Resistir no es suficiente, por Luis Ernesto Aparicio M.
Resistir. Un término que evoca fuerza en las contiendas deportivas, esperanza frente a enfermedades y firmeza en las luchas políticas por recuperar las libertades colectivas e individuales. Esta palabra, que a menudo se repite como un mantra en tiempos de adversidad, tiene un peso innegable. Sin embargo, resistir por resistir no es suficiente para alcanzar la verdadera recuperación de derechos y libertades. La resistencia requiere algo más que voluntad: necesita estrategia, organización y la capacidad de adaptarse al contexto.
En la naturaleza, el sistema inmunológico es un ejemplo perfecto de cómo la resistencia efectiva opera en condiciones adversas. Cuando el cuerpo humano enfrenta ataques de virus o bacterias, no se limita a «aguantar». En lugar de eso, evalúa la amenaza, moviliza anticuerpos y despliega un plan para contener y superar el peligro. Este proceso, aunque parece automático, es una estrategia precisa que busca mantener el equilibrio del cuerpo y devolverlo a un estado óptimo de salud.
Este modelo puede ser una lección para las sociedades y los movimientos políticos que buscan resistir amenazas externas o internas. No basta con mantenerse firmes. Como ocurre en el cuerpo humano, es necesario un análisis profundo de las capacidades disponibles, identificar fortalezas y debilidades, y trazar una estrategia que permita no solo enfrentar los embates, sino también recuperar y garantizar la estabilidad a largo plazo.
En el ámbito político, resistir sin estrategia se convierte en una resistencia interminable y desgastante. Un ejemplo positivo de resistencia estratégica fue el movimiento liderado por Mahatma Gandhi en la India. Gandhi entendió que la resistencia no podía basarse en la violencia ni en la improvisación.
La orientación del líder indio, basada en la no violencia y la movilización pacífica, transformó a millones de ciudadanos en agentes de cambio, enfrentando de manera organizada y contundente al imperio británico. Fue un movimiento que, como el sistema inmunológico, entendió la amenaza, construyó defensas y persistió hasta alcanzar su objetivo: la independencia.
Por otro lado, también existen ejemplos de resistencias políticas que no lograron sus objetivos debido a la falta de una estrategia coherente. El caso de la resistencia cubana contra el régimen castrista, que lleva más de seis décadas, es una muestra de cómo la improvisación y una serie de políticas externas aplicadas sin efecto alguno, pueden condenar a una lucha a la perpetuidad sin resultados tangibles. Resistir, en este caso, se ha convertido en una rutina, más que en una vía efectiva para el cambio.
También tenemos a la Primavera Árabe –escenario favorito de muchos analistas–, que inició en 2010, es un ejemplo complejo que muestra tanto las posibilidades como las limitaciones de la resistencia política sin un enfoque estratégico claro. En países como Egipto y Túnez, las movilizaciones masivas lograron derrocar a regímenes autoritarios en un tiempo sorprendentemente corto.
Sin embargo, la falta de un plan concreto para lo que venía después dejó un vacío que, en muchos casos, fue llenado por fuerzas igualmente autoritarias o por el caos político. Egipto, por ejemplo, pasó de una dictadura militar a un gobierno islamista para luego regresar a un régimen militar autoritario. La ausencia de una hoja de ruta clara demostró que la resistencia inicial, aunque poderosa, no fue suficiente para consolidar un cambio duradero.
Estos ejemplos nos muestran que, aunque resistir es un primer paso necesario, no puede ser el único. La resistencia debe ir acompañada de una estrategia clara, de la capacidad para sumar aliados, y de una preparación que permita superar los desafíos más complejos. Sin esto, las luchas políticas corren el riesgo de quedarse en el terreno de la supervivencia, sin lograr nunca transformar la realidad que las motiva.
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Tocando la puerta de un nuevo año, en el horizonte se pueden apreciar muchas condiciones poco favorables para nuestras libertades como el ascenso de los autoritarismos de nuevo estilo, por lo tanto, si queremos que las luchas por la libertad y la democracia sean verdaderamente efectivas, debemos dejar de repetir el mantra de «resistir» sin sentido y comenzar a construir estrategias que den resultados.
Como el sistema inmunológico nos enseña, resistir implica actuar, planificar y adaptarse. Solo entonces se podrán convertir los ideales en realidades duraderas.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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