Requiem por la constituyente, por Fernando Rodríguez
Mail: [email protected]
Se nos va la constituyente. Se nos va pero deja escrita una de las páginas más singulares de nuestra historia patria. Estudiantes del mañana deben recordarla con continuidad y tesón, mucho pueden aprender de ella. Las cátedras de derecho constitucional han de avocar a ella por los inéditos caminos que transitó. Los historiadores contextualizarán si es que es contextualizable. Se trata de crear anticuerpos para que jamás se vuelva a repetir semejante aberración.
En definitiva tendrán que analizar hasta dónde puede llegar la miseria anímica de los venezolanos observando ese monumento a la mentira impúdica, el atropello sistemático, la holgazanería, el desprecio a la constitución y las leyes. Pero, con la conciencia que esta muestra llega a niveles poco habituales.
Para empezar los mecanismos electorales utilizados. Que no eran fraudes y otras fechorías electorales habituales. Se asumió, sin máscaras, una metodología utilizada por el fascismo y que llevaba la democracia venezolana a los más oscuros confines históricos. Se seleccionaron los candidatos de acuerdo a los diversos sectores sociales con el matiz de que estos serían elegidos en las asociaciones o gremios que han reconocido al gobierno y que este ha bendecido.
A partir de aquí las damas del CNE que hasta entonces habían mantenido una enorme ceguera para ver los delitos electorales del gobierno, pero un mínimo de recato para asuntos técnicos perdió toda compostura y violaron hasta los más insignificantes reglamentos para satisfacer los mandatos imperativos de Maduro.
Enloquecieron, me decía un amigo que formó parte de los altos mandos del CNE, ¿por miedo?, ¿por extremas amenazas?, ¿por qué nosotros o ellos? Lo cierto que en adelante cometieron todos los pecados imaginables bajo la égida del dictador y su constituyente, más poderosa en la letra que hasta él mismo.
*Lea también: Un sudario para la república, por Gustavo J. Villasmil-Prieto
No hay que olvidar, además, que por primera vez se probó un fraude en las propias máquinas, antes lo constatábamos siempre fuera de éstas, con la denuncia de la compañía Smarmatic, encargada de manejarlas, que señaló la manipulación de un millón de votos. Como resultado de esta hazaña electoral el voto se volvió un estropajo.
Los quinientos y tantos asambleístas resultaron una mezcla de holgazanes con policías. Como acaba de aclararlo su presidente no se va hacer una sola línea constitucional que se supone era la razón de ser más profunda del esperpento. El constitucionalista Escarrá dijo que la tenía lista, pero jamás se vio un solo artículo y el otrora tronante tribuno no se le oyó ni suspirar, algunos dicen que es una cierta tristeza después que lo acusaron pública y notoriamente, a él y a su familia, de negocios delictivos.
Al parecer el único sensato fue Isaías Rodríguez que al darse cuenta de que los tipos no tenían otro oficio que reunirse para dormitar o para obedecer alguna atrabiliaria orden madurista decidió renunciar y volver a su dolce far niente en la maravillosa ciudad eterna.
De resto, repito, sus únicas funciones fueron inhabilitar, destituir, acabar con impunidades porque nos da la gana y cumplir otras funciones represivas. Eso de muy cuando en vez. A unos cuantos les dieron oficio nombrándolos en cualquier parte.
Su máxima hazaña legal fue la llamada ley del odio, asunto muy paradójico ya que hasta ellos mismos deben darse cuenta que si alguien sembró el odio en estas tierras fue Chávez y lo ha continuado Maduro. Que nos trasladaron de la democracia acatarrada de antaño a una dictadura pura y dura, con robos sin mesura y torturas de todo pelaje como les corresponde. Y que, por supuesto va a servir para mandar preso a perencejo porque le dijo barriga verde a algún personaje o personajillo del régimen.
Su Presidente, Diosdado Cabello, resumió en una frase mentirosa la inmensa labor de la magna entidad: sirvió para pacificar el país en el 17. Mentirosa porque el país ya estaba pacificado cuando se derrumbó la semana final y supuestamente apoteósica de las nobles luchas de ese año, ciento cincuenta muertos, que prometía no dejar piedra sobre piedra del régimen. Y se desinfló simplemente. Porque piedras y consignas no pueden con balas criminales.
Lo de la constituyente no fue sino el inicio y el motor de la verdadera y plena dictadura, después el susto parlamentario del año 15. Y la devastación del país, total.
No creo que nadie la va a celebrar ni a llorar, salvo los quinientos y pico de diputados que debían meterse un billete, además de otros honores y beneficios. La mayoría ya la olvidó de puro inútil que era, RIP.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo