, al menos tienen un techo en el que vivir
La socióloga comentó que las cifras emitidas por el Ministerio de Relaciones Exteriores reflejaban que para el 30 abril de las 21.000 personas regresadas a Venezuela sólo 13 dieron positivo. «Eso evidencia que era 0.06 % de los contagiados. De la plataforma institucional de las Naciones Unidas se dice que para marzo ya Venezuela pasaba de la etapa tres a la etapa cuatro, que ya es la de contagio comunitario. Entonces, el tema del contagio ya estaba dentro del país, por eso no parece casual que a los venezolanos que regresaban en marzo se les comience a señalar a medias de mayo como armas biológicas», señaló.
Asimismo, la también investigadora señaló que el retorno es un derecho humano y que todos esos venezolanos que se están viendo obligados a regresar no pueden ser sancionados, ni siquiera por regresar bajo un paso que no esté regulado, pues está ingresando a su mismo país. Recalcó así que el régimen de Nicolás Maduro estaba utilizando el término «trochero», sin diferenciación alguna, y a sabiendas de que estos son los que facilitan el paso hacia otros territorios a cambio de un cobro, y no quienes tienen que hacer ese pago.
Para ella, ese uso descuidado de palabras con connotación negativa dentro del discurso ha llevado a la estigmatización y el rechazo de muchos de los connacionales que se encuentran en estos momentos en las zonas fronterizas del país. Puntualizó que hasta el momento se han devuelto alrededor de 90.000 venezolanos a la nación, una proporción muy baja respecto a los cinco millones que se fueron en un principio, y que considera seguirán regresando, al mismo tiempo en que, debido a la crisis generada a raíz de la pandemia, más connacionales tratarán de irse a países vecinos.