Respuestas al abstencionismo, por Lauren Caballero
Twitter: @laurencaballero
Desde el año 2015, cuando la oposición venezolana derrotó electoralmente al chavismo en las elecciones parlamentarias, una parte de la dirigencia política de este país ha venido desestimando gradualmente la participación electoral, utilizando para ello algunas premisas que a la fecha se han convertido en parte de un guion que es compartido por importantes sectores de la población.
Sin embargo, con estas premisas la oposición no parece haber avanzado en la lucha por restituir las garantías y procedimientos constitucionales de tipo democrático conculcadas por el madurismo. Al contrario, se evidencia un retroceso importante en el camino hacia la democratización del país producto, entre otras cuestiones, a la fragmentación opositora que al cambio de ruta (de la electoral a la insurreccional/abstencionista) ha propiciado, y a pesar de que prestigiosas agencias dedicadas a los estudios de opinión aseguran que el rechazo popular hacia Nicolás Maduro ronda el 80%.
En este artículo, analizaremos algunos de los “argumentos” utilizados por el sector de oposición que promueve la abstención e intentaremos desmontarlos:
1 Dictadura no sale con votos
Convertida ya en un clásico del abstencionismo venezolano, ésta consigna ha sido desmontada una y otra vez por insignes académicos que le han dedicado tiempo y esfuerzo a explicar cómo el voto o en su defecto, el evento electoral, han servido en infinidad de casos para generar una ruptura en la base de apoyo de la dictadura o régimen autoritario.
Ejemplos tomados de la historiográfica política comparada sobran:
Régimen autoritario del PRI. Transición gradual desde el autoritarismo hegemónico hacia la democracia (1940-1994)
Dictadura en Chile 1988 (Plebiscito)
Dictadura Socialista de Polonia 1989 (elección parlamentaria)
Dictadura de Slobodan Milosevic, Yugoslavia 2000 (Elecciones generales)
Régimen autoritario Bolivia 2019 (elección presidencial con participación inconstitucional del candidato/presidente Evo Morales)
Como vemos, la evidencia histórica demuestra que la premisa según la cual una dictadura no puede ser derrotada en un evento electoral, es falsa.
*Lea también: ¡Activarnos hasta vencer!, por Juan Pablo Guanipa
2 No puedes comparar a Venezuela con tal o cual país (Venezuela es un caso extraordinario, único, de otro planeta)
Esta segunda afirmación es la respuesta que viene inmediatamente después de que a la persona que afirma “dictadura no sale con votos” se le demuestra que hay demasiada evidencia empírica para refutarlo. Suele también ir acompañada de otras consignas como: “quienes gobiernan en Venezuela no son políticos”, “este no es un gobierno”, “son una corporación criminal” etc.
Lo que demuestran los postulados anteriores es una inequívoca incapacidad para argumentar acerca de la supuesta ineficacia del voto. Sin embargo, este mensaje sí ha servido para confundir a una población desesperada que considera, y con mucha razón, que el actual gobierno es de naturaleza criminal, y que por ello no van a aceptar una derrota electoral (luego hablaremos de esto).
Aun así, este tipo de razonamientos no sirven para demostrar que el voto es inútil como un mecanismo válido para enfrentar a regímenes autoritarios.
Lo que se intenta con este supuesto es convertir al conflicto venezolano en un asunto de la Quinta Dimensión, de manera que cualquier intento de argumentar desde una posición racional basada en postulados teóricos y recurriendo a la evidencia histórica, carecería de sentido. Pero hay un problema con ésta lógica: si el conflicto venezolano, como afirman los promotores de la abstención, se trata de un asunto nunca antes visto por la humanidad, entonces nada asegura que recurriendo a la abstención se pueda lograr cambiar al gobierno.
Cabe destacar que toda dictadura, todo régimen autoritario de la índole que sea, es a su vez una entidad criminal. No existen dictaduras buenas, no existe autoritarismo humanitario. La naturaleza de estos regímenes es contraria al derecho, tanto internamente como internacionalmente.
Hay que señalar también que, en metodología de la investigación, la comparación es una herramienta fundamental a la hora de estudiar casos complejos en los que una multiplicidad de variables interactúa. No hay un límite especifico entre lo que es comparable y lo que no, pues para asegurar que algo no es comparable, como afirma Giovanni Sartori, “hemos debido, en algún momento, compararlo”. De tal manera que el supuesto según el cual, el caso venezolano es incomparable y ultra dimensional, carece de sustento teórico-metodológico.
3 Votar es legitimar al régimen
Se trata de otra de las grandes consignas del abstencionismo que, como las anteriores, genera confusión en amplios sectores de la población y que se ha masificado a través de redes sociales como Twitter y Facebook. Podríamos pensar que es un asunto exclusivo del submundo digital, pero incluso existen algunos “dirigentes” opositores que sustentan toda su política en tal afirmación.
Según este postulado, participar en un evento electoral sin las garantías democráticas que tienen países como Noruega o Finlandia –con democracias ejemplares– es legitimar al régimen de Nicolás Maduro. Entonces, por “dignidad”, hay que dejar el terreno libre para que Maduro y sus camaradas sigan ganando elecciones sin oposición alguna.
Esa misma “dignidad” también ha sido el justificativo para que algunos dirigentes opositores le hayan regalado gobernaciones al madurismo, olvidándose así de sus electores y entregándolos en manos de la barbarie, como fue en caso del estado Zulia.
Pero si este argumento que trasciende la realidad política y se ubica en el campo de la ética tuviera algún valor real para sus promotores, nadie con “dignidad” hubiera participado en alguno de los procesos electorales convocados por el CNE en Venezuela durante veinte años.
En todos y cada uno de los procesos electorales llevados a cabo en Venezuela durante dos décadas ha habido ventajismo por parte del gobierno, coacción contra opositores, compra de votos por parte del PSUV utilizando para ello programas sociales, modificaciones arbitrarias de las leyes y reglamentos electorales, intromisión del poder judicial en la toma de decisiones, abuso del poder ejecutivo que hizo de los actos de gobierno elementos de campaña chavista, y no podemos obviar que también se produjeron nombramientos accidentales de los miembros del CNE (todas las directivas han sido mayoritariamente chavistas).
Con todo lo anterior sobre la mesa, la misma oposición que hoy invita a abstenerse para no “legitimar al régimen”, logró derrotar la reforma constitucional del propio Chávez en 2007 (Chávez en su mejor momento), conquistaron importantes espacios en la Asamblea Nacional en 2010, se enfrentaron a Chávez en 2012 y luego a Maduro –casi derrotando a éste último y rescatando para la oposición un gran caudal de votantes– y obtuvieron una victoria abrumadora en las elecciones parlamentarias de 2015. Esta última victoria, y no una supuesta “dignidad” ni la abstención, fue el factor que colocó al régimen madurista contra la pared y permitió mostrar la verdad de la supuesta democracia venezolana al mundo entero.
4 Si ganas te ponen un órgano paralelo (ANC-Protectores)
Sustentada en una verdad incuestionable, este argumento omite, tal vez inconscientemente, que el fundamento del voto bajo contextos autoritarios es contener el avance de las fuerzas antidemocráticas mediante una oposición activa que controle espacios de poder relativos (porque el poder nunca es total, aunque lo pretenda aparentar). La votación sirve para ratificar el descontento popular hacia el autoritarismo; reagrupa, motiva, organiza, moviliza y reivindica la voluntad de cambio de las mayorías oprimidas hasta lograr la victoria total de las fuerzas democráticas.
Con respecto a lo anterior, cabe preguntarse ¿Qué poder tiene la ANC de Maduro si ni sus propios aliados se atreven a reconocerla abiertamente? ¿A quiénes les va mejor: a los ciudadanos del Táchira o Nueva Esparta, que tienen en sus respectivas gobernaciones a políticos opositores que han dado la batalla desde esos espacios y han sido las voces de miles de ciudadanos que se oponen a la barbarie… o a los habitantes del Zulia, abandonados por la dirigencia opositora y dejados a merced de Omar Prieto y los colectivos del PSUV?
En contextos autoritarios las condiciones ideales para ejercer derechos constitucionales, son una utopía. Estas condiciones ideales se conquistan, nunca se suplican ni se espera que el régimen las otorgue de buena gana.
La ciudadanía organizada, los partidos políticos y demás expresiones de la sociedad civil, son los más poderosos garantes de que la voluntad ciudadana cristalice en cambios profundos. Cuestiones como la observación electoral internacional calificada, la presión externa mediante mecanismos diplomáticos o sanciones de distinta magnitud, las decisiones de las Fuerzas Armadas, entre otras variables, son aditivos que de ninguna manera juegan un rol protagónico aislado de la acción ciudadana.
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