¿Respecto a la felicidad?, por Gisela Ortega
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Es complicado definir ¿qué es la felicidad? Porque no existe una verdad universal y única. Cada persona tiene su propia definición sobre la felicidad. Es una condición subjetiva y relativa, porque es un estado de ánimo particular en cada individuo y no todos somos felices por las mismas razones. Lo que sí está claro es la gran importancia que el ser humano le da a la búsqueda de la felicidad desde hace miles de años, aunque ella no se deja encontrar tan fácilmente.
La felicidad –de acuerdo a obras y textos de consulta– es una emoción que se produce en un ser consciente cuando llega a un momento de conformación, bienestar o ha conseguido ciertos objetivos que le realizan como individuo, aunque cada persona puede tener su propio significado sobre que representa la felicidad para ella.
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Lo opuesto de la felicidad es la infelicidad: acontece cuando nos enfrentamos a frustraciones en el intento por alcanzar nuestras metas, cumplir nuestros anhelos o lograr nuestros propósitos
Etimológicamente la palabra felicidad proviene del latín felicitas, felicitatis, que a su vez se deriva de felix, felicis, que significa «fértil», «fecundo».
Algunos psicólogos han tratado de caracterizar el grado de felicidad mediante diversos textos y han llegado a definirla como una medida de bienestar subjetivo, que influye en las actitudes y el comportamiento de los individuos. Las personas que tienen un alto grado de felicidad son positivas y al mismo tiempo se encuentran motivadas a conquistar nuevas metas. Mientras que las que no sienten ningún grado de felicidad, muestran un enfoque negativo, sintiéndose frustradas con el desarrollo de su vida. Una misma serie de hechos puede ser percibida de manera diferente por individuos con distintos temperamentos, y por lo tanto lo que para una persona puede ser una situación feliz para otra puede llevar aparejada insatisfacción e incluso frustración. Es por esa razón, que la felicidad a diferencia de otros hechos relacionados con el bienestar se considera una situación subjetiva.
Para el psicoanalista austriaco, Sigmund Freud (1856-1939), la felicidad es algo utópico: considera que, para que sea posible, no podría depender del mundo real, donde los individuos están expuestos constantemente a experiencias desagradables, como el fracaso y la frustración y, en este sentido, sostiene que a lo máximo que podría aspirar un ser humano es una felicidad parcial.
La pregunta sobre la felicidad es esencial en el surgimiento de la ética en la antigua Grecia. Los filósofos encontraron respuestas muy diferentes, lo cual demuestra como decía Aristóteles, todos estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero en cuanto intentamos aclarar cómo podemos serlo empiezan las discrepancias.
En la filosofía griega hay tres puntos de vista:
–Ser feliz es autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano, postura defendida por Aristóteles. En cierto sentido, también Platón, puede ser encuadrado en esta posición, si bien el horizonte de la felicidad, según Platón, se abre a la vida después de la muerte.
–Ser feliz es ser autosuficiente, valerse por sí mismo sin depender de nada ni de nadie. (Cinismo y estoicismo).
–Ser feliz es experimentar placer intelectual y físico y conseguir evitar el sufrimiento mental y físico. Es la actitud que defiende Epicuro.
Aristóteles sostiene que todos los hombres están de acuerdo en llamar felicidad a la unidad presupuesta de los fines humanos, el bien supremo, pero que es difícil definirla y describirla.
En la filosofía oriental, la felicidad se concibe como una cualidad producto de un estado de armonía interna que se manifiesta como un sentimiento de bienestar que perdura en el tiempo y no como un estado de ánimo de origen pasajero, como generalmente se la define en occidente.
Filósofos chinos, como Lao Tsé (siglos VI-IV a.C.) creador del taoísmo, apuntaban que la felicidad se podía lograr teniendo como modelo la naturaleza. Mientras que Confucio (551-479 a. J.C.), era de la opinión, que la felicidad venia dada por la armonía entre las personas.
Para las religiones teístas, la felicidad solo se logra en la unión con Dios, y no es posible ser feliz sin esta comunión. La felicidad es considerada la obtención definitiva de la plenitud, y el estado de satisfacción de todo tipo de necesidades es alcanzable solo en ese grado después de la muerte.
El budismo, una escuela filosófica no religiosa, para la cual no hay un creador ni tampoco un alma, considera que la felicidad duradera se alcanza al erradicar el anhelo ansioso, que implica evitar compromisos con los demás lo que a su vez se consigue solo al «despertar» de la ilusión del “yo”, es decir, el mantenerse alerta y exento de la naturaleza de la vida y la existencia, a través de una postura pasiva, no participativa , de la conservación de la vida.
Martin Seligman (Albany, 1942), psicólogo, profesor universitario y escritor estadounidense, considerado como el padre de la psicología positiva; menciona en su libro Felicidad autentica, publicado en el 2002, una combinación de tres aspectos para tener felicidad: la vida placentera, la vida comprometida y la vida con significado. La felicidad no siempre depende de nuestro estatus social, nuestra religión o nuestra belleza física. La felicidad en realidad es una combinación única de lo que él llamo “fortalezas distintivas” como el sentido de humanidad, la templanza, la persistencia y la capacidad de llevar una vida significativa. Es un conjunto de emociones y actividades positivas: como el éxtasis y la comodidad; la concentración y el cumplimiento de nuestras tareas.
La felicidad era una divinidad alegórica a la cual los romanos habían erigido un templo. La representaban sentada en un trono como reina o de pie vestida con una estola, teniendo en una mano un caduceo y un cuerno de la abundancia en la otra.
La obligación de ser felices depende de nosotros mismos, de la actitud con la que afrontamos diversas situaciones, responsabilidades y el esfuerzo con el cual nos desempeñamos. La felicidad esta en apreciar las oportunidades y no dejarlas pasar por alto.
Gisela Ortega es periodista.
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