¡Respete el voto, Presidente!, por Teodoro Petkoff
El presidente de la República tiene que garantizar, incluso por notaría, que reconocerá los resultados electorales. Su historial, en esta materia, es bastante deficiente. Varias veces se las ha arreglado para desconocer la voluntad popular. El resultado del referéndum sobre la reforma constitucional, que derrotó sus proposiciones de reforma, comenzó a ser desconocido desde el momento mismo en que Chacumbele agravió a medio país con aquello de la «victoria de mierda»; luego llenó el país con vallas con una sola frase: «Por ahora», avisando lo que se proponía: hacer aprobar por la Jaula de las Focas las leyes que metían por los caminos verdes de la ilegalidad las reformas rechazadas.
Así, le cambió el nombre a la Fuerza Armada Nacional, agregándole el «Bolivariana»; creó la Milicia, liquidó la autonomía del Banco Central; acabó con la condición federal de la República y re-centralizó funciones que habían sido trasladadas a las gobernaciones; afectó gravemente la garantía de la propiedad privada, etc., etc.
Desconoció, pues, groseramente, lo que el pueblo había decidido rechazar con sus votos. Pero no se detuvo allí. Contrariando la Constitución Nacional, que prohíbe volver a someter a referéndum en un mismo periodo constitucional una proposición negada en un referéndum anterior, convocó el referéndum para la enmienda constitucional que le permitiría reelegirse hasta el fin de sus días y que fue una de las proposiciones rechazadas el 2D en la reforma constitucional.
¿Qué mayor desconocimiento de resultados electorales que este gigantesco abuso de poder? Luego vino el episodio de gobernaciones y alcaldías ganadas por la oposición en 2008. Caracas eligió a Antonio Ledezma y Chacumbele, de inmediato, le montó encima a Jacqueline Faría y le arrebató facultades, presupuesto, instalaciones y hasta la propia sede de la Alcaldía.
A los gobernadores de Miranda, Carabobo, Zulia, Táchira y Nueva Esparta los despojó de algunas atribuciones y de todas sus instalaciones de salud pública, de transporte y deportivas, al mismo tiempo que les reducía sus recursos presupuestarios, manipulando el situado, el ex Fides y la Ley de Asignaciones Especiales.
A este sujeto, a este depredador de los poderes públicos hay que pedirle una garantía notariada de que respetará la voluntad popular y que los diputados elegidos no van a ser perseguidos ni les van a inventar expedientes falsos, sobre delitos inexistentes, como hicieron con Wilmer Azuaje, ni van a poner a ese pobre diablo que ejerce la Contraloría a inhabilitar caprichosamente diputados elegidos.
El país espera que Chacumbele sepa ser un buen perdedor y no incurra en nuevas violaciones de la Constitución y de los resultados electorales. Lo que diga el pueblo, así no le guste, tiene que respetarlo y acatarlo. No sólo reconociendo la votación misma sino absteniéndose de incurrir en triquiñuelas posteriores, como las que hemos relatado, que han sido su particular manera de saltarse lo ya decidido por el pueblo. El país no está dispuesto a soportar sus atropellos, señor Presidente, y usted lo sabe.