¿Repitiendo errores políticos?, por Félix Arellano
Forma parte de la sabiduría popular la expresión: “no tropezar dos veces con la misma piedra”; la moraleja: evitar errar de nuevo. Por eso sorprende los reiterados errores en la política, más concretamente, los errores frente a los gobiernos autoritarios, bien por ingenuidad, ignorancia o conveniencia. Al respecto, entre otros, cabe destacar: la subestimación de la dinámica autoritaria, la división de la oposición democrática, las falsas tesis de neutralidad, la falta de coordinación. En nuestro hemisferio encontramos varias experiencias, pero también en nuestro país.
En la región se ha subestimando la complejidad y las consecuencias de los nuevos autoritarismos barnizados de fachadas democráticas, por su legitimidad de origen; sus falsos discursos humanistas y practicas populistas; sin considerar que básicamente se concentran en perpetuarse en el poder a cualquier costo. Muchos gobiernos democráticos y organizaciones internacionales no han actuado oportunamente ante el desmantelamiento de las instituciones democráticas y la progresiva violación de los derechos humanos.
Resulta sorprendente como los partidos políticos, en países cuyos gobiernos están desarrollando agendas autoritarias, por ingenuidad o conveniencia, hacen silencio o se concentran en una lucha política o personalista que no se corresponde con la gravedad que enfrentan sus países. Al respecto, genera preocupación las divisiones de la oposición democrática en Nicaragua, Bolivia y Venezuela; países que conocen en profundidad el autoritarismo.
En el caso de Nicaragua, fue considerado un gran avance los acuerdos de unidad que, en el año 2018, alcanzaron las dos grandes organizaciones políticas de la oposición democrática, nos referimos a la Alianza Cívica y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). El autoritarismo de Daniel Ortega y su esposa y Vicepresidenta Rosario Murillo, ha desmantelado la institucionalidad democrática, sigilosamente en sus primeros años, en alianza con diversos sectores del país y gran respaldo de la chequera petrolera bolivariana venezolana.
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Con el tiempo el autoritarismo fue creciendo y las alianzas se han extinguido, precisamente el 2018 fue un año de fortalecimiento de la lucha democrática y la correspondiente violencia de régimen autoritario. En tales condiciones, el país exigía de la unidad de todos los grupos y partidos, para lograr avanzar a la transición democrática.
La complejidad del poder autoritario, asesorado por la experiencia de décadas de dictadura de los Castro, representa un enorme reto. Los acuerdos de unidad de las dos organizaciones resultaban fundamentales. Por otra parte, no podemos dejar de destacar la débil actuación de la comunidad internacional ante el drama nicaragüense, lo que torna indispensable el esfuerzo interno y la unidad nacional. En tales condiciones, resulta impactante que los acuerdos de unidad se han resquebrajado, lo que significa que el autoritarismo de Ortega se consolida.
En Bolivia también preocupa que, avanzando positivamente a la transición democrática con el esfuerzo de instituciones nacionales, el apoyo de la comunidad internacional y el laborioso trabajo de la Presidenta encargada Sra. Jeanine Añez, los partidos políticos democráticos se fragmenten con miras a las elecciones convocadas para el 03 de mayo. En este momento se estiman cinco candidatos de la oposición democrática (Carlos Meza, Jorge (Tuto) Quiroga, Luis Camacho, Chi Chung, Félix Patzi).
Seguramente la oposición boliviana está confiada en el sistema de doble vuelta; empero, no se debería menospreciar la fuerza del Movimiento al Socialismo (MAS) partido de Evo Morales, que si bien no tiene liderazgo, cuenta con apoyo popular y el propio Evo, desde Argentina, está tratando de mantener su unidad.
Otro error que se observa tiene que ver con la actitud de supuesta neutralidad frente a la violación de los derechos humanos, es el caso del Manuel López Obrador en México, con su ambigua doctrina Estrada, con una aplicación práctica desequilibrada. Muy rigurosa para no involucrarse en la grave situación venezolana, poco relevante al defender a Evo Morales y cuestionar el proceso de transición democrática en Bolivia.
Por este confuso camino pareciera avanzar el nuevo Presidente de Argentina Alberto Fernández y también es la línea del sector radical del Frente Amplio en Uruguay. A estos grupos convendría preguntar: ¿qué dudas tienen sobre el exhaustivo Informe de la Sra. Bachelet sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela? Y, adicionalmente, recordarles que la actitud complaciente le hace cómplices en la violación de los derechos humanos.
Por otra parte, a la comunidad internacional democrática también le preocupa las divisiones en la oposición venezolana. Con el bochornoso asalto gubernamental a la Asamblea Nacional se ha logrado depurar la oposición democrática, pero el país no resiste nuevas divisiones. Pueden existir diversos escenarios de acción para avanzar en el restablecimiento de la democracia, pero lo fundamental es coordinarnos, no enfrentarnos; encontrar el minino común donde prevalecen la democracia y la defensa de los derechos humanos.
Urge la coordinación de todos los esfuerzos tanto a nivel interno como internacional. Son muchos los gobiernos y organizaciones que nos apoyan, eso significa que son diversas las acciones o escenarios se están desarrollando de forma simultánea; en tal sentido, entre las tareas prioritarias de nuestra oposición democrática destaca coordinar y complementar; sumar y no dividir.